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Capítulos de libros «Zacarías»
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Mis lecturas
  • En los caps. 12—14 de este libro Cristo es revelado como el Mesías que regresa para ser entronizado en calidad de Rey que regirá no sólo sobre Israel, sino también sobre el mundo entero. Su primera venida, descrita en los caps. 9—11, fue humilde e íntima; Su retorno, descrito en los caps. 12—14, será con poder y autoridad.

  • Dios al crear, hizo tres cosas cruciales y de igual importancia: los cielos, la tierra y el espíritu del hombre. Los cielos fueron hechos para la tierra, la tierra fue hecha para el hombre, y el hombre fue creado por Dios con un espíritu a fin de que pudiese contactar a Dios, recibir a Dios, adorar a Dios, vivir a Dios, cumplir el propósito divino en pro de Dios y ser uno con Dios. En Su economía, Dios planeó que Cristo fuese la centralidad y universalidad de Su mover sobre la tierra. Así pues, era necesario que para Su pueblo escogido —cuyo interés estaría puesto en Cristo como su Creador y Redentor— Dios crease un órgano receptor, de modo que ellos estuviesen capacitados para recibir todo cuanto Dios planeó que Cristo fuese para ellos. Por tanto, este libro nos encomienda prestar suma atención a nuestro espíritu humano a fin de que podamos recibir al Cristo revelado en este libro y podamos entender todo lo revelado allí con respecto a Él (Ef. 1:17-18; 3:5). Véase la nota Gn. 2:75b, la nota Is. 42:51, la nota Jn. 4:244 y la nota Fil. 4:232b.

  • Los caps. 12—14 profetizan con respecto al destino de Israel en la gran guerra de Armagedón, en la salvación de toda su casa y en el milenio. La guerra de Armagedón será la guerra más grande que la humanidad haya experimentado jamás. Esta guerra tendrá lugar al final de los tres años y medio de la gran tribulación (Mt. 24:21; Dn. 7:25; 12:7; Ap. 11:2; 13:5). Aunque esta guerra será suscitada por el anticristo con la intención de destruir a Israel, será una guerra librada por el propio Satanás por intermedio de sus seguidores entre los hombres que conformarán su ejército terrenal, el cual combatirá en contra de Dios mismo, quien estará junto con Sus santos que conformarán Su ejército celestial (Zac. 14:2-5; Jl. 3:11; Ap. 16:13-14; 17:14; 19:14). El anticristo, la corporificación de Satanás, será el comandante en jefe del ejército de Satanás, y Cristo, la corporificación de Dios, será el comandante en jefe del ejército de Dios. En esta guerra divina, Cristo destruirá al anticristo mediante el aliento de Su boca y lo aniquilará mediante la manifestación de Su venida (2 Ts. 2:8). Esta guerra será el gran lagar de la ira de Dios que será pisado por Cristo a Su retorno, cuando Él regrese a juzgar el mundo (Is. 63:1-6; Ap. 14:17-20).

  • Aquí Ángel de Jehová se encuentra en aposición a Dios, mencionado en la frase inmediatamente anterior (cfr. Éx. 3:2-6 y la nota 2).

  • En Hch. 2 Dios derramó Su Espíritu sobre toda carne, y tres mil fueron salvos (Hch. 2:17, 41). Pero cuando Dios derrame el Espíritu de gracia sobre los habitantes de Jerusalén, muchos millares de Israel, incluso todo el linaje de Israel que esté vivo en ese tiempo, será salvo (Ro. 11:26-27). El Espíritu de gracia aquí se halla en contraste con el Espíritu de poder en Hch. 1:8 y 2:1-4. El Espíritu de poder tiene por finalidad fortalecernos, pero el Espíritu de gracia tiene por finalidad introducirnos en el disfrute del Dios Triuno. En Hch. 2, al inicio de la era de la gracia, la era de la iglesia, el Espíritu era principalmente el Espíritu de poder, pero en este versículo, al final, la consumación, de la era de la gracia, el Espíritu será principalmente el Espíritu de gracia a fin de que el Dios Triuno sea disfrutado. Los judíos presentes el día de Pentecostés eran obstinados y se habían endurecido; por tanto, el Espíritu de poder fue derramado para inspirar a algunos de ellos a arrepentirse. Pero aquella mitad de los pobladores de Jerusalén que sobrevivirán el ataque del anticristo y sus ejércitos (14:2) habrá perdido todo interés en cosa alguna que no sea Dios mismo y ya se habrán arrepentido. Por tanto, el Espíritu de gracia será derramado sobre ellos a fin de que puedan recibir al Dios Triuno como su disfrute.

  • Al final de la guerra de Armagedón, Cristo vendrá a la tierra, y el remanente de Israel mirará a Aquel a quien ellos han traspasado (Jn. 19:34, 37; Ap. 1:7), se arrepentirán y plañirán, y creerán en Cristo y le recibirán. De este modo, todo Israel será salvo (Ro. 11:26-27). En esto consistirá la salvación de toda la casa de Israel efectuada por Dios.

  • Aunque fueron sus antepasados los que traspasaron al Señor Jesús, Dios lo considera como algo hecho por éstos que se arrepienten.

  • Que Cristo fuese traspasado es el fundamento de la redención (Jn. 19:34). Si Cristo no hubiese sido traspasado, no habría base para nuestra redención.

  • El Israel arrepentido plañirá por el Cristo que es el Hijo único de Dios (Jn. 1:18; 3:16) y llorará amargamente por Aquel que es el Hijo primogénito de Dios (Ro. 8:29; He. 1:6a). Que Cristo sea el Hijo unigénito tiene por finalidad que seamos redimidos y recibamos vida eterna (Jn. 3:14-16). Que Cristo llegase a ser el Hijo primogénito mediante Su muerte y resurrección (Ro. 1:3-4) tiene por finalidad que seamos hechos hijos de Dios en calidad de herederos aptos para heredar todo cuanto Dios es, esto es, que recibamos todas las riquezas del Dios Triuno, participemos de ellas y las disfrutemos (Ro. 8:14-17; Gá. 3:26, 29). Al arrepentirse, Israel comprenderá que Cristo, el Hijo unigénito, los ha redimido y les ha traído la vida eterna, y que Cristo, el Hijo primogénito, los ha hecho herederos para que hereden las riquezas del Dios Triuno a manera de disfrute.

  • Zacarías se vale, a manera de ilustración, de tres clases de familias: la familia real, que es la familia de David (David y Natán), la familia sacerdotal (Leví) y la familia de un hombre malvado (Simei, quien maldijo a David, 2 S. 16:5-8). Todos los que miren a Cristo, Aquel que fue traspasado, con espíritu arrepentido plañirán por Él.

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