Es decir, el mar Muerto.
Es decir, el mar Muerto.
Ésta es la primera mención de este término en la Biblia. La palabra procede de un verbo en hebreo que significa pasar por encima, cruzar. Véase la nota He. 1:12, párr. 2.
Que significa rey de justicia. Melquisedec tipifica a Cristo, el Sumo Sacerdote real (He. 7:1-3 y la nota He. 7:12 y la nota He. 7:31). Melquisedec apareció después que Abraham obtuvo la victoria. Antes de ello, Melquisedec, un sacerdote de Dios, seguramente intercedía por Abraham; debe de haber sido a causa de tal intercesión que Abraham pudo aniquilar a los cuatro reyes y obtener la victoria (cfr. Éx. 17:8-13). Hoy en día Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, intercede por nosotros de manera escondida (Ro. 8:34b; He. 7:25b) para que seamos Sus vencedores y derrotemos a los enemigos de Dios, de tal modo que mediante nuestra victoria Cristo pueda manifestarse visiblemente en Su segunda venida.
Que significa paz; un nombre primitivo de Jerusalén (cfr. Sal. 76:2).
Aquí vemos que las Escrituras mencionan el sacerdocio de Melquisedec antes que el sacerdocio de Aarón (Éx. 28:1). El sacerdocio según el orden de Melquisedec es superior al sacerdocio aarónico (He. 7). En Su ministerio terrenal, Cristo fue Sumo Sacerdote según el orden de Aarón con el propósito de quitar de en medio el pecado (He. 9:14, 26). Después, en Su ministerio celestial, Cristo fue designado Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec (He. 5:6, 10), no para ofrecer sacrificios por el pecado, sino para ministrarnos al Dios que pasó por el proceso de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección, representado por el pan y el vino (Mt. 26:26-28), abasteciéndonos como nuestro suministro de vida para que seamos salvos por completo (He. 7:25a). Véase la nota Zac. 6:111a, la nota He. 5:62b y la nota He. 7:11 y la nota He. 7:111.
Véase la nota Nm. 6:231a.
Debido a que Abraham, un vencedor, obtuvo la victoria sobre los enemigos de Dios y permaneció firme en pro de Dios aquí en la tierra, Dios no solamente fue llamado el Dios de los cielos (2 Cr. 36:23; Neh. 1:5; 2:4, 20), sino también el Dueño de los cielos y de la tierra (vs. 19, 22). Véase la nota Mt. 11:253b.
Véase la nota He. 7:41a.
Aquí Abraham venció la tentación de los bienes terrenales, manifestando su pureza en este asunto. Cfr. 2 R. 5:15-27; 3 Jn. 1:7 y la nota 2.