El altar del incienso representa a Cristo como el Intercesor que mantiene la relación entre Dios y Su pueblo (Ro. 8:34; He. 7:25; Ap. 8:3). La manera en que estaba dispuesto el tabernáculo con sus enseres es un cuadro exacto y detallado de la administración de Dios, la economía de Dios, en el universo. Según este cuadro el Arca es el foco, pero en términos prácticos, el altar del incienso ocupa el lugar central. El Cristo intercesor ocupa el lugar central en la ejecución del gobierno de Dios sobre la tierra. Según Ap. 8:3-6, el intercesor no es meramente Cristo el individuo, sino el Cristo corporativo, la Cabeza con el Cuerpo. Cristo —la Cabeza— intercede en los cielos, y la iglesia —el Cuerpo— intercede en la tierra (1 Ti. 2:1).
En Éxodo, el altar del incienso es revelado después del tabernáculo con su mobiliario y después del equipamiento del sacerdocio. Esto indica que el servicio sacerdotal comienza en el altar del incienso, donde las oraciones de intercesión son ofrecidas a Dios (Lc. 1:10). El altar del incienso es el lugar desde el cual son motivadas todas las otras actividades que ocurren en los otros lugares del tabernáculo. No es meramente un mueble en el pasadizo del tabernáculo; más bien, puede ser comparado al motor que impulsa la operación de todas las otras piezas. Por tanto, en nuestra experiencia del tabernáculo (véase la nota He. 9:43c), el altar del incienso destaca como punto que marca un giro; dicho altar hace que todos los aspectos del tabernáculo y del atrio se vuelvan eficaces en términos de nuestra experiencia. La oración de intercesión también motiva a otros a acudir a Cristo en el altar del holocausto, en el lavacro, en la mesa, en el candelero y en el Arca que está en el Lugar Santísimo. Según Ap. 8:3, el altar del incienso está directamente frente al trono de la autoridad de Dios, que también es el trono de la gracia (véase la nota Ap. 4:22b). La oración ofrecida en el altar del incienso, oración que es ofrecida en Cristo y con Él como incienso (véase la nota Éx. 30:71b), gobierna la impartición de gracia hecha por Dios y motiva la ejecución de la administración divina. Por tanto, esta oración gobierna el universo.