Establecer un lugar alto equivale a establecer una división. Por tanto, los lugares altos denotan división. Estos lugares fueron un sustituto y una alternativa al único lugar que Dios escogió con miras a salvaguardar la unidad de Su pueblo (véase la nota Dt. 12:51). En este libro, dos reyes — Salomón y Jeroboam— tomaron la iniciativa de establecer los lugares altos, aquél debido a que dio rienda suelta a su concupiscencia (véase la nota 1 R. 11:71) y éste debido a su ambición (véase la nota 1 R. 12:271). Por tanto, los lugares altos estaban relacionados con la concupiscencia, la ambición y la idolatría. Todas las divisiones entre el pueblo de Dios están vinculadas a estas tres perversidades.
Un lugar alto es una elevación, algo elevado por encima del nivel común a todos. Esto indica que un lugar alto implica la exaltación de algo. En principio, toda división en el cristianismo implica la elevación, la exaltación, de algo distinto a Cristo mismo. Todo lo que sea exaltado por encima de Cristo mismo, aun si esto fuese una enseñanza bíblica o una práctica conforme a las Escrituras, puede ser usado para el establecimiento de un “lugar alto” causante de división entre el pueblo de Dios. Véase la nota 1 Co. 1:29f y la nota 1 Co. 1:92.
Los lugares altos del Antiguo Testamento son un asunto que reviste gran significado, pues ellos causaron grave perjuicio al terreno de la unidad entre los elegidos de Dios. Una vez que estos lugares fueron establecidos, no fue fácil quitarlos, incluso para los buenos reyes (1 R. 15:14; 22:43; 2 R. 12:3; 14:4; 15:4, 35; cfr. 2 R. 18:4; 23:8, 12, 15, 19).