Los primeros cuatro sellos consisten en cuatro caballos y sus jinetes y son como una carrera de cuatro caballos. Los cuatro jinetes no son personas sino cosas personificadas. Es evidente que el jinete del segundo caballo, el caballo bermejo, es la guerra (v. 4), que el jinete del tercer caballo, el caballo negro, es el hambre (v. 5), y que el jinete del cuarto caballo, el caballo amarillento, es la muerte (v. 8). Según los hechos históricos, el jinete del primer caballo, el caballo blanco, debe de ser el evangelio, y no Cristo ni el anticristo, como algunos interpretan. Inmediatamente después de la ascensión de Cristo, estas cuatro cosas —el evangelio, la guerra, el hambre y la muerte— empezaron a correr como jinetes en cuatro caballos, y continuarán corriendo hasta que Cristo regrese. A partir del primer siglo, el evangelio se ha propagado a lo largo de estos veinte siglos. Simultáneamente, la guerra entre los seres humanos ha proseguido. La guerra siempre ha causado hambre y el hambre produce muerte. Todo esto continuará hasta el fin de esta era.