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Capítulos de libros «La Epístola de Pablo a Tito»
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  • Véase la nota 1 Ti. 1:101b. La sana enseñanza siempre concuerda con la verdad (Tit. 1:14) de la fe (Tit. 1:13). Ella constituye el contenido de la enseñanza de los apóstoles, el contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Ésta no sólo imparte el suministro de vida a los creyentes y sana las enfermedades espirituales, sino que al hacerlo también conduce a la iglesia a una condición saludable con un buen orden. Por lo tanto, la sana enseñanza se recalca mucho en estos tres libros, 1 y 2 Timoteo y Tito, los cuales tratan con el desorden y la decadencia de la iglesia.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:24d.

  • Véase la nota 1 Ti. 2:23c.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:25e.

  • Véase la nota Tit. 1:133c.

  • O, comportamiento, incluyendo ademanes y costumbres.

  • La misma palabra traducida cosas sagradas en 1 Co. 9:13. Véase la nota 1 Co. 9:131.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:112.

  • Compárese con dados a mucho vino en 1 Ti. 3:8. Estar esclavizados puede ser peor que ser adictos.

  • Dando buena enseñanza.

  • La palabra griega significa hacer que tengan una mente sobria, una mente sana; volverlas a su sentido. Por tanto, esto es educar, desarrollar sano juicio y prudencia.

  • Lit., ser amadoras de sus esposos, amadoras de sus hijos.

  • Es decir, amables.

  • La palabra de Dios enseñada apropiada y adecuadamente en una iglesia local debe ser confirmada por la sumisión de las hermanas a sus propios maridos; de otro modo, la palabra podría ser difamada.

  • Difamada, censurada.

  • El apóstol le mandó a Tito que hablase según la sana enseñanza (v. 1). Ahora, le encarga además que se presente a sí mismo como ejemplo de buenas obras. En su enseñanza, la cual tenía que ser sana, él debía manifestar tres cosas:
    1) incorruptibilidad, o sea, no tener nada corrupto ni que corrompa sino ser totalmente puro, genuino y sincero con respecto a su contenido, presentación y motivo;
    2) dignidad, o sea que inspire reverencia y
    3) tener un hablar sano, un discurso dado con palabras sanas (1 Ti. 6:3) para ministrar cosas sanas, un hablar que no sea censurable ni reprensible (v. 8).

  • Véase la nota 1 Ti. 2:23c.

  • Incensurable, irreprensible.

  • Lit., el del lado opuesto o contrario; es decir, el opositor pagano o judío.

  • La sana enseñanza impartida mediante un sano hablar compuesto de palabras sanas es el antídoto más eficaz para las calumnias de los que se oponen. Tal enseñanza de la palabra de verdad, la cual ilumina e imparte vida, siempre tapa la boca a aquellos que, instigados por la serpiente antigua, se oponen con sus opiniones doctrinales.

  • No siervos, sino esclavos comprados en el mercado como bueyes o caballos. Indudablemente Pablo no estaba de acuerdo con el sistema esclavista. Sin embargo, por ser un maestro designado por Dios y alguien con visión espiritual, no quiso tocar el sistema social existente. De haberlo hecho, habría dado la impresión a sus lectores de que era un reformador social y no un maestro de la economía de Dios, con lo cual habría opacado su enseñanza acerca de expresar la vida divina de Cristo en nuestro vivir humano en medio de cualquier clase de sistema social.

  • Confiabilidad.

  • O, poner ornamentos. La misma palabra traducida ataviarse en 1 Ti. 2:9. La fidelidad de un esclavo puede llegar a ser el ornamento que adorne la enseñanza de Dios nuestro Salvador. ¡La enseñanza de Dios puede ser adornada incluso con la conducta de los esclavos!

  • Nuestro Salvador no es solamente Cristo, sino el Dios Triuno corporificado en Cristo, como lo indica el v. 13. Dios nuestro Salvador no solamente desea salvarnos, sino también impartirnos el pleno conocimiento de la verdad (1 Ti. 2:4). Por lo tanto, aquí se menciona la enseñanza de Dios nuestro Salvador, la cual puede ser embellecida, adornada, por el carácter transformado de las personas más viles que han sido salvas por la gracia de Dios.

  • Los vs. 11-14 nos dan un resumen notable de la economía, el plan, de la salvación de Dios. El apóstol usó esto como base para sus exhortaciones en los vs. 1-10.

  • La gracia de Dios es en realidad Dios mismo en Cristo como el todo para nosotros a fin de que lo disfrutemos. Véase la nota Jn. 1:171. Esta gracia juega el papel más importante en la economía, el plan, de la salvación de Dios.

  • La gracia vino por medio de Cristo (Jn. 1:17). Nos fue dada en la eternidad (2 Ti. 1:9), pero en el Antiguo Testamento estaba escondida. En el Nuevo Testamento, se manifestó por medio de la primera venida de Cristo (2 Ti. 1:10) trayendo salvación a todos los hombres, judíos y gentiles.

  • La eterna gracia de Dios, la gracia salvadora, fue destinada en Cristo a traernos la salvación de Dios, la salvación completa que comprende el perdón de pecados, la justificación, la reconciliación, la redención, la regeneración, la santificación, la transformación y la conformación a Su imagen, y fue destinada a redimirnos para Dios, a impartirnos Su vida, y a introducirnos en una unión orgánica con Él para el cumplimiento de Su propósito eterno.

  • Deseos que hallan su gratificación en este mundo. La impiedad es la ausencia de la expresión de Dios; los deseos mundanos son las expresiones de nuestra carne. Debemos renunciar tanto a la impiedad como a los deseos mundanos para llevar una vida en la que Dios sea expresado y la carne sea restringida.

  • Prudente, restringido. Debemos vivir sobriamente con respecto a nosotros mismos, justamente con respecto a los demás y piadosamente con respecto a Dios.

  • Es decir, con equidad.

  • Aguardando llenos de expectativa lo que es aceptado por fe.

  • La esperanza bienaventurada es la manifestación de Cristo en Su gloria. La manifestación de Cristo nos llevará a la plena filiación, es decir, a la redención de nuestro cuerpo, a fin de que podamos disfrutar la libertad de la gloria de los hijos de Dios, para lo cual fuimos salvos (Ro. 8:21-25). Ésta es la esperanza de vida eterna (Tit. 1:2), una esperanza de bendición eterna, una esperanza bienaventurada en la vida eterna del Dios Triuno; Pablo fue hecho apóstol sobre la base de tal esperanza.

  • La gloria del Padre (Mt. 16:27), la cual ha sido dada al Hijo (Jn. 17:24) y a la cual nosotros, como los muchos hijos de Dios, seremos llevados (He. 2:10). Por Su sabiduría Dios nos predestinó antes de las eras para esta gloria (1 Co. 2:7), y el Dios de toda gracia nos llamó y nos salvó en esta eterna gloria (1 P. 5:10; 2 Ti. 2:10). El peso o trascendencia de esta gloria es sobrepujante y eterno (2 Co. 4:17), y con esta gloria seremos glorificados (Ro. 8:17, 30). La aparición de la gloria de Cristo, nuestro gran Dios y Salvador, es la esperanza bienaventurada que estamos aguardando.

  • A través de los siglos ha habido dos escuelas de interpretación acerca de este título sagrado y divino, el cual es además notable, maravilloso y excelente:
    1) que se hace referencia a dos personas, Dios y Cristo;
    2) que hay una sola persona: Jesucristo, quien es nuestro gran Dios y Salvador, con lo cual se afirma la deidad de Cristo.
    Nosotros preferimos la segunda interpretación, con una coma después de Salvador.
    Esto corresponde a los dos títulos sagrados revelados en el nacimiento de Cristo: Jesús, que significa Jehová el Salvador, y Emanuel, que significa Dios con nosotros (Mt. 1:21-23). Nuestro Señor no sólo es nuestro Salvador, sino que también es Dios, y no solamente Dios, sino el gran Dios, el Dios que es grande en naturaleza, en gloria, en autoridad, en poder, en obras, en amor, en gracia y en todo atributo divino. En 1 Ti. 2:5 nuestro Señor es revelado como un hombre; aquí, es revelado como el gran Dios. Él es hombre y Dios. Se manifestará en Su gloria divina no solamente para salvar a Su pueblo y llevarlo a Su reino eterno, sino también para introducirlo en la gloria eterna de Dios (He. 2:10; 1 P. 5:10). Por consiguiente, Su manifestación en Su gloria es nuestra esperanza bienaventurada.

  • Por nuestro bien, y no en lugar nuestro.

  • Comprarnos por precio (1 Co. 6:20; 1 P. 1:18-19; 1 Ti. 2:6).

  • Lit., el no tener ley. Véase la nota 1 Jn. 3:42.

  • Una expresión tomada del Antiguo Testamento (Dt. 7:6; 14:2; 26:18), que denota un pueblo que es posesión personal de Dios como Su único y especial tesoro (Éx. 19:5), Su posesión (1 P. 2:9).

  • Todo lo mencionado en los vs. 1-14.

  • Lit., mandato. Con toda autoridad modifica a exhorta y convence. Exhortar y convencer con toda autoridad es aconsejar y convencer imperativamente en todo aspecto con palabras de autoridad, como dando órdenes.

  • Esta exhortación, junto con la autoridad mencionada en la frase anterior, constituye la conclusión de todos los encargos dados a Tito en este capítulo. Y, como tal, trata principalmente con el asunto de su enseñanza (vs. 1, 7-8, 15). La sana enseñanza junto con las sanas palabras según la piedad lo guardaron en dignidad, la cual inspira respeto y reverencia.

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