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Capítulos de libros «Éxodo»
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  • La cubierta del tabernáculo consistía de cuatro capas. La primera capa, la de más adentro (vs. 1-6), designada aquí como el tabernáculo mismo, consistía de diez cortinas de lino fino torcido con hilos de color azul, púrpura y escarlata. El número diez representa la condición de perfecto y completo en el hombre (véase la nota Ap. 2:102g), y las cortinas de lino fino tipifican la fina humanidad de Cristo. Por tanto, la primera capa de la cubierta tipifica a Cristo como hombre fino, perfecto y completo, que no tiene defecto, carencia o exceso alguno (Jn. 19:4; 2 Co. 5:21; He. 4:15; 7:26; 1 P. 2:22). Esta capa no sólo era una cubierta, sino que también protegía las tablas erguidas del tabernáculo con todo lo que éste contenía, lo cual significa que la humanidad del Señor Jesús cubre, protege y abarca a todos Sus creyentes, la iglesia. La primera capa de la cubierta, que conforma el cielo raso del tabernáculo, es la expresión interna de la belleza y gloria del Señor Jesús en Su humanidad.

  • El lino fino representa la conducta justa (Ap. 19:8). Que sea fino significa equidad, y que sea torcido significa que, por haber sido probado mediante los sufrimientos, no es descuidado. Así pues, el lino fino torcido representa el vivir fino de Cristo manifestado en medio de sufrimientos y pruebas.

  • Véase la nota Éx. 25:41a.

  • Los querubines denotan la gloria de Dios manifestada en la criatura (Ez. 1:5, 22; 10:1, 18; He. 9:5). Aquí los querubines bordados en las cortinas de lino representan la gloria de Dios manifestada en Jesús como hombre, como criatura (Jn. 1:14; Col. 1:15). Que no se proporcione el número de los querubines indica que la gloria de Dios manifestada en Su criatura es inconmensurable (cfr. la nota Éx. 25:191 y la nota Éx. 25:391).

  • Aquí el hábil artífice, el bordador, representa al Espíritu Santo, y el bordado de los querubines en las cortinas representa la obra constitutiva del Espíritu Santo en el Señor Jesús para hacer que la gloria de Dios sea manifestada en la criatura. Cfr. la nota Sal. 45:141.

  • Cinco es el número de responsabilidad (cfr. la nota Mt. 25:21a), y dos es el número de testimonio (Dt. 19:15). Los dos conjuntos de cinco cortinas unidas entre sí (vs. 4-6) representan el vivir continuo del Señor Jesús, quien llevó una vida de responsabilidad a fin de constituir un testimonio.

    Al unirse los dos conjuntos de cinco cortinas se formaba un gran toldo que medía cuarenta codos por veintiocho codos. El número veintiocho se compone del número cuatro multiplicado por siete, donde el número cuatro representa al hombre como criatura de Dios (Ez. 1:5) y el número siete significa compleción (véase la nota Ap. 1:41a). Por tanto, la longitud de cada cortina también representa la condición completa y perfecta del Señor Jesús como hombre (cfr. la nota Éx. 26:11). El número cuarenta representa ser examinados y probados (He. 3:9; Mt. 4:2). Por tanto, los cuarenta codos representan que el Señor, en calidad de hombre completo y perfecto, fue puesto a prueba, y que Él fue aprobado como tal por Dios y por los hombres.

    El propio tabernáculo tenía treinta codos de largo, diez de ancho y diez de alto (véase la nota Éx. 26:181 y la nota Éx. 26:331). Cuando el tabernáculo era erigido, el toldo de cortinas de lino se extendía sobre las tablas erguidas (vs. 15-30). Diez codos de este toldo colgaban por la parte posterior del tabernáculo y nueve codos a cada lado, sin que colgase nada por el frente, donde estaba la entrada del tabernáculo. El número nueve, compuesto del número tres multiplicado por tres, representa al Dios Triuno en resurrección. Que el toldo colgase nueve codos a cada lado significa que el Señor Jesús era un hombre perfecto y completo, de quien desbordaba el Dios Triuno en resurrección de una manera pareja y equilibrada.

  • Las presillas representan disponibilidad para unirse a otros. Que las presillas estuvieran colocadas a la orilla de la cortina que está al extremo de cada uno de los dos conjuntos de cinco cortinas indica que ellas son el fruto de llevar una vida de responsabilidad para constituir un testimonio (véase la nota Éx. 26:31).

  • Los corchetes de oro representan el poder para unir propio de la naturaleza divina. La unión entre las cortinas hacía del tabernáculo una unidad, lo cual significa que todas las virtudes del Señor Jesús forman parte de un solo testimonio que es perfecto, completo e íntegro.

  • Véase la nota Éx. 25:43. La segunda capa de la cubierta tipifica a Cristo como Aquel que fue hecho pecado por nosotros (2 Co. 5:21) y murió en la cruz por nuestros pecados (1 Co. 15:3; 1 P. 2:24; 3:18). Las primeras dos capas de la cubierta representan conjuntamente que el Señor Jesús, el hombre perfecto, fue hecho pecado a los ojos de Dios para nuestra redención.

  • En el v. 1 la primera capa de la cubierta del tabernáculo es designada el tabernáculo mismo, y aquí la cortina de pelo de cabras es designada una tienda que cubre y protege el tabernáculo.

  • Como hombre perfecto, Cristo es celestial; pero cuando fue hecho pecado por nosotros, no era celestial. Por tanto, no se indica que las presillas de la segunda capa fuesen azules (cfr. v. 4).

  • Los corchetes representan el poder para unir, y el bronce representa el juicio de Dios (Nm. 16:39; 21:8-9). Que la tienda estuviese unida por corchetes de bronce significa que el justo juicio de Dios mantiene íntegro a Cristo —como persona completa—, quien fue juzgado y puesto a prueba.

  • Al unirse las cortinas de la segunda capa, se formaba un rectángulo que medía cuarenta y cuatro codos por treinta codos. Esta capa de pelo de cabras era puesta sobre el tabernáculo de tal modo que colgaba por la parte de atrás y por los dos lados (vs. 12-13), cubriendo completamente las tablas erguidas y las cortinas de lino. Según el v. 9, la sexta cortina se doblaba sobre el frente de la tienda para ofrecer protección y fortalecimiento. Que la extensión de la tienda colgara cubriendo tanto la parte posterior como los dos lados del tabernáculo indica que después de que Cristo fue hecho pecado y fue juzgado por Dios en lugar de los pecadores, Él se convirtió en la cubierta y protección de los creyentes, quienes componen la morada de Dios (véase la nota Éx. 26:151).

  • La extensión de la tienda que colgaba por ambos lados del tabernáculo era un codo más larga que la extensión de las cortinas de lino (v. 8a, cfr. v. 2a). Por tanto, las cortinas de lino estaban completamente protegidas por la tienda de pelo de cabras. La extensión que colgaba por ambos lados representa al Cristo redentor que ha llegado a ser la protección de la morada de Dios en toda circunstancia, ya sea ésta adversa (al norte, v. 20) o favorable (al sur, v. 18) (cfr. 2 Co. 12:7-10; Fil. 4:12-13).

  • Véase la nota Éx. 25:51a. La tercera capa de la cubierta tipifica a Cristo como Aquel que efectuó la redención al morir y derramar Su sangre para satisfacer la necesidad de Dios y la nuestra (He. 9:12-14; 1 P. 1:18-19; Col. 1:14). Los carneros son machos, lo cual representa a Cristo como varón fuerte que murió por nuestra redención.

    Las primeras tres capas de la cubierta significan que debido a que el hombre perfecto (la primera capa, el lino fino), Jesucristo, fue hecho pecado por nosotros (la segunda capa, el pelo de cabra) como nuestro Sustituto, la redención fue efectuada (la tercera capa, la piel de carnero teñida de rojo). La redención plena y completa efectuada por Cristo, la cual es Cristo mismo, cubre a los escogidos y redimidos por Dios, quienes conforman Su morada.

  • Véase la nota Éx. 25:52. La cuarta capa de la cubierta, hecha de pieles de marsopa, representa al Cristo cuyo aspecto no era atractivo ni hermoso (Is. 53:2). La cubierta de pieles de marsopa protegía el tabernáculo de las tormentas y las lluvias, lo cual significa que Cristo como nuestra cubierta nos capacita para permanecer firmes contra Satanás y todos sus ataques.

  • Las paredes del tabernáculo, compuestas de tablas erguidas, tipifican a los creyentes conjuntamente edificados que llegan a ser la morada de Dios (Ef. 2:22; 1 P. 2:5). Por tanto, la iglesia, el Cristo corporativo (1 Co. 12:12), está incluida juntamente con Cristo, el individuo, en el tipo del tabernáculo (véase la nota Éx. 25:92b). En el cuadro del tabernáculo, el Cristo corporativo está cubierto por Cristo el individuo (cfr. 2 Co. 12:9). El hecho de que en Éxodo se revele la cubierta del tabernáculo antes que las tablas indica que la obra redentora de Cristo tenía que realizarse antes que la iglesia pudiera existir como tal.

  • Las tablas estaban hechas de madera de acacia recubierta de oro (v. 29), los mismos materiales usados para fabricar el Arca (Éx. 25:10-11). Esto indica que las tablas eran el agrandamiento y la extensión del Arca. Asimismo, los creyentes en Cristo, tipificados por las tablas, son el agrandamiento y la extensión de Cristo, el testimonio de Dios (Jn. 12:23-24; 2 Co. 10:1; Fil. 1:8, 20-21a). Por la regeneración, los creyentes han recibido la humanidad elevada de Jesús y Su naturaleza divina que los recubre, a fin de llegar a ser tablas de madera de acacia recubiertas de oro. Que la madera de acacia fuese recubierta de oro significa que la naturaleza divina de Cristo se hizo una con la naturaleza humana de los creyentes a fin de ser la expresión de Dios.

  • Que la anchura de cada tabla sea de un codo y medio significa que cada creyente es la mitad de una unidad, por lo cual necesita ser complementado por otro creyente a fin de formar una unidad completa de tres codos para la edificación de la morada de Dios. Cfr. la nota Éx. 25:103.

  • Las espigas y las basas (vs. 17, 19) mantenían las tablas erguidas, mientras que los anillos y las barras (vs. 26-29) las unían, con lo cual las tablas individuales del tabernáculo llegaban a conformar una sola entidad corporativa.

  • A cada lado del tabernáculo había diez pares de tablas (vs. 18, 20) que formaban una pared de treinta codos. Puesto que el número diez representa compleción en términos humanos (véase la nota Ap. 2:102g) y tres representa al Dios Triuno en resurrección, el número treinta —que es tres veces diez— indica la humanidad perfecta y completa que está en resurrección con el Dios Triuno. Éste es el testimonio de la iglesia edificada.

  • Las basas representan estabilidad para permanecer de pie. Cada basa estaba hecha de un talento (aproximadamente cien libras) de plata (Éx. 38:27), lo cual representa la redención efectuada por Cristo como sólido fundamento que permite a los creyentes permanecer firmes en la morada de Dios (Jn. 14:2-3 y la nota 3). Las dos espigas, que entraban en las dos basas debajo de cada tabla, podrían representar nuestra completa fe en la redención efectuada por Cristo, redención que nos concede una posición firme e inconmovible (2 Co. 1:24; Ro. 5:2; Gá. 5:1).

  • Lit., una. Así también en los vs. 21, 25; 36:24, 26.

  • Una esquina es donde ocurre un giro. Que las tablas de la esquina fuesen dobles (v. 23) significa que cada vez que en el mover del Señor se efectúa un giro, existe la necesidad de redoblar, fortalecer, reforzar. Por ejemplo, en Antioquía se hizo un giro hacia el mundo gentil; para esto Bernabé y Saulo fueron redoblados y fortalecidos a fin de ser tablas esquineras con miras a la edificación de la iglesia (Hch. 13:2, 46).

  • En el tabernáculo había un total de cuarenta y ocho tablas (vs. 18, 20, 25). El número cuarenta y ocho está compuesto de seis veces ocho. El número seis alude al hombre creado en el sexto día, quien cayó y después fue redimido, y el número ocho alude a la resurrección, ocurrida en el octavo día, el primer día de una nueva semana (Jn. 20:1). Por tanto, seis veces ocho indica que los creyentes, como tablas erguidas del tabernáculo, son personas creadas y redimidas que están en resurrección.

  • Las barras eran de madera de acacia, en virtud de la cual podía establecerse una firme conexión, y estaban recubiertas de oro, en virtud del cual podía haber unidad. Ellas representan al Espíritu inicial (véase la nota Éx. 26:292), el cual llega a ser el Espíritu que une, y dicho Espíritu une a todos los miembros de Cristo en un solo Cuerpo (Ef. 4:3-4). Las tablas tenían como base la plata, que representa la obra redentora de Cristo, y estaban unidas por el oro, que representa a la persona divina de Cristo. Que las barras fuesen de madera de acacia indica que la unidad del Espíritu no solamente requiere de la divinidad de Cristo, sino también de Su humanidad (Ef. 4:2 y la nota). En realidad, las barras que unen no representan sólo al Espíritu Santo, sino al Espíritu Santo mezclado con nuestro espíritu humano (Ro. 8:16): el espíritu mezclado, que incluye tanto divinidad como humanidad.

  • Había cinco barras para las tablas a cada lado del tabernáculo (vs. 26-27); la barra central se extendía de un extremo a otro y su longitud era el doble de las otras barras. Así, las cinco barras formaban tres líneas, lo cual indica que había tres anillos en cada tabla para sostener las barras.

    Unir las tablas del tabernáculo requería hacer pasar las barras por los anillos de cada tabla a fin de juntar las tablas. Esto significa que los creyentes en Cristo son unidos siempre que su espíritu coopera con el Espíritu, lo cual permite que el Espíritu que une pase a través de ellos para unirlos a otros creyentes.

  • Para constituir una sola entidad como morada de Dios, las cuarenta y ocho tablas del tabernáculo tenían que estar juntas en unidad. La unidad de las tablas del tabernáculo no se lograba en virtud de la madera de acacia, sino en virtud del oro que recubría la madera. El oro representa al Dios Triuno con Su naturaleza divina, y el resplandor del oro representa la gloria de Dios. La unidad de las tablas en virtud del oro que las recubría simboliza la unidad de los creyentes en el Dios Triuno y en Su gloria, Su expresión. Ésta es la unidad en términos prácticos por la cual el Señor oró en Jn. 17:21-23. Esta unidad equivale a la edificación conjunta de los creyentes para ser la morada de Dios (cfr. Jn. 14:23).

  • Los anillos de oro representan al Espíritu que sella (Ef. 1:13), el Espíritu inicial, esto es, el Espíritu que regenera (Jn. 3:6), el cual Dios nos dio en el momento en que creímos en Cristo (Gn. 24:22; Lc. 15:22; Hch. 2:38). Puesto que el número tres representa al Dios Triuno en resurrección, los tres anillos (véase la nota Éx. 26:281, párr. 1) indican que el Espíritu todo-inclusivo del Dios Triuno en resurrección (Jn. 7:39) une a los creyentes (Ef. 4:3).

  • En cuanto a su material, color y confección, el velo era exactamente igual a la primera capa de la cubierta del tabernáculo (v. 1). El velo, que representa la carne de Cristo (He. 10:20), separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (v. 33) y servía, además, para cubrir el Arca del Testimonio (Nm. 4:5). Esto representa la separación producida entre el hombre caído y Dios a causa de la carne del hombre (Gn. 6:3; cfr. Gn. 3:22-24 y las notas). Este velo fue rasgado mediante la crucifixión de Cristo, lo cual significa que la carne de pecado fue crucificada al morir Cristo en la cruz para abrir un camino nuevo y vivo a fin de que todo pecador pueda contactar a Dios sobre Cristo, quien es la cubierta propiciatoria en el Lugar Santísimo (Mt. 27:51 y la nota 1; He. 10:19-20; Ro. 3:25; cfr. Éx. 25:22).

  • Lit., darás. Así también en el v. 33.

  • Las columnas, al igual que las tablas, eran de madera de acacia recubierta de oro y estaban apoyadas en basas de plata, que representan la redención efectuada por Cristo. Por tanto, las columnas representan a los creyentes (Gá. 2:9; Ap. 3:12; 1 Ti. 3:15) que son fuertes para portar el testimonio de la encarnación y crucifixión de Cristo. Que el velo fuese adherido a las columnas implica la identificación, la unidad, que hay entre Cristo como velo con aquellos creyentes que son columnas. Quienes son columnas en la morada de Dios ya no viven en la carne, sino que portan el testimonio de que el velo de su carne ha sido rasgado, esto es, que ellos mismos han sido aniquilados y su carne ha sido crucificada juntamente con Cristo (Gá. 2:20; 5:24). El velo rasgado, unido a las columnas, se convierte en una entrada por la cual el pueblo de Dios entra al Lugar Santísimo a fin de obtener el pleno disfrute de Dios. Véase la nota Éx. 26:371.

  • Los ganchos de oro que unían el velo a las columnas representan la fuerza de la naturaleza divina para sostener y conectar, mediante la cual los creyentes más fuertes están conectados a Cristo para portar el testimonio de Su encarnación y crucifixión.

  • En el tabernáculo había un total de cien basas de plata, noventa y seis para las tablas y cuatro para las columnas. El número diez representa compleción en términos humanos (véase la nota Ap. 2:102g), y el número cien, que es diez veces diez, representa el cumplimiento pleno y completo de las exigencias impuestas por los Diez Mandamientos. Las cien basas eran hechas de la plata para expiación que había sido recolectada entre el pueblo (Éx. 30:11-16; 38:25, 27), lo cual significa que el pueblo redimido por Dios —como tablas y columnas para la edificación de la morada de Dios— está firmemente establecido sobre la sólida redención efectuada por Cristo.

  • El velo era colgado debajo de los cincuenta corchetes de la primera capa de la cubierta (v. 6) formando así, en el cielo raso del tabernáculo, una línea de veinte codos desde la entrada y diez codos desde la pared de atrás. Esto indica que el Lugar Santísimo era un cubo que medía diez codos a cada lado, y que el Lugar Santo, el cual medía veinte codos por diez codos por diez codos, era dos veces más amplio que el Lugar Santísimo; más aún, el velo era un cuadrado de diez codos por diez codos. Cfr. la nota Éx. 26:31, párr. 3 y la nota Éx. :18*1.

  • El tabernáculo en Éxodo era un lugar al que se podía entrar. Mediante Su encarnación, Dios no solamente se hizo hombre, sino que además Él se convirtió en el tabernáculo al que podemos entrar (Jn. 1:14). La intención original de Dios era que todos los hijos de Israel fuesen sacerdotes (Éx. 19:6) y gozaran del derecho a entrar en el tabernáculo, esto es, a entrar en Dios y morar en Él. En el Antiguo Testamento los sacerdotes podían entrar en el tabernáculo, y hoy todos los creyentes en Cristo, como sacerdotes (Ro. 15:16; 1 P. 2:5, 9; Ap. 1:6), pueden entrar en Dios y morar en Él (1 Jn. 4:13, 15). El Dios encarnado ha llegado a ser nuestra morada, nuestro hogar, un lugar deleitoso (cfr. Sal. 90:1; Ap. 21:22).

  • El lienzo, que servía de entrada a la tienda, era del mismo material que la primera capa de la cubierta y que el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (cfr. vs. 1, 31). El lienzo representa a Cristo en Su humanidad perfecta como Aquel que mantiene toda persona y cosa negativa fuera de la morada de Dios, y como Aquel que murió por nuestros pecados bajo el juicio de Dios (1 Co. 15:3; 1 P. 2:24; 3:18) a fin de que podamos ser perdonados por Dios y entrar en el Lugar Santo de Su morada para comenzar a disfrutar todas las riquezas de Dios en Cristo.

    El lienzo y el velo en el tabernáculo representan dos aspectos de la muerte todo-inclusiva de Cristo. El lienzo indica que Cristo murió por nuestros pecados para que nuestros pecados fuesen perdonados y para que fuésemos justificados por Dios. El velo indica que Cristo murió por nosotros, los pecadores (2 Co. 5:14-15, 21), para que nuestra carne, nuestra naturaleza caída, fuese raída, crucificada, a fin de que pudiésemos entrar en el Lugar Santísimo para disfrutar a Dios al máximo. Estas dos cortinas guardan relación con los dos aspectos de la reconciliación mencionados por Pablo en 2 Co. 5:18-21 (véase la nota 2 Co. 5:202).

  • Al igual que las cuatro columnas adheridas al velo (v. 32), las cinco columnas adheridas al lienzo representan a los creyentes más fuertes que están identificados con el Cristo encarnado y crucificado (véase la nota Éx. 26:322 y la nota Éx. 26:323). Estas columnas a la entrada del tabernáculo son los evangelistas, quienes anuncian a todos que Cristo murió por sus pecados. Las columnas dentro del tabernáculo son aquellos que experimentan a Cristo de una manera más profunda, quienes se adhieren diariamente al velo rasgado, al Cristo que fue aniquilado en Su carne, y portan el testimonio de haber sido crucificados con Cristo (cfr. Gá. 2:20). Estas dos clases de columnas proveen las entradas por las cuales los pecadores son salvos y entran en la morada de Dios para, después, ser aniquilados a fin de poder entrar al Lugar Santísimo de Dios, donde disfrutan a Dios mismo en Su plenitud.

    Entre las cinco columnas que sostenían el lienzo había cuatro entradas al tabernáculo, y entre las cuatro columnas que sostenían el velo había tres entradas al Lugar Santísimo. El hecho de que el lienzo tenía cuatro entradas indica que la morada de Dios está abierta a toda persona proveniente de los cuatro ángulos de la tierra (Ap. 5:9). Las tres entradas en el velo indican que el propio Dios Triuno es la entrada para que Su pueblo redimido entre no sólo en Su morada, sino en Él mismo. Cfr. Ap. 21:12-13 y la nota Ap. 21:131.

  • El bronce representa el justo juicio de Dios ejecutado sobre los rebeldes (Nm. 16:38-39; 21:9). Las cinco basas de bronce indican que Cristo fue juzgado por Dios a causa de nuestros pecados. Véase la nota Éx. 27:22.

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