Con respecto al juicio de Dios sobre los caldeos.
Con respecto al juicio de Dios sobre los caldeos.
O, para que el que lo lea pueda correr.
Estas palabras, citadas por el apóstol Pablo tres veces en el Nuevo Testamento (Ro. 1:17; Gá. 3:11; He. 10:38), revelan la salvación eterna provista por Dios a los pecadores. Según el trasfondo de este libro, tanto Israel (los elegidos de Dios) como los caldeos (las naciones) se encontraban bajo el juicio de Dios. Bajo el juicio de Dios todos los pecadores, sean judíos o gentiles, están destinados a morir (Ro. 6:23). La única manera en que los pecadores pueden escapar del juicio de Dios y obtener la salvación eterna provista por Dios es creer en la corporificación de Dios, Cristo, para que sean hechos justos y sean justificados a fin de obtener vida y vivir (Jn. 3:16-18). La salvación eterna provista por Dios consiste en salvar todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— por la eternidad (1 Ts. 5:23). La manera en que recibimos tal salvación consiste en creer en Cristo de modo que seamos justificados por Dios y, por ende, seamos hechos aptos para poseer la vida divina y eterna y vivir por dicha vida (Ro. 3:24; 5:1-2, 10, 17; Ef. 2:8). Éste es el evangelio neotestamentario presentado en un libro profético del Antiguo Testamento.
Cristo es el factor que vincula los libros de Miqueas, Jonás y Habacuc. Según Mi. 5:2, Cristo, el Eterno, cuyo origen radica en la eternidad, ha salido al nacer como hombre en Belén (véase la nota Mi. 5:21b). Después, el tipo presentado en Jon. 1:17 revela la continuación de la salida de Cristo en Su muerte y resurrección (véase la nota Jon. 1:171). En el libro de Jonás, la salvación de Jehová fue traída a Nínive, una malvada ciudad de los gentiles, mediante la predicación del profeta. Hoy en día, la salvación provista por Dios, la cual fue preparada, completada y consumada por la salida de Cristo, ha llegado a nosotros mediante la predicación del evangelio. La manera de recibir y aplicar esta salvación es mediante la fe, según se nos dice en este versículo.
Aquí, vivir significa tener vida y vivir. Véase la nota Ro. 1:174.
Véase la nota Mt. 11:231d.
Este saqueo de Babilonia efectuado por las naciones, que constituyó el pago que Dios le dio a Babilonia, tuvo lugar poco más de ochenta y cinco años después de la profecía de Habacuc (véase Dn. 5).
Mientras los pueblos trabajaban fatigosamente por lo que es vanidad (v. 13), algo particular, algo misterioso, sucede en la tierra, esto es: la tierra se llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.
Lit., tu.