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Capítulos de libros «La Segunda Epístola de Pablo a Los Corintios»
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  • Los creyentes eran el fruto de la labor de los apóstoles, lo cual recomendaba a los apóstoles y su ministerio ante los demás. De esta manera, vinieron a ser la carta viva de recomendación de los apóstoles, escrita por los apóstoles con el Cristo que moraba en ellos para ser el contenido de todas las partes internas de los creyentes.

  • Los creyentes corintios, que eran la carta viva de recomendación de los apóstoles, estaban escritos en los corazones de los apóstoles; por tanto, eran llevados por los apóstoles y no podían en absoluto ser separados de ellos. Estaban en los corazones de los apóstoles (2 Co. 7:3) quienes los llevaban por todas partes como su recomendación viva.

  • Una carta de Cristo se escribe con Cristo como su contenido para transmitir y expresar a Cristo. Todos los creyentes de Cristo deben ser una carta viva de Cristo tal como se describe aquí, de modo que otros puedan leer y conocer al Cristo que está en su ser.

  • Lit., ministrada por nosotros, es decir, los apóstoles. Los apóstoles estaban llenos de Cristo, de modo que su ministerio espontáneamente ministraba a Cristo a aquellos con quienes tenían contacto, escribiendo a Cristo en sus corazones y haciendo que fueran cartas vivas que transmitían a Cristo. El hecho de que estas cartas eran escritas tanto en los corazones de los apóstoles (v. 2) como en los corazones de los creyentes (v. 3), muestra que el ministerio adecuado del nuevo pacto, según lo descrito en esta epístola, siempre escribe algo en los corazones de los que reciben el ministerio y también en los corazones de los que ministran. Esta clase de ministerio se lleva a cabo en vida y tiene el Espíritu vivificante como la esencia de lo escrito (véase el v. 6 y la nota 3).

  • El Espíritu del Dios vivo, que es el propio Dios viviente, no es el instrumento para escribir, la pluma, sino el elemento, la tinta, con el cual los apóstoles ministran a Cristo como contenido para escribir cartas vivas que transmiten a Cristo.

  • Nuestro corazón, compuesto de nuestra conciencia (la parte principal de nuestro espíritu), nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad, es la tabla donde se escriben las cartas vivas de Cristo con el Espíritu vivo de Dios. Esto implica que Cristo es inscrito en cada parte de nuestro ser con el Espíritu del Dios vivo para hacer de nosotros Sus cartas vivas, a fin de que Él sea expresado en nosotros y que en nosotros sea leído por otros.

  • Véase la nota 2 Co. 2:162.

  • O, contar, evaluar.

  • O, suficiencia, aptitud. El propio Dios vivo es la suficiencia, competencia y capacidad del ministerio de los apóstoles para llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios, la cual consiste en impartir a Cristo en el pueblo escogido de Dios para la edificación del Cuerpo de Cristo.

  • El código escrito de la ley.

  • El Espíritu del Dios vivo, con quien los apóstoles ministraban a Cristo en los creyentes para hacer de ellos cartas vivas de Cristo (v. 3). A diferencia del ministerio mosaico del Antiguo Testamento, el ministerio apostólico del Nuevo Testamento no es de la letra muerta, sino del Espíritu viviente, quien da vida.

  • Ésta es la letra de la ley, la cual sólo hace exigencias al hombre y no puede suministrarle vida (Gá. 3:21). La ley mata al hombre (Ro. 7:9-11) debido a la incapacidad de éste para cumplir sus requisitos.

  • El Espíritu, la máxima expresión del Dios Triuno procesado quien se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), imparte la vida divina, incluso a Dios mismo, en los creyentes y en los apóstoles, haciendo de ellos ministros de un nuevo pacto, el pacto de vida. Así que, el ministerio de ellos es un ministerio constituido del Dios Triuno de vida por la operación de Su Espíritu vivificante.

  • El ministerio del viejo pacto, un pacto de letra muerta, la cual mata.

  • Lit., llegó a existir.

  • La gloria que resplandeció temporalmente, y sólo en el rostro de Moisés (Éx. 34:29, 35).

  • La gloria de Dios manifestada en la faz de Cristo, gloria que es Dios mismo resplandeciendo para siempre en los corazones de los apóstoles (2 Co. 4:6), la cual excede la gloria del ministerio mosaico del antiguo pacto (v. 10).

  • El ministerio apostólico del nuevo pacto, un pacto del Espíritu viviente, quien da vida.

  • El ministerio del antiguo pacto vino a ser un ministerio de muerte (v. 7) porque el antiguo pacto introdujo condenación para muerte (Ro. 5:13, 18, 20-21). Por consiguiente, también era el ministerio de condenación.

  • El ministerio apostólico del nuevo pacto no sólo tiene gloria, sino que también abunda en la gloria de Dios, la cual sobrepasa la gloria del ministerio mosaico del antiguo pacto (v. 10).

  • El ministerio del nuevo pacto es un ministerio del Espíritu que da vida (6, vs. 8), porque el nuevo pacto introduce la justicia de Dios para vida (Ro. 5:18, 21). Por lo tanto, también es el ministerio de justicia, el ministerio de justificación. El enfoque del ministerio del nuevo pacto es, entonces, el Espíritu como suministro de vida y también la justicia, la cual es vivir a Cristo (la imagen de Dios) y expresarle genuinamente a Él, quien como Espíritu es nuestra vida (v. 17).

  • Temporalmente en el resplandor del rostro de Moisés.

  • Se refiere al hecho de que la gloria del ministerio de la ley fue una gloria temporal que resplandecía en el rostro de Moisés. En este respecto se desvanecía, a causa de la gloria supereminente. Por causa de la gloria del ministerio del nuevo pacto (la cual es la gloria de Dios, Dios mismo, que se manifiesta para siempre en la faz de Cristo y que supera la gloria temporal del ministerio del antiguo pacto, la cual resplandecía en el rostro de Moisés), la gloria temporal del ministerio de la ley ha desaparecido y ya no existe más.

  • Es decir, se desvanecía (v. 7).

  • Es decir, en el proceso de ser abolido por medio de la propagación del ministerio del nuevo pacto.

  • Los vs. 7-11 muestran la inferioridad de la gloria del ministerio mosaico, el ministerio de la ley, un ministerio de condenación y muerte; y al mismo tiempo muestran la superioridad del ministerio apostólico, el ministerio de la gracia, un ministerio de justicia y del Espíritu. Aquél vino por medio de la gloria de modo temporal; éste permanece en gloria para siempre.

    En 2 Co. 2:12-17 el apóstol habló del triunfo y el efecto del ministerio apostólico. En los vs. 1-6 de este capítulo, él habló de su función y competencia, y en los vs. 7-11, de su gloria y superioridad.

  • Es decir, la esperanza de que la gloria resplandeciente del ministerio del nuevo pacto permanezca para siempre. La esperanza de los apóstoles estaba en contraste con el hecho de que Moisés no tenía esperanza debido a la gloria marcesible de su ministerio, el ministerio del antiguo pacto de la ley, que se desvanecía (v. 13).

  • La palabra griega implica hablar. En contraste con Moisés, quien cubría su rostro con un velo (v. 13), los apóstoles tenían el denuedo de hablar pública y francamente con respecto a su ministerio, sin ocultarse y sin disimular.

  • Mientras Moisés hablaba la palabra de Dios a los hijos de Israel, mantenía descubierto su rostro glorificado. Pero después de hablarles ponía un velo sobre su rostro (Éx. 34:29-33) para que no vieran el fin de su ministerio, el cual se desvanecía. Él no quería que fijaran la vista en la finalización de su ministerio de la ley, el cual se desvanecía.

  • Lit., pensamientos. “Originalmente, las cosas que proceden de la mente… Fil. 4:7,… 2 Co. 2:11. Así, por derivación, las mentes mismas” (Vincent).

  • Se refiere al hecho de que en Cristo el velo es quitado. Puesto que a los hijos de Israel no les había sido revelado este hecho, se endurecieron en sus pensamientos y sus mentes fueron cegadas. El velo es quitado en Cristo por medio de la economía del nuevo pacto; no obstante, todavía permanece sobre el corazón de ellos cuando leen el antiguo pacto (v. 15).

  • Se refiere a los escritos de Moisés, el Pentateuco (Jn. 5:47).

  • Esto indica que cuando su corazón está lejos del Señor, el velo está puesto sobre su corazón. Cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado. En realidad, su corazón alejado del Señor es el velo. Volver su corazón al Señor es quitar el velo.

  • O, también, además. Cuando el corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado. Además de esto, el Señor es el Espíritu, quien nos da libertad. Puesto que el Señor es el Espíritu, cuando el corazón se vuelve a Él, el velo es quitado, y el corazón es librado de la esclavitud de la letra de la ley.

  • Según el contexto de esta sección, que comienza en 2 Co. 2:12, aquí la expresión el Señor debe de referirse a Cristo el Señor (2 Co. 2:12, 14-15, 17; 3:3-4, 14, 16; 4:5). Este pasaje de la Biblia nos dice clara y enfáticamente que Cristo es el Espíritu. “El Señor Cristo del v. 16 es el Espíritu que satura y anima el nuevo pacto, del cual somos ministros (v. 6), y cuya administración es con gloria (v. 8). Compárense Ro. 8:9-11; Jn. 14:16, 18” (Vincent). “El Señor del v. 16 es el Espíritu…que vivifica, v. 6 esto significa que ‘el Señor’, como se menciona aquí, ‘Cristo’, ‘es el Espíritu’, es idéntico al Espíritu Santo…Cristo, aquí, es el Espíritu de Cristo” (Alford). “El Espíritu en Su totalidad, el que mora en nosotros y nos transforma, es Cristo mismo. ‘El Señor es el Espíritu’ ” (Williston Walker).

  • El Espíritu, quien es la máxima expresión del Dios Triuno, en Jn. 7:39 todavía no era tal porque en aquel entonces Jesús todavía no había sido glorificado. Todavía no había concluido el proceso por el cual Él, como corporificación de Dios, tenía que pasar. Después de Su resurrección, es decir, después de llevar a su conclusión todos los procesos por los cuales el Dios Triuno tenía que pasar en el hombre para llevar a cabo Su economía redentora, procesos tales como la encarnación, la crucifixión y la resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). En el Nuevo Testamento, el Espíritu vivificante es llamado “el Espíritu” (Ro. 8:16, 23, 26-27; Gá. 3:2, 5, 14; 6:8; Ap. 2:7; 3:22; 14:13; 22:17), el Espíritu que nos da la vida divina (v. 6; Jn. 6:63) y nos libera de la esclavitud de la ley.

  • El Espíritu del Señor es el Señor mismo, en quien hay libertad.

  • Nos libera de la letra de la ley debajo del velo que nos cubre (Gá. 2:4; 5:1).

  • Mas indica que nosotros los creyentes somos diferentes de los hijos de Israel. Ellos tenían el velo puesto en sus corazones, pero nosotros, a cara descubierta, miramos y reflejamos como un espejo la gloria del Señor y así somos transformados de gloria en gloria en Su misma imagen.

  • Los apóstoles, que sirven de ejemplo a todos los creyentes y los representan, son los ministros de Cristo. En los vs. 8-9 la gloria se relaciona con el ministerio del nuevo pacto. Pero aquí, la gloria se relaciona con los apóstoles mismos, los ministros del nuevo pacto. Esto muestra que el ministerio del nuevo pacto no es meramente una actividad llevada a cabo por los ministros del mismo; más bien, ellos mismos constituyen este ministerio. Ellos son uno con su ministerio, pues la misma gloria invisible satura e invade tanto su obra como su ser, de tal manera que no hay diferencia entre ambos.

  • En contraste con la mente y el corazón que se hallan cubiertos por el velo (vs. 14-15). Si nuestra cara está descubierta, significa que nuestro corazón se ha vuelto al Señor, de modo que el velo ha sido quitado, y el Señor como Espíritu nos ha librado de la esclavitud, el velo, de la ley, así que ya no hay nada que nos separe del Señor.

  • Mirar la gloria del Señor significa que nosotros mismos vemos al Señor; reflejar la gloria del Señor es hacer posible que otros lo vean a Él a través de nosotros.

  • Somos como espejos que miran y reflejan la gloria del Señor. Siendo éste el caso, nuestra cara debe estar completamente descubierta de modo que veamos bien y reflejemos adecuadamente.

  • Es decir, la gloria del Señor quien es el que resucitó y ascendió, quien como Dios y también como hombre pasó por la encarnación, el vivir humano en la tierra, la crucifixión y luego entró en resurrección, efectuó la redención total y llegó a ser el Espíritu vivificante. Como tal, mora en nosotros para que Él mismo, junto con todo lo que ha cumplido, obtenido y logrado, sea real para nosotros, a fin de que seamos uno con Él y seamos transformados en la imagen del Señor, de gloria en gloria, como por el Señor.

  • Cuando a cara descubierta miramos y reflejamos la gloria del Señor, Él nos infunde los elementos de lo que Él es y ha hecho. De esta manera somos transformados metabólicamente hasta tener la forma de Su vida por medio del poder y la esencia de la misma, es decir, estamos siendo transfigurados a Su imagen, principalmente por la renovación de nuestra mente (Ro. 12:2). La frase somos transformados indica que estamos en el proceso de transformación.

  • Es decir, de un grado de gloria a otro. Esto indica un continuo proceso de vida en resurrección.

  • La imagen del Cristo resucitado y glorificado. Ser transformado en la misma imagen significa ser conformado al Cristo resucitado y glorificado, o sea, ser hecho igual a Él (Ro. 8:29).

  • Lit., proveniente de. La palabra griega indica que la transformación procede del Espíritu en lugar de ser causada por Él.

  • “El Señor Espíritu” puede considerarse un título compuesto, tal como “el Padre Dios” y “el Señor Cristo”. Otra vez, esta expresión claramente demuestra y confirma que el Señor Cristo es el Espíritu y que el Espíritu es el Señor Cristo. En este capítulo, el Espíritu es revelado como Espíritu que escribe (v. 3), Espíritu que da vida (v. 6), Espíritu que ministra vida (v. 8), Espíritu que libera (v. 17), y Espíritu que transforma (v. 18). El Espíritu todo-inclusivo es crucial para los ministros de Cristo y para su ministerio cuya meta es la economía de Dios en el nuevo pacto.

    Después de hablar del ministerio del nuevo pacto, el apóstol habló de los ministros del nuevo pacto. Desde el v. 12 hasta el v. 18, describió a los ministros del nuevo pacto como personas cuyo corazón se ha vuelto al Señor, cuyas caras están descubiertas, quienes están disfrutando al Señor como el Espíritu, lo cual los libera de la esclavitud de la ley, y quienes están siendo transformados en la imagen del Señor al mirarlo y reflejarlo. Por medio de tal proceso de transformación ellos son constituidos ministros de Cristo por el Espíritu con los elementos de la persona y la obra de Cristo. Por eso, su persona está constituida de Cristo y con Cristo, y su ministerio consiste en ministrar a Cristo en otros, infundiéndoles al Cristo todo-inclusivo, quien es el Espíritu vivificante que mora en ellos. Todos los creyentes deben imitar a tales ministros para ser la misma clase de persona y para llevar a cabo el mismo tipo de ministerio.

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