Creer es entrar en Cristo creyendo en Él (Jn. 3:16), y ser bautizados consiste en ser puestos en Cristo por medio del bautismo. Por la fe y el bautismo hemos entrado en Cristo, revistiéndonos así de Cristo e identificándonos con Él. El bautismo, cuando se lleva a cabo de una manera adecuada, genuina y viviente, pone a los creyentes en el nombre del Dios Triuno, el nombre divino (Mt. 28:19), en Cristo, una persona viviente (v. 27), en la muerte de Cristo, una muerte eficaz (Ro. 6:3), y en el Cuerpo de Cristo, un organismo vivo (1 Co. 12:13), para que los creyentes entren en una unión orgánica no sólo con Cristo sino también con Su Cuerpo. Además, el bautismo saca a los creyentes de su condición original y los pone en una condición nueva, poniendo fin a su vieja vida y haciéndolos germinar con la nueva vida de Cristo a fin de que vivan por los elementos del Dios Triuno en el Cuerpo de Cristo, que es un organismo.
ACERCA DE LA PREPOSICIÓN GRIEGA EIΣ
Dada la dificultad en traducir la preposición griega εις, hemos usado la preposición en acompañada de un asterisco (*en).
En cuanto al uso de la preposición griega en el Nuevo Testamento, véase Mt. 28:19, nota 4; Jn. 3:16, nota 2; Hch. 2:38, nota 3, punto 2; 1 Co. 1:2, nota 5; 1 Co. 6:17, nota 1; Gá. 3:27, nota 1 y Fil. 1:29, nota 1.