Así como la gracia y la realidad (la verdad) son los elementos básicos mencionados en Ef. 4:17-32, así también el amor y la luz (vs. 8-9, 13) son los elementos básicos de la exhortación del apóstol en Ef. 5:1-33. La gracia es la expresión del amor, y el amor es la fuente de la gracia. La verdad es la revelación de la luz, y la luz es el origen de la verdad. Dios es amor y Dios es luz (1 Jn. 4:8; 1:5). Cuando Dios es expresado y revelado en el Señor Jesús, Su amor se convierte en gracia, y Su luz se convierte en verdad. Después de recibir en el Señor a Dios como gracia y de conocerle como la verdad, acudimos a Él y disfrutamos de Su amor y Su luz. El amor y la luz son más profundos que la gracia y la verdad. Por lo tanto, el apóstol primero tomó la gracia y la verdad como los elementos básicos para su exhortación, y luego el amor y la luz. Esto implica que él quería que nuestro andar diario fuera más profundo, y que avanzara desde los elementos exteriores hacia los interiores.
El amor es la sustancia interna de Dios, mientras que la luz es el elemento expresado de Dios. El amor de Dios, el cual es interno, se puede sentir, y la luz de Dios, la cual es externa, se puede ver. Nuestro andar en amor debe estar constituido de ambos elementos, la sustancia amorosa y el elemento iluminador de Dios. Éstos deben ser la fuente interna de nuestro andar. El amor y la luz son más profundos que la gracia y la verdad.