Con respecto al lugar donde estaba el altar del incienso, aparentemente existiría una discrepancia entre el Antiguo y Nuevo Testamento. Éxodo 30:6 dice que el altar del incienso estaba ubicado delante del velo, es decir, por fuera del velo. Esto indica claramente que el altar del incienso estaba puesto en el Lugar Santo, delante del velo, y no en el Lugar Santísimo, detrás del velo. Sin embargo, aquí dice que el Lugar Santísimo tiene el altar del incienso. Por lo tanto, la mayoría de los maestros cristianos y de los lectores de la Biblia han pensado que de alguna manera hubo algún error o problema de redacción. Pero, ése no es el caso. La aparente discrepancia tiene gran significado espiritual, como se muestra en los siguientes puntos:
1) La crónica del Antiguo Testamento con respecto a la ubicación del altar del incienso implica una relación muy cercana entre el altar del incienso y el Arca del Testimonio, sobre la cual estaba la cubierta expiatoria, donde Dios se reunía con Su pueblo (Éx. 30:6). La crónica incluso dice que el altar del incienso estaba puesto delante del Arca del Testimonio, y ni siquiera menciona el velo de separación que había entre ellos (Éx. 40:5).
2) En 1 R. 6:22 se nos dice que el “altar [del incienso]…pertenecía al oráculo” (ASV). La palabra hebrea que se traduce oráculo incluye el significado de el lugar donde Dios habla. El oráculo denota el Lugar Santísimo, en el cual estaba el Arca del Testimonio con la cubierta expiatoria, donde Dios hablaba a Su pueblo. Así que, el Antiguo Testamento indicó de antemano que el altar del incienso pertenecía al Lugar Santísimo. (Aunque el altar del incienso estaba en el Lugar Santo, su función tenía que ver con el Arca del Testimonio que estaba en el Lugar Santísimo. En el Día de la Expiación, tanto el altar del incienso como la cubierta expiatoria del Arca del Testimonio eran rociados con la misma sangre de la expiación, Éx. 30:10; Lv. 16:15-16). Por lo tanto, en Éx. 26:35 se nos dice que solamente la mesa del pan de la Presencia y el candelero estaban en el Lugar Santo; no se menciona el altar del incienso.
3) El altar del incienso está relacionado con la oración (Lc. 1:10-11), y en este libro se nos muestra que orar es entrar en el Lugar Santísimo (He. 10:19) y acercarnos al trono de la gracia, el cual es representado por la cubierta expiatoria que estaba sobre el Arca del Testimonio en el Lugar Santísimo. Muy a menudo nuestra oración comienza en nuestra mente, la cual forma parte de nuestra alma, representada por el Lugar Santo. Sin embargo, nuestra oración siempre nos lleva a nuestro espíritu, representado por el Lugar Santísimo.
4) Tomando en cuenta todos los puntos anteriores, el escritor de este libro pudo reconocer que el altar del incienso pertenecía al Lugar Santísimo. El v. 4 no dice que hubiera un altar de oro en el Lugar Santísimo, tal como el candelero y la mesa estaban en el Lugar Santo (v. 2). Indica que el Lugar Santísimo tenía un altar de oro, debido a que el altar pertenecía al Lugar Santísimo. Este concepto concuerda con el énfasis que se hace en el libro de Hebreos, es decir, que debemos avanzar del alma (representada por el Lugar Santo) al espíritu (representado por el Lugar Santísimo).
El altar del incienso pertenece al oráculo, el lugar desde el cual Dios habla, es decir, el Lugar Santísimo. El altar del incienso tipifica a Cristo en Su resurrección, como el incienso placentero y fragante en virtud del cual Dios nos extiende con gusto Su aceptación. Oramos con este Cristo a fin de tener contacto con Dios, para que Él sea complacido y nos hable. Hablamos a Dios en nuestra oración juntamente con Cristo, quien es el incienso aromático, y Dios nos habla en el dulce aroma de este incienso. Éste es el diálogo en la agradable comunión entre nosotros y Dios por medio de Cristo como el incienso aromático.