La virtud verdadera y práctica que influye en nosotros de manera viviente para que Dios sea expresado.
La virtud verdadera y práctica que influye en nosotros de manera viviente para que Dios sea expresado.
Véase la nota 1 Ti. 2:42c.
Véase la nota 1 Ti. 3:155e. En la decadencia de las iglesias, la verdad es el blanco del ataque del enemigo. Por lo tanto, la verdad es también el remedio y el rescate de la situación de enfermedad y ruina en que estaban.
La mera semblanza, sin la realidad esencial.
En este cuadro hay tres clases de amadores: amadores de sí mismos, amadores del dinero y amadores de los deleites; y dos clases de personas que no aman: las que no aman el bien y las que no aman a Dios.
Véase la nota 1 Ti. 3:62a.
Esta palabra griega se usa en las Epístolas de Pablo en relación con el propósito de Dios (Ro. 9:11).
La ciudad donde vivía Timoteo (Hch. 16:1-2), cerca de Iconio y Antioquía de Pisidia.
O, determinan.
Es decir, llevar una vida de piedad. Véase la nota 1 Ti. 2:22b, y la nota 1 Ti. 3:162a, la nota 1 Ti. 3:163.
O, contumaces.
O, desleales.
O, irreconciliables.
O, desagradecidos.
Lit., blasfemos, como en 1 Ti. 1:13. Sin embargo, aquí no se refiere a los que blasfeman contra Dios, sino a los injuriadores o vituperadores, a aquellos que maldicen e injurian a los hombres.
O, altaneros.
Esto indica que la Escritura, la palabra de Dios, es el aliento que sale de Su boca. El hablar de Dios es Su exhalación. Por lo tanto, Su palabra es espíritu (Jn. 6:63), o aliento. Así que, la Escritura es la corporificación de Dios el Espíritu. El Espíritu es, por lo tanto, la esencia misma, la sustancia, de la Escritura, así como el fósforo es la sustancia esencial de los cerillos. Debemos encender el Espíritu de la Escritura al contactarla con nuestro espíritu para obtener el fuego divino.
La Escritura (la palabra de Dios) es la corporificación de Dios el Espíritu y, como tal, también es la corporificación de Cristo. Cristo es la Palabra viviente de Dios (Ap. 19:13), y la Escritura es la palabra escrita de Dios (Mt. 4:4).
Reprender, refutar.
Rectificar lo incorrecto, volver a alguien al camino correcto, restaurarle dejándole en una condición recta.
Disciplinar o castigar conforme a la justicia, es decir, por medio del elemento y la condición de la justicia.
Véase la nota 1 Ti. 6:111a.
Completa y perfectamente capacitado.
O, pertrechado, provisto de lo necesario, preparado.
En 1 y 2 Timoteo y en Tito se mencionan siete clases de amadores:
1) amadores de sí mismos,
2) amadores del dinero (v. 2; 1 Ti. 6:10),
3) amadores de los deleites,
4) amadores de Dios (v. 4),
5) amadores del bien (Tit. 1:8),
6) amadores de sus cónyuges
7) amadores de sus hijos (Tit. 2:4).
También, se mencionan dos clases de personas que no aman:
1) las que no aman el bien
2) las que no aman a Dios (vs. 3-4). Lo que uno ama ocupa y posee todo su corazón, todo su ser, y es aquello en lo cual uno se centra. ¡Esto es crucial!
Que tengamos un día de gloria en la victoria de la iglesia o días de dolor en la decadencia de la iglesia dependerá completamente de cuál sea el objeto de nuestro amor. La historia nos dice que la raíz de la decadencia de la iglesia fue que ella perdió su primer amor hacia el Señor (Ap. 2:4). Para mantener el nivel victorioso de la iglesia, debemos amar a Dios y amar el bien que pertenece a la economía de Dios.
El cuadro profético presentado en los vs. 2-5 no muestra la condición maligna de la sociedad que no es cristiana, sino la situación corrupta de la casa grande mencionada en 2:20, la cual es el cristianismo en decadencia. Esto es probado por la expresión tendrán apariencia de piedad en el v. 5. Las personas que no son cristianas ni siquiera tienen apariencia de piedad.
O, tiempos arduos, tiempos dolorosos, tiempos peligrosos.
En contraste con la esperanza expresada al final del capítulo anterior.
Véase la nota 1 Ti. 4:14c.
Es decir, no aprobados.
La carencia de prudencia y de sensibilidad en sus hechos.
Es decir, manera de vivir.
O, malabaristas, o sea impostores tramposos. Este versículo indica que la decadencia de la iglesia empeorará.
O, permanece.
Las cosas que Timoteo aprendió del apóstol y de las cuales tenía certeza, formaron la porción vital del contenido del Nuevo Testamento, una porción con la cual fue completada la revelación divina (Col. 1:25). Así pues, él tenía una comprensión práctica de gran parte del Nuevo Testamento.
Además de su conocimiento del Nuevo Testamento, Timoteo tenía, desde su niñez, un buen fundamento en el conocimiento del Antiguo Testamento. Él fue plenamente perfeccionado y equipado para ministrar la palabra de Dios, no sólo al cuidar de una iglesia local, sino también al afrontar la decadencia de la iglesia, la cual iba de mal en peor.
Cfr. nota Ro. 3:221.
O, Toda Escritura dada por el aliento de Dios es también útil. Para poder confrontar la muerte, la corrupción y la confusión manifestadas en la decadencia de la iglesia, se necesita la vida eterna, en la cual se basa el cap. 1 (2 Ti. 1:1, 10), la verdad divina, que se recalca en el cap. 2 (2 Ti. 2:15, 18, 25), y la Santa Escritura, altamente estimada en el cap. 3 (2 Ti. 3:14-17). La vida eterna no sólo sorbe la muerte, sino que también proporciona el suministro de vida; la verdad divina reemplaza la vanidad de la corrupción con la realidad de todas las riquezas divinas; y la Santa Escritura no sólo disipa la confusión, sino que también proporciona luz y revelación divinas. Debido a todo esto, en este libro el apóstol subrayó estos tres asuntos.