El lugar más elevado, allí donde Dios se sienta en Su trono, donde Él se reúne con todos los ángeles (Job 1:6; 2:1). En su rebelión contra Dios, Satanás quería estar en el mismo nivel que Dios.
La rebelión de Satanás en contra de Dios es revelada en los vs. 13-14 y en Ez. 28:15-18. El corazón de Satanás se enalteció a causa de su belleza, y su sabiduría fue corrompida a causa de su esplendor (Ez. 28:17). En su arrogancia, Satanás hizo cinco declaraciones en primera persona: “subiré…exaltaré…me sentaré…subiré…me haré”, lo cual indica que en su rebelión él se había propuesto subvertir la autoridad de Dios y exaltarse a sí mismo para equipararse a Dios. La ambición de Satanás por obtener una posición encumbrada se convirtió en la motivación de todas las rebeliones mencionadas en las Escrituras (Gn. 11:4; Nm. 12:1-2; 16:1-3; 2 S. 15:10-12 etc.). Debido a su rebelión, Satanás se convirtió en el adversario de Dios, el enemigo de Dios (Zac. 3:1-2; Ap. 12:9; 20:2a).
La Vulgata latina traduce: Lucifer. Esto se refiere a Satanás, quien, como Lucero de la mañana, hijo de la aurora, era uno de los primeros ángeles (los hijos de Dios, Job 38:7, cfr. Job 1:6) creados por Dios en la “aurora” del universo. Él fue designado por Dios para ser cabeza de todos los ángeles (Ez. 28:14; Jud. 1:9) y después se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, habiéndose rebelado contra Dios (véase la nota Is. 14:131a). A causa de su rebelión, Lucifer, quien es Satanás, fue juzgado por Dios (vs. 12-15; Ez. 28:16-19; Lc. 10:18).
En los vs. 12-15 Isaías identifica a Lucifer con Nabucodonosor, el rey de Babilonia (v. 4), con lo cual Nabucodonosor es considerado como una figura de Satanás, como alguien que era uno con Satanás (cfr. Ez. 28:12). Esto pone al descubierto el reino de las tinieblas de Satanás que opera detrás de las naciones (Ef. 6:12b; cfr. Dn. 10:13, 20) y la unidad de Satanás con quienes gobiernan las naciones.
En el Nuevo Testamento, esto es el Hades (véase la nota Mt. 11:231d). Satanás quería exaltarse a sí mismo hasta lo extremo del norte (v. 13), pero Dios juzgó al rebelde Satanás, sentenciándolo a ser arrojado de los cielos a la tierra y, después, al Seol, a lo más profundo del abismo (vs. 12, 15; Ez. 28:17). Véase Lc. 10:18 y la nota; Ap. 12:9 y la nota 1. Debido a que la rebelión de Satanás contaminó no solamente la tierra sino también los cielos (véase la nota Col. 1:204 y la nota He. 9:231), tanto la tierra como los cielos fueron juzgados por Dios. Como resultado de ello, el sol y las estrellas no resplandecieron, y toda la tierra estuvo cubierta de tinieblas y fue sepultada en lo profundo de las aguas (Gn. 1:2; Job 9:5-7).
Según Ap. 12:4a y Ap. 12:9b, un tercio de los ángeles del cielo se unieron a Satanás en su rebelión. Ellos también deben haber sido juzgados por Dios (cfr. Mt. 25:41), después de lo cual se convirtieron en ángeles caídos, subordinados a Satanás en su posición como principados, autoridades, gobernadores del mundo de estas tinieblas, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef. 6:12 y la nota 2; véase la nota Dn. 10:111). Las criaturas que vivían en la tierra durante la era preadamítica también se unieron a Satanás en su rebelión. Después que fueron juzgadas por Dios mediante agua (Gn. 1:2), se convirtieron en espíritus incorpóreos, esto es, los demonios (Mt. 8:28-32; 12:43-45), quienes se alojan en las aguas con que fueron juzgados (véase la nota Mt. 8:322 y la nota Ap. 21:13) y trabajan en la tierra en pro del reino de las tinieblas de Satanás (Mt. 12:26; Hch. 26:18a; Col. 1:13a).
Lit., machos cabríos.
Esto es según la lectura hecha de los manuscritos del mar Muerto y de las versiones antiguas. El texto en hebreo no es claro.
Uno de los resultados del juicio de Jehová sobre las naciones es la restauración y el establecimiento de Su amado Israel (vs. 1-3, 32; 17:7, 10) como también que Él cambie el corazón de las naciones que había juzgado y las bendiga (Is. 16:1-4; 18:1, 7; 19:19-25). Véase la nota Is. 16:51.