El nuevo hombre es de Cristo. Es Su Cuerpo, creado en Él en la cruz (Ef. 2:15-16). No es individual sino corporativo (Col. 3:10-11). En el nuevo hombre corporativo Cristo es el todo, y en todos; Él es todos y está en todos. Véase la nota Col. 3:119d.
Este libro revela, primero, que la iglesia es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-23), el reino de Dios, la familia de Dios (Ef. 2:19), y el templo, la morada de Dios (Ef. 2:21-22). Aquí revela, además, que la iglesia es el nuevo hombre. Éste es el aspecto más elevado de la iglesia. La iglesia es la asamblea de los que han sido llamados a salir. Éste es el aspecto inicial de la iglesia. A partir de esto, el apóstol hizo mención de los ciudadanos del reino de Dios y los miembros de la familia de Dios. Estos aspectos son más elevados que el inicial, pero no tan elevados como la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Sin embargo, el aspecto del nuevo hombre es todavía más elevado que el del Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, la iglesia no es sólo una asamblea de creyentes, un reino de ciudadanos celestiales, una familia de hijos de Dios, o incluso, un Cuerpo para Cristo. En su aspecto supremo y culminante es un nuevo hombre, cuyo objetivo es lograr el propósito eterno de Dios. Como Cuerpo de Cristo, la iglesia necesita a Cristo como su vida, mientras que como el nuevo hombre, la iglesia necesita a Cristo como su persona. Esta nueva persona corporativa debe llevar una vida como la que llevó Jesús sobre la tierra, esto es, una vida de realidad, una vida que exprese a Dios y haga que el hombre le experimente como realidad. Así pues, el enfoque de la exhortación del apóstol en esta sección es el nuevo hombre (vs. 17-32).