Véase Hch. 2:1 y la nota. La Fiesta de Pentecostés era la fiesta del quincuagésimo día, el cual se determinaba contando desde el día después del Sábado —cuando la gavilla de la ofrenda mecida era traída a Dios (v. 11)— hasta el día después del séptimo Sábado (v. 15). Esto representa la resurrección de Cristo en su plenitud séptuple que llega al ámbito de completa plenitud y asume plenamente toda responsabilidad, según lo representa el número cincuenta (compuesto de diez veces cinco, donde diez significa plenitud y cinco significa responsabilidad), para el testimonio de la resurrección.
En el día de Pentecostés en tiempos del Nuevo Testamento, la consumación del Dios Triuno —el Espíritu todo-inclusivo, vivificante y compuesto del Dios Triuno procesado, que es la totalidad del Dios Triuno— fue derramado sobre los ciento veinte discípulos en calidad de representantes del Cuerpo de Cristo. Como resultado de este derramamiento del Espíritu de Dios en Su aspecto económico comenzó a existir el Cuerpo de Cristo, que es el aumento, el agrandamiento, del ilimitado Cristo individual, quien así llegó a ser el Cristo corporativo y universal (1 Co. 12:12-13), el cual es la mezcla del Dios Triuno procesado y consumado con Su pueblo escogido y redimido, cuya consumación final será la Nueva Jerusalén.