La palabra griega significa destructor. Como destructor, el anticristo causará gran devastación (Dn. 8:23-25).

La palabra griega significa destructor. Como destructor, el anticristo causará gran devastación (Dn. 8:23-25).
En el primer ay, el de la quinta trompeta, Satanás cae del cielo a la tierra, y el anticristo sube del abismo, y los dos actúan conjuntamente para atormentar al hombre. El ay de la quinta trompeta debe de ser el principio de los ayes más severos de la gran tribulación (Mt. 24:21 véase la nota Ap. 11:24d), puesto que en la quinta trompeta Satanás cae del cielo para dañar la tierra y perseguir al pueblo de Dios por tres años y medio (6, Ap. 12:10, 12-17); y dado que al mismo tiempo (los últimos tres años y medio) el anticristo sube del abismo para colaborar con Satanás en atormentar a los hombres, perseguir a los santos y blasfemar contra Dios (Ap. 13:5-7; 11:7), y puesto que en esos mismos tres años y medio la ciudad santa, Jerusalén, es entregada a los gentiles para destrucción (Ap. 11:2). El segundo ay, el de la sexta trompeta, y el tercero, el de la séptima trompeta (Ap. 8:13; 9:12; 11:14), han de formar también dos de los ayes más severos de la gran tribulación. Estos tres ayes, junto con el daño ocasionado por el sexto sello y las primeras cuatro trompetas, constituirán una prueba sobre todos los que moran en la tierra (Ap. 3:10).
La sangre de la expiación se aplicaba a los cuatro cuernos del altar de oro, el altar del incienso, para expiación (Éx. 30:10), es decir, para redención. La voz que sale de los cuatro cuernos del altar de oro indica que el juicio de Dios sobre el hombre está basado en la redención efectuada por Cristo, es decir, viene porque los hombres no creen en la redención efectuada por Cristo.
Las colas de estos caballos, las cuales son como serpientes, son más venenosas que las de las langostas, las cuales son como escorpiones (v. 10). Las langostas sólo atormentan a los hombres por cinco meses (vs. 5, 10), mientras que los caballos matan a la tercera parte de los hombres (vs. 15, 18). Esto significa que el ay de la sexta trompeta es más severo que el de la quinta.
La meta del juicio de Dios es que los hombres se arrepientan.
Los vs. 7-9 son muy similares a lo que se dijo a Israel en Jl. 2:4-5, 25; 1:6. Esto, junto con el hecho de que los israelitas necesitan ser sellados por Dios (Ap. 7:3-8) para escapar del daño infligido por las langostas, tal vez indique que el ay de la quinta trompeta afectará específicamente a los israelitas.
Lit., el aspecto de las langostas era semejante.
Las plagas de las primeras cuatro trompetas no fueron dirigidas al hombre, mientras que los ayes de las últimas tres trompetas sí. Los israelitas que tengan el sello de Dios en sus frentes serán los únicos que no sufrirán el daño infligido por las langostas poseídas por demonios (Ap. 7:3-8).
Estas langostas no son como las mencionadas en Éx. 10:12-15, dado que éstas tienen colas como escorpiones, y también aguijones, y dañan a los hombres (v. 10). Han de estar poseídas por demonios, porque salen del humo que proviene del pozo del abismo, la morada de los demonios (v. 2).
El abismo es la morada de los demonios (Lc. 8:31).
Esta estrella representa a Satanás, quien será arrojado del cielo a la tierra. Los ángeles son asemejados a estrellas (Job 38:7; Ap. 12:4). Satanás, como arcángel, era el lucero de la mañana (Is. 14:12). En Lc. 10:18 se menciona el juicio dictado sobre él. Aquí y en Ap. 12:9-10 vemos la ejecución de dicho juicio.
La expresión para la hora, día, mes y año indica que los cuatro ángeles han sido preparados para la hora, el día, el mes y el año, en total trece meses, un día y una hora, para matar a los hombres. La matanza durará primero una hora, luego un día, luego un mes, y por último un año.
Los doscientos millones de jinetes que vienen de donde sale el sol participarán en la batalla de Armagedón (Ap. 16:12-16; 19:17-21).
En contraste con Sal. 115:5; 135:16, este versículo no dice que los ídolos no hablan, porque la imagen del anticristo sí habla (Ap. 13:15).