El fruto de la aflicción del alma de Cristo implica todo lo producido en la resurrección de Cristo y mediante dicha resurrección, esto es:
1) como Aquel que pasó por un proceso, el postrer Adán, Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante, la realidad del Cristo pneumático, lo cual tiene por finalidad Su propagación mediante la impartición de vida (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17);
2) como Aquel que es preeminente, Aquel que ocupa el primer lugar en todo, Cristo llegó a ser el Primogénito de entre los muertos a fin de hacer germinar la nueva creación de Dios y a fin de que Cristo sea la Cabeza del Cuerpo (Col. 1:18; Ap. 1:5a);
3) como el Dios-hombre, Cristo fue engendrado por Dios en Su humanidad (Hch. 13:33) para llegar a ser el Hijo primogénito de Dios tanto en la naturaleza divina como en la naturaleza humana, con lo cual fue hecho un modelo a cuya imagen han de ser conformados muchos hijos (Ro. 8:29b);
4) como la vida de resurrección (Jn. 11:25), Cristo regeneró a todos Sus creyentes (1 P. 1:3), haciendo de ellos Sus hermanos y los muchos hijos de Dios (He. 2:10-12; Ro. 8:29b; Jn. 20:17), quienes son los miembros de la familia de Dios para ser el reino de Dios (Ef. 2:19; Gá. 6:10) y la preciosa herencia de Dios (Ef. 1:11);
5) como el único grano de trigo, Cristo llegó a ser los muchos granos (Jn. 12:24), quienes son Su aumento (Jn. 3:30) y los componentes de Su Cuerpo, esto es, el único pan, la iglesia (1 Co. 10:17; Ef. 1:22-23);
6) mediante Su muerte que liberó la vida y con Su resurrección que impartió dicha vida, Cristo produjo una descendencia corporativa que es fruto de la aflicción de Su alma, descendencia que Él vio en Su resurrección y por la cual fue satisfecho (vs. 10-11b; cfr. Gá. 3:29) y
7) como la vida de los creyentes, el Cristo resucitado es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos los miembros del nuevo hombre (Col. 3:10-11).