Isaías 42 revela a Cristo (Mt. 12:15-21), el Siervo de Jehová (Mr. 10:45; Fil. 2:5-11), como pacto para el pueblo escogido de Dios, Israel, y como luz para las naciones gentiles (véase la nota Is. 42:61b y la nota Is. 42:62c). La fuente de Cristo, como Siervo de Jehová, es Su divinidad, Su deidad (vs. 1, 6; 49:5, 7-8), mientras que Su aptitud se halla en Su humanidad, en Sus virtudes humanas (vs. 2-4). La comisión de Cristo consiste en levantar las tribus de Jacob; en hacer que Jacob vuelva a Jehová de modo que Israel sea congregado en torno a Él (Is. 49:5-6a); en ser un pacto para el pueblo, o sea, para Israel (v. 6; 49:8d); en restaurar la tierra (Is. 49:8e); en ser luz a las naciones (v. 6; 49:6c); en traer derecho para salvación en la verdad a las naciones (vs. 1, 3; 49:6d); en abrir los ojos de los ciegos para que puedan ver los asuntos divinos y espirituales respecto a la economía eterna de Dios (v. 7a; Lc. 4:18b; Hch. 26:18a); y en sacar de la cárcel a los presos, de casas de prisión a los que moran en tinieblas, a fin de que estas personas puedan ser liberadas del reino tenebroso de Satanás e introducidas al reino del Hijo amado de Dios (v. 7; Col. 1:12-13).