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Capítulos de libros «El Evangelio de Mateo»
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  • La expresión en aquel tiempo une este capítulo con el cap. 11. En el tiempo en que el Señor llamaba a la gente a descansar de sus esfuerzos por guardar la ley y los preceptos religiosos, Él pasó por los sembrados el día de Sábado, y Sus discípulos comenzaron a arrancar espigas y a comer, aparentemente quebrantando el Sábado.

  • El Sábado fue ordenado para que los judíos se acordaran de la compleción de la obra creadora de Dios (Gn. 2:2), para que guardaran la señal del pacto que Dios había hecho con ellos (Ez. 20:12), y se acordaran de la redención que Dios efectuó por ellos (Dt. 5:15). Por lo tanto, profanar el Sábado era una infracción grave a los ojos de los fariseos religiosos. Para ellos no era lícito, no era bíblico. Pero ellos no tenían el debido conocimiento de las Escrituras. Basándose en su escaso conocimiento, se preocupaban por el rito de observar el Sábado, y no por el hambre de la gente. ¡Qué necedad es observar un rito vano!

  • Los fariseos dijeron que no era lícito que los discípulos del Señor arrancaran espigas en los sembrados y las comieran; así que, condenaron a los discípulos por obrar en contra de las Escrituras. Pero el Señor respondió: “¿No habéis leído…?” haciéndoles notar otro aspecto de las Escrituras que los justificaba a Él y a Sus discípulos. Así los fariseos quedaron condenados por carecer del adecuado conocimiento de las Escrituras.

  • Aquí la palabra del Señor implica que Él es el verdadero David. En los tiempos antiguos David y sus seguidores, cuando fueron rechazados, entraron en la casa de Dios y comieron el pan de la Presencia (v. 4), aparentemente quebrantando la ley levítica. Aquí el verdadero David y Sus seguidores fueron rechazados, y los discípulos arrancaron espigas y las comieron, aparentemente actuando en contra del precepto de guardar el Sábado. Así como David y sus seguidores no fueron inculpados, de igual manera Cristo y Sus discípulos no debían haber sido censurados.

    Además, la palabra del Señor implica aquí el cambio dispensacional del sacerdocio al reinado. En los tiempos antiguos, la venida de David cambió la dispensación poniendo fin a la era de los sacerdotes e introduciendo la era de los reyes, en la cual los reyes tenían una posición más alta que la de los sacerdotes. En la era de los sacerdotes, el líder del pueblo tenía que escuchar al sacerdote (Nm. 27:21-22). Pero en la era de los reyes, el sacerdote tenía que someterse al rey (1 S. 2:35-36). Por tanto, lo que hizo el rey David junto con sus seguidores, no fue ilegal. Ahora la venida de Cristo cambió de nuevo la dispensación, poniendo fin esta vez a la era de la ley e introduciendo la era de la gracia, en la cual Cristo está por encima de todo. Todo lo que Él hace es correcto.

  • Aquí el Señor les mostró a los fariseos otro caso en las Escrituras, exponiendo así cuán pobre era el conocimiento que ellos tenían de las Escrituras.

  • El Señor les reveló a los fariseos que Él era mayor que el templo. Esto indicaba otro cambio, el cual cumplía el tipo del templo y lo reemplazaba con una persona. En el caso de David hubo un cambio de una época a otra. En este caso, un caso tocante a los sacerdotes, hubo un cambio del templo a una persona mayor que el templo. Puesto que los sacerdotes no tenían culpa al actuar en el templo el día de Sábado, ¿cómo tendrían culpa los discípulos del Señor al actuar en el Sábado en Aquel que es mayor que el templo? En el primer caso el rey quebrantó los preceptos levíticos; en el segundo caso los sacerdotes quebrantaron el precepto de guardar el Sábado. Conforme a las Escrituras, ninguno tenía culpa. Así que, conforme a la Biblia, lo que el Señor hizo aquí era correcto.

  • Aquí el Señor presenta el tercer cambio por el cual hace valer Sus derechos para efectuar el cambio del Sábado al Señor del Sábado. Como Señor del Sábado, Él tenía el derecho de cambiar los preceptos con respecto al Sábado. Así que, el Señor pronunció un veredicto triple contra los fariseos que le condenaban. Él era el verdadero David, Aquel que era mayor que el templo y el Señor del Sábado. Por lo tanto, Él podía hacer en el día de Sábado todo lo que quería, y todo lo que hizo fue justificado por Él mismo. Él estaba por encima de todos los ritos y reglas. Ya que Él estaba allí, no se debía prestar atención a ningún rito ni regulación.

  • Este capítulo narra lo que hizo el Señor en dos Sábados (Lc. 6:1, 6). Lo que hizo en el primer Sábado indica que se ocupaba de Sí mismo, la Cabeza del Cuerpo. Como Cabeza, Él lo es todo: el verdadero David, el templo mayor y el Señor del Sábado. Lo que hizo en el segundo Sábado indica que cuidaba a Sus miembros. En este Sábado sanó la mano seca de un hombre, y lo comparó con una oveja (vs. 11-12). La mano es un miembro del cuerpo, y la oveja es miembro del rebaño. El Señor estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para sanar a Sus miembros, es decir, rescatar a Sus ovejas caídas. No importa si es Sábado o no, al Señor le interesa sanar a los miembros muertos de Su Cuerpo. A Él no le importan las normas, sino el rescate de Sus ovejas caídas.

  • El Señor le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. En la palabra del Señor estaba la vida vivificante. Al extender el hombre su mano, recibió la palabra vivificante del Señor, y su mano seca fue restaurada por la vida contenida en la palabra del Señor.

  • A los ojos de los fariseos religiosos, que el Señor quebrantara el Sábado equivalía a destruir el pacto que Dios había hecho con la nación de Israel, esto es, destruía la relación que había entre Dios e Israel. Por lo tanto, tomaron consejo contra Él para matarlo. Que Él quebrantase el Sábado hizo que los judíos fanáticos rechazaran al Rey celestial.

  • La palabra griega significa mozo.

  • Esto indica claramente que debido al rechazo de los judíos, el Rey celestial y Su reino celestial se volverían a los gentiles, y los gentiles lo recibirían y confiarían en Él (v. 21).

  • O, justicia, juicio (justo). Así también en el v. 20.

  • Los judíos solían hacer flautas de caña. Cuando una caña estaba cascada, la quebraban. Además, hacían mechas de lino que quemaban aceite. Cuando se agotaba el aceite, la mecha humeaba y la apagaban. En el pueblo del Señor algunos son como cañas cascadas, las cuales no pueden producir un sonido musical; otros son como mechas humeantes, las cuales no pueden producir una luz resplandeciente. No obstante, el Señor no quebrará las cañas cascadas ni apagará las mechas humeantes.

  • La palabra griega se refiere a una antorcha hecha de lino.

  • El hombre ciego y mudo representa a una persona que no tiene visión espiritual, es decir, que no puede ver a Dios ni las cosas espirituales, y que por esta razón no puede alabar a Dios ni hablar por Él. Ésta es la verdadera condición de todas las personas caídas.

  • Esto indica que reconocieron a Cristo como su Mesías, su Rey.

  • Véase la nota Mt. 10:251a. Así también en el v. 27.

  • Satanás es el príncipe de este mundo (Jn. 12:31) y el príncipe de la autoridad del aire (Ef. 2:2). Tiene su autoridad (Hch. 26:18) y sus ángeles (Mt. 25:41), los cuales son sus subordinados y son los principados, autoridades, gobernadores de las tinieblas de este mundo (Ef. 6:12). Así que, él tiene su reino, la autoridad de las tinieblas (Col. 1:13).

  • El Espíritu de Dios es el poder del reino de Dios. Donde el Espíritu de Dios se manifiesta con poder, allí está el reino de Dios y allí los demonios no tienen cabida.

  • Aquí se menciona el reino de Dios, no el reino de los cielos. Aun en aquel tiempo el reino de los cielos todavía no había llegado. No obstante, el reino de Dios ya estaba allí.

  • La casa aquí representa el reino de Satanás.

  • El hombre fuerte es Satanás, el maligno.

  • O, instrumentos, utensilios; por lo tanto, significa bienes, enseres. Las personas caídas, quienes están bajo la autoridad de Satanás, son sus vasos, sus instrumentos y están disponibles para su uso. Son los bienes guardados en su casa, su reino.

  • Indica que cuando el Señor echaba fuera a los demonios, primero ataba a Satanás.

  • Véase la nota Mr. 9:401.

  • Blasfemar contra el Espíritu no es lo mismo que ofender al Espíritu (He. 10:29). Ofender al Espíritu es desobedecerle intencionadamente. Muchos creyentes hacen esto. Si ellos confiesan este pecado, serán perdonados y limpiados por la sangre del Señor (1 Jn. 1:7, 9). Pero blasfemar contra el Espíritu es calumniarlo, como lo hicieron los fariseos en el v. 24. Era por el Espíritu que el Señor echaba fuera a un demonio. Pero al ver eso, los fariseos dijeron que el Señor echaba fuera los demonios por Beelzebú, el príncipe de los demonios. Esto fue una blasfemia contra el Espíritu. Con esta blasfemia el rechazo del Rey celestial por parte de los fariseos llegó a su punto culminante.

  • En la economía del Dios Triuno, el Padre concibió el plan de redención (Ef. 1:5, 9), el Hijo realizó la redención conforme al plan del Padre (1 P. 2:24; Gá. 1:4), y el Espíritu llega a los pecadores para aplicarles la redención realizada por el Hijo (1 Co. 6:11; 1 P. 1:2). Si un pecador blasfema contra el Hijo, como lo hizo Saulo de Tarso, el Espíritu todavía puede obrar en él y motivarle a arrepentirse y creer en el Hijo para así ser perdonado (véase 1 Ti. 1:13-16). Pero si un pecador blasfema contra el Espíritu, el Espíritu no tiene base para obrar en él, y no queda nadie que lo haga arrepentirse y creer. Por lo tanto, es imposible que tal persona sea perdonada. Esto no sólo es lógico, según el raciocinio humano, sino que también es un asunto gubernamental, el cual responde al principio administrativo de Dios, como lo revela aquí la palabra del Señor.

  • En la administración gubernamental de Dios, Su perdón es de carácter dispensacional. Para llevar a cabo Su administración Él ha planeado diferentes eras. El período que abarca desde la primera venida de Cristo hasta la eternidad se divide dispensacionalmente en tres eras:
    1) esta era, el siglo presente, que va desde la primera venida de Cristo hasta Su segunda venida;
    2) la era venidera, el milenio, los mil años para la restauración y el reinado celestial, que va desde la segunda venida de Cristo hasta el fin del primer cielo y la primera tierra
    3) la eternidad, la era eterna del cielo nuevo y la tierra nueva.
    El perdón de Dios en esta era tiene como fin la salvación eterna de los pecadores. Este perdón es dado tanto a los pecadores como a los creyentes. El perdón de Dios en la era venidera está relacionado con la recompensa dispensacional de los creyentes. Si un creyente comete un pecado después de ser salvo y rehúsa tomar medidas al respecto por medio de la confesión y del lavamiento de la sangre del Señor (1 Jn. 1:7, 9) antes de morir o antes de que el Señor venga, el pecado no le será perdonado en esta era, sino que permanecerá, y él será juzgado ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10). En tal caso, el creyente no recibirá el reino como galardón, es decir, no participará con Cristo en la gloria y el gozo de la manifestación del reino de los cielos, sino que será disciplinado para que el pecado sea eliminado, y él será perdonado en la era venidera (Mt. 18:23-35). Este perdón permitirá que el creyente mantenga su salvación, pero no le hará apto para participar en la gloria y el gozo del reino venidero.

  • Lit., del.

  • La palabra griega significa que no trabaja. Una palabra ociosa es una palabra que no trabaja, una palabra inoperante, una palabra que no tiene una función positiva y que es inútil, carente de provecho, infructuosa y estéril. En el día del juicio los que han hablado tales palabras darán cuenta de cada una de ellas. Ya que tal es el caso, ¡cuánto más debemos dar cuentas por cada palabra maligna!

  • ¡Qué advertencia es ésta! Debemos aprender a controlar y a restringir lo que decimos.

  • Una señal es un milagro que tiene cierto significado espiritual. Los judíos siempre buscan señales (1 Co. 1:22).

  • En el v. 32 siglo se refiere al tiempo; aquí generación se refiere a las personas.

  • El corazón de la tierra se llama “las partes más bajas de la tierra” (Ef. 4:9) y el Hades (Hch. 2:27), adonde el Señor fue después de Su muerte. El Hades, el cual equivale al Seol del Antiguo Testamento (véase la nota Mt. 11:231b), tiene dos secciones: la sección de tormento y la sección de consuelo (Lc. 16:23-26). La sección de consuelo es el Paraíso, adonde el Señor y el ladrón salvo fueron después de morir en la cruz (Lc. 23:43). Así que, el corazón de la tierra, las partes más bajas de la tierra, el Hades y el Paraíso son sinónimos, y se refieren al lugar donde el Señor estuvo tres días y tres noches después de Su muerte y antes de Su resurrección.

  • La palabra griega traducida más, la cual también se encuentra en el v. 42, significa superior en calidad y en mayor cantidad, y por ende, más. Difiere de la palabra traducida mayor en el v. 6, la cual significa mayor en tamaño exterior o en medida. Cristo como el Profeta enviado por Dios a Su pueblo (Dt. 18:15, 18), es más que el profeta Jonás. Jonás fue el profeta que se volvió de Israel a los gentiles y que fue llevado al vientre del gran pez. Después de estar allí tres días, salió y llegó a ser una señal a aquella generación para arrepentimiento (Jon. 1:2, 17; 3:2-10). Esto tipificaba que Cristo, quien se volvería de Israel a los gentiles y sería sepultado en el corazón de la tierra tres días y luego resucitaría, llegaría a ser una señal a esta generación para salvación.

  • Véase la nota Mt. 12:411c. Cristo, como Hijo de David, como Rey, es más que el rey Salomón. Salomón edificó el templo de Dios y habló palabras de sabiduría. A él vino la reina gentil (1 R. 6:2; 10:1-8). Esto también tipificaba a Cristo, quien edifica la iglesia y la hace el templo de Dios, y quien habla palabras de sabiduría. Hacia Él se vuelven los gentiles que buscan a Dios.

    Este tipo y el del v. 41, indican que Cristo, ya sea como el Profeta enviado por Dios o como el Rey ungido por Dios, se volvería de Israel a los gentiles, según lo profetizado en los vs. 18, 21.

    Según la historia, el rey Salomón precedió al profeta Jonás; pero según el significado espiritual, Jonás vino primero, como consta en Mateo. Esto también muestra que el relato de Mateo no sigue el orden cronológico sino el orden doctrinal (véase la nota Mt. 8:161, párr. 2). Conforme a la doctrina, primero Cristo tenía que morir y resucitar; luego, edificaría la iglesia y hablaría palabras de sabiduría. La muerte y resurrección de Cristo son la verdadera señal para esta generación, tanto para judíos como gentiles (1 Co. 1:22, 24).

  • El espíritu inmundo, un demonio (v. 22), busca reposo pero no lo puede encontrar en lugares secos, porque después del juicio que Dios trajo por medio del agua en Gn. 1:2, el mar se convirtió en la morada de los demonios. (Véase Estudio-vida de Génesis, mensaje 2). Debido a que el demonio no puede encontrar reposo en lugares secos, vuelve al cuerpo humano que originalmente poseía y se establece allí (vs. 44-45).

  • Doctrinalmente, el v. 43 es la continuación del v. 22. Entre estos dos versículos se inserta el relato de cómo los judíos rechazaron a Cristo y cómo Cristo los abandonó. Aquí el Señor compara a la generación maligna de los judíos que lo habían rechazado, con el hombre poseído por demonios. A los ojos del Señor, los judíos que lo habían rechazado eran semejantes a personas poseídas por demonios. Las señales de Jonás y Salomón indican que los gentiles se arrepentirían, pero el caso del hombre poseído por demonios indica que los judíos que lo habían rechazado no se arrepentirían. Sólo barrerían el polvo y se adornarían añadiendo cosas buenas para embellecerse. No recibirían a Cristo quien los podría llenar. Al contrario, quedarían vacíos y desocupados. Ésta es la verdadera condición de los judíos de hoy. Casi al final de esta era, serán siete veces más poseídos por demonios y su condición será peor que nunca.

  • Esto indica que el Rey celestial renunció a Su relación en la carne con los judíos. En este capítulo los judíos rechazaron a Cristo al máximo, lo cual hizo que Cristo los abandonara completamente. Allí empezó la ruptura entre ellos y Cristo, y fueron separados de Cristo (Ro. 11:17, 19-20).

  • Cristo se volvió a los gentiles después de romper relaciones con los judíos. De allí en adelante, Su relación con Sus seguidores no era en la carne sino en el espíritu. Todo aquel que hace la voluntad de Su Padre es un hermano que lo ayuda, una hermana que lo entiende y una madre que lo ama con ternura.

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