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Capítulos de libros «Primer Libro de Reyes»
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  • Que Salomón edificase el templo fue según la promesa hecha por Jehová a David (1 R. 5:5; 2 S. 7:12-13). Salomón edificó el templo conforme a lo encargado por su padre, el rey David, con los materiales provistos por David (1 Cr. 22:6-11, 14-16), en conformidad con el diseño que Dios mismo le dio a David (1 Cr. 28:11-19; cfr. Gn. 6:14-16; Éx. 25:8-9).

  • El templo reemplazó al tabernáculo como morada de Dios en la tierra. El templo representa, primero, al Cristo encarnado, la corporificación de Dios (Col. 2:9), como morada de Dios en la tierra (Jn. 2:19-21; 1:14). Además, el templo representa a la iglesia —en la que están incluidos todos los creyentes, los miembros de Cristo— como agrandamiento de Cristo para ser morada de Dios en la tierra (1 Co. 3:16-17; 6:19; Ef. 2:21-22). Cristo y la iglesia son uno, a saber, Cristo es la Cabeza y la iglesia es el Cuerpo (Ef. 1:22-23; Col. 1:18a). El Cuerpo es el agrandamiento de la Cabeza para la morada de Dios. Por tanto, la morada de Dios en Cristo es la morada de Dios en la iglesia.

    Salomón y el templo edificado por él tipifican a Cristo y Su Cuerpo, la iglesia, respectivamente como el centro, la realidad, de la economía eterna de Dios y como la meta de dicha economía. Puesto que Salomón y el templo desempeñan un papel principal en la historia de Israel y abarcan gran parte de dicha historia, ellos son evidencia contundente de que la historia de Israel guarda estrecha relación con el cumplimiento de la economía eterna de Dios en el Antiguo Testamento referente a la tipología. Esto es un claro indicio de que los libros de historia fueron redactados con la perspectiva de la economía eterna de Dios concerniente a Cristo y la iglesia.

    El templo fue edificado en terreno del monte Sion, llamado el monte Moriah, que fue donde Abraham ofreció en sacrificio a Isaac (Gn. 22:2) y donde David ofreció su sacrificio a Jehová (1 Cr. 21:18-30; 22:1; 2 Cr. 3:1). Esto constituye indicio adicional de que la Biblia es un relato concerniente a la economía de Dios. Isaac tipifica a Cristo, quien fue crucificado en el mismo lugar donde Isaac fue ofrecido en sacrificio a Dios (véase la nota Gn. 22:21 y la nota Mr. 10:11).

  • Las dimensiones del templo y del Lugar Santísimo en el templo eran el doble de las dimensiones del tabernáculo (vs. 2, 20; cfr. nota Éx. 26:31, nota Éx. 26:181 y nota Éx. 26:331); más aún, con excepción del Arca (v. 19), el tamaño y la cantidad de enseres y utensilios también aumentó grandemente (2 Cr. 4:1-8). Esto indica que si bien Cristo, en Sí mismo (representado por el Arca), no puede ser agrandado, nuestra experiencia de Cristo con todas Sus riquezas, representada por el templo con sus enseres y utensilios, sí debe ser grandemente aumentada y agrandada (Ef. 3:8, 14-19; Fil. 3:7-14) como corresponde a Su expresión agrandada. Véase la nota Ez. 40:11, párr. 2.

  • Las ventanas del templo servían para proveer aire y luz; ellas representan la comunión del Espíritu vivificante, que trae el aire espiritual y la luz divina.

  • Las celosías fijas servían para mantener las ventanas abiertas y, al mismo tiempo, mantener fuera las cosas negativas e indeseadas. Representan la comunión del Espíritu vivificante por la cual se mantiene abierta la comunicación divina y somos protegidos de ser invadidos por todas las cosas negativas.

  • Es decir, el Lugar Santo. El templo exterior, el Lugar Santo (v. 17), representa el alma de los creyentes como templo de Dios, santificado para Dios, mientras que el santuario que estaba en la parte más interna del templo, el Lugar Santísimo (vs. 5, 16), representa el espíritu de los creyentes como templo de Dios (Ef. 2:22 y la nota 4; He. 10:19 y la nota). El Lugar Santísimo era igual en sus tres dimensiones, al igual que la Nueva Jerusalén, la forma más expandida del Lugar Santísimo (v. 20; Ap. 21:16 y la nota 4).

  • Lit., oráculo. Así también en todo el capítulo. Éste es el Lugar Santísimo (v. 16).

  • Las cámaras laterales, por ser la plenitud del templo, representan las riquezas inescrutables de Cristo que llegan a ser Su extensión, que es la iglesia, el Cuerpo de Cristo, como la plenitud, la expresión, de Cristo (Ef. 3:8; 1:22-23). El templo se refiere tanto a Cristo (Jn. 2:19-22) como a la iglesia (1 Co. 3:16; Ef. 2:21), mientras que las cámaras laterales representan a la iglesia en el aspecto de que ésta llega a ser la extensión de Cristo, Su plenitud.

  • Que las cámaras laterales estuvieran distribuidas en tres pisos (el número tres representa al Dios Triuno en resurrección) significa que la iglesia, como plenitud de Cristo, expresa a Cristo en el Dios Triuno y en resurrección.

  • Las piedras representan la humanidad de Cristo en transformación, el Cristo transformado (vs. 7, 36; 5:17; 2 Cr. 3:6). Cristo, quien es Dios, al encarnarse se revistió de la carne del hombre (Jn. 1:14; He. 2:14). Puesto que llegó a ser un hombre en la carne, esto es, un hombre en la vieja creación, Él tenía que ser transformado en Su parte humana. Tal Cristo transformado es ahora la piedra de fundamento, la piedra del ángulo, la piedra viva, la piedra preciosa y la piedra cimera del edificio divino de Dios (Is. 28:16; 1 Co. 3:11; Ef. 2:20; 1 P. 2:4; Ap. 4:3; Zac. 4:7). Las piedras del templo también representan a los creyentes en Cristo a quienes Cristo, la piedra, transformó (Mt. 16:18; Jn. 1:42; 1 P. 2:5; Ap. 21:11, 14, 19-20).

  • La puerta de las cámaras laterales representa la comunicación, la comunión, de la iglesia como plenitud de Cristo. De no haber habido tal puerta, esto hubiera indicado la autonomía de las iglesias. Todas las iglesias locales, por ser cámaras de Cristo, deben ensanchar sus puertas, o sea, estar abiertas a la comunión con las otras iglesias, evitando así la autonomía.

  • Las diversas clases de madera usadas en la construcción del templo representan los diferentes aspectos de la humanidad de Cristo. En tiempos antiguos, los judíos plantaban cipreses sobre sus sepulturas; por tanto, el ciprés (vs. 15, 34) representa la humanidad de Cristo en Su muerte, el Jesús crucificado (cfr. Gn. 6:14 y la nota 2). Los cedros crecían en los montes del Líbano (Sal. 104:16); por tanto, el cedro (vs. 9, 10, 15-16, 36) representa la humanidad de Cristo en resurrección, el Cristo resucitado (cfr. Cnt. 4:8 y la nota 2). El aceite de oliva tipifica al Espíritu de Dios; por tanto, la madera de olivo (vs. 23, 31-33) representa la humanidad de Cristo en el Espíritu de Dios, el Cristo ungido (He. 1:9). A fin de ser materiales útiles para el edificio de Dios (1 Co. 3:9, 12) debemos experimentar a Cristo en Su muerte, Su resurrección y Su Espíritu (Fil. 3:10; 1:19).

  • Véase la nota 1 R. 6:51.

  • En 1 R. caps. 6—7 no se habla de la edificación del Arca del Pacto porque Salomón conservó el Arca que Moisés hizo (1 R. 6:19; 8:3-9). Véanse las notas de Éx. 25:10-22.

  • El oro representa la naturaleza divina de Dios, la divinidad (vs. 20-22).

  • El altar mencionado en los vs. 20-22 es el altar del incienso (Éx. 30:1-10 y las notas). Véase la nota He. 9:41.

  • Probablemente refiriéndose al altar mencionado en el versículo anterior.

  • Véase la nota 1 R. 6:151.

  • Véase la nota Ez. 41:181.

  • El atrio interior del templo representa la separación del mundo común mediante la santificación que Dios efectúa. Este atrio estaba construido con tres hileras de piedras labradas —lo cual representa al Cristo crucificado (labrado) en Su resurrección (el número tres)— y una hilera de vigas de cedro, madera que representa al Cristo resucitado en Su humanidad.

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