Con este fin Saulo había sido apartado desde el vientre de su madre y llamado por el Señor (Gá. 1:15). El Señor es soberano y poderoso, conforme a Su elección en la eternidad, para hacer que uno de los más aguerridos de Sus perseguidores fuera un vaso, un apóstol principal, para llevar a cabo Su comisión de predicar el evangelio y tomar el camino al cual se había opuesto y el cual había perseguido. Con el tiempo, Saulo el adversario llegó a ser, en su victorioso ministerio del evangelio, un cautivo de Cristo en la procesión triunfante que celebra la victoria de Cristo sobre todos Sus enemigos (2 Co. 2:14 y las notas 1 y 2). El perfeccionamiento que el Señor efectúa en Sus vasos escogidos es excelente y glorioso.