La circuncisión era una ordenanza externa que los judíos heredaron de sus antepasados, a partir de Abraham (Gn. 17:9-14), la cual los distinguía y separaba de los gentiles. Llegó a ser una formalidad tradicional y muerta, una simple marca en la carne sin ningún significado espiritual, y vino a ser un gran obstáculo para la propagación del evangelio de Dios conforme a Su economía neotestamentaria (Hch. 15:1; Gá. 2:3-4; 6:12-13; Fil. 3:2 véase la nota Hch. 10:141c).