Véase la nota Mt. 28:12b y la nota Jn. 20:11b.
Véase la nota Mt. 28:12b y la nota Jn. 20:11b.
Véase la nota Jn. 20:11b.
O, brillantes.
Véase la nota Mr. 16:91.
La madre del Salvador-Hombre.
Lit., a sus ojos.
Usado en el lenguaje médico para referirse a las incoherencias dichas en el delirio.
Un estadio equivale a unos 180 metros; por lo tanto, 60 estadios equivalen a unos 11 kilómetros.
Ahora el Salvador-Hombre estaba en resurrección andando con los dos discípulos. Esto era diferente de caminar con Sus discípulos antes de Su muerte (Lc. 19:28).
En su ceguera ellos pensaban que sabían más que el Salvador resucitado.
Lit., un varón, un profeta. Los discípulos conocían al Salvador en la carne (2 Co. 5:16), y no en Su resurrección. Ellos conocían el poder que Él tenía al obrar y al hablar, mas no el poder de Su resurrección (Fil. 3:10).
La palabra griega indica torpeza en la percepción.
Se refiere a Su resurrección (v. 46), la cual le introdujo en la gloria (1 Co. 15:43a; Hch. 3:13, 15a).
Incluye la ley de Moisés, los profetas y el libro de los Salmos (v. 44), es decir, todo el Antiguo Testamento.
El Salvador caminó con ellos (v. 15) y se quedó con ellos (v. 29), pero sólo cuando le dieron el pan, y Él lo partió, los ojos de ellos fueron abiertos y le reconocieron. Ellos necesitaban que Él caminara y se quedara con ellos, pero Él necesitaba que ellos le trajeran el pan para partirlo y así abrir sus ojos a fin de que le vieran en realidad.
Lit., Él se les hizo invisible. El Salvador todavía estaba con ellos. No los dejó, sino que solamente se hizo invisible.
Un fantasma o un espectro.
Éste es el cuerpo resucitado del Salvador-Hombre, el cual es espiritual (1 Co. 15:44) y glorioso (Fil. 3:21 y la nota 3).
Lit., dudaban.
La ley de Moisés, los profetas y el libro de los Salmos, forman las tres secciones del Antiguo Testamento, es decir, de “todas las Escrituras” (v. 27). Aquí la palabra del Salvador revela que todo el Antiguo Testamento es una revelación de Él, y que Él es su centro y su contenido.
Indica que para comprender las Escrituras se requiere que el Señor Espíritu abra nuestro entendimiento por medio de Su iluminación (Ef. 1:18).
El perdón de los pecados solamente podía ser proclamado después que se hubiese realizado la muerte vicaria del Salvador-Hombre por los pecados de los hombres, y después que hubiese sido validada por Su resurrección (v. 46; cfr. Ro. 4:25). El Evangelio de Juan, que es el evangelio del Dios-Salvador, recalca la vida que lleva fruto (Jn. 15:5). El Evangelio de Lucas, como el del Salvador-Hombre, da énfasis al perdón de pecados que debe proclamarse. Para llevar fruto en vida se requiere el Espíritu esencial de vida, recibido a través del soplo del Espíritu (Jn. 20:22). Para proclamar el perdón de pecados se requiere del Espíritu económico de poder, recibido a través del bautismo en el Espíritu (Hch. 1:5, 8). Llevar fruto implica vida; proclamar el perdón de pecados es asunto de poder.
La promesa dada en Jl. 2:28-29, que fue cumplida el día de Pentecostés (Hch. 1:4-5, 8; 2:1-4, 16-18) y se refiere al derramamiento del Espíritu como poder desde lo alto para el ministerio de los creyentes en el aspecto económico; esto difiere del Espíritu de vida, infundido en los discípulos por el soplo (Jn. 20:22 y la nota 1, párr. 1) del Salvador el día de Su resurrección para que residiera en ellos y fuese vida para ellos en el aspecto esencial.
Lit., sentaos.
En cuanto al Espíritu de vida, nosotros necesitamos inhalarle como aliento (Jn. 20:22); en cuanto al Espíritu de poder, necesitamos ponérnoslo como uniforme, tipificado por el manto de Elías (2 R. 2:9, 13-15). Aquél, como agua de vida, requiere que lo bebamos (Jn. 7:37-39); éste, como agua para el bautismo, requiere que seamos sumergidos en Él (Hch. 1:5). Éstos son los dos aspectos del Espíritu, los cuales podemos experimentar (1 Co. 12:13). El Espíritu de vida reside en nosotros para ser nuestra vida y nuestro vivir, lo cual constituye el aspecto esencial; el Espíritu de poder es derramado sobre nosotros para nuestro ministerio y nuestra obra, y esto constituye el aspecto económico.
En el monte de los Olivos (Hch. 1:12).
Lucas muestra y presenta en este libro principalmente cinco aspectos cruciales y excelentes con respecto al Salvador-Hombre: Su nacimiento, Su ministerio, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión.
1) Su nacimiento fue del Espíritu de Dios en Su aspecto esencial y con el mismo, y lo hizo un Dios-hombre para que pudiera ser el Salvador-Hombre (Lc. 1:35).
2) Su ministerio fue realizado por el Espíritu de Dios en Su aspecto económico y por medio del mismo a fin de llevar a cabo la economía de Dios en Su jubileo (Lc. 4:18-19).
3) Su muerte fue cumplida, por el hecho de que Él era el Dios-hombre, a fin de realizar la obra redentora de Dios para el hombre (Lc. 23:42-43) y de liberar Su Ser Divino e impartirlo en el hombre como el fuego de vida que arde en la tierra (Lc. 12:49-50).
4) Su resurrección:
a) fue la vindicación hecha por Dios de Su persona y Su obra;
b) fue Su éxito en todos Sus logros
c) fue Su victoria sobre el enemigo universal de Dios.
5) Su ascensión fue Su exaltación de parte de Dios haciéndole el Cristo de Dios y el Señor de todos (Hch. 2:36), para que llevara a cabo Su ministerio celestial sobre la tierra como el Espíritu todo-inclusivo derramado desde los cielos sobre Su Cuerpo, que está compuesto de Sus creyentes (Hch. 2:4, 17-18), según consta en el otro escrito de Lucas, Hechos.
Algunos mss. añaden: Amén.