Otra ciudad principal, asentada en un golfo de la provincia de Macedonia.
Otra ciudad principal, asentada en un golfo de la provincia de Macedonia.
Véase la nota Jac. 2:21.
Véase la nota Hch. 13:141 (así también en el v. 10).
Lit., fueron asignados a.
Hch. 15:22, 27, 32, 40
Lit., la tierra habitada.
Es decir, de amplio criterio.
La capital de Acaya, una provincia del Imperio romano. Un centro ilustre en cuanto a la ciencia, la literatura y el arte en el mundo antiguo. Por medio de la visita del apóstol Pablo a tal lugar, el evangelio del reino de Dios llegó a las personas más cultas.
El espíritu humano de Pablo (Zac. 12:1; Job 32:8; Pr. 20:27), regenerado por el Espíritu de Dios (Jn. 3:6), en el cual moraba el Señor, el Espíritu (2 Ti. 4:22; Ro. 8:10-11), y el cual actuaba junto con el Espíritu (Ro. 8:16). En este espíritu Pablo adoraba y servía a Dios (Jn. 4:24; Ro. 1:9). Tal espíritu fue provocado debido a que en Atenas había muchos ídolos.
Ni siquiera la cultura más elevada impedía que estas personas adorasen ídolos. Dentro de ellos, como en todos los seres humanos, había un espíritu creado por Dios para que el hombre busque y adore a Dios (cfr. v. 22). Sin embargo, debido a su ceguera e ignorancia, estas personas adoraban objetos que no debían adorar (v. 23). Ahora el Dios verdadero, quien creó el universo y a ellos mismos, había enviado a Su apóstol para anunciar lo que debería ser el verdadero objeto de la adoración de ellos (vs. 23-29).
Los filósofos epicúreos eran seguidores del filósofo griego Epicuro (341-270 a. C.), cuya filosofía era el materialismo. Ellos no reconocían al Creador ni Su providencia sobre el mundo, sino que buscaban placeres sensuales, especialmente en la comida y en la bebida. Una parte de lo dicho por Pablo a los filipenses (Fil. 3:18 y la nota 1) y a los corintios (1 Co. 15:32 y la nota 3), se refiere a los epicúreos.
Los filósofos estoicos eran miembros de una escuela de filosofía fundada por Zenón (340-265 a. C.). Ellos eran panteístas que creían que todo era gobernado por la fortuna, que todo lo que ocurría dependía de la voluntad divina y que, por lo tanto, el hombre debía aceptarlos con calma libre de toda pasión, pena o gozo. Recalcaban que el bien más sublime es la virtud, y que la virtud es la recompensa del alma. Una parte de lo que Pablo dijo en la Epístola a los Filipenses se refiere a ellos (Fil. 4:11 y la nota 1).
La palabra griega se refiere a “un ave que recoge semillas en las calles y en los mercados; por extensión, se refiere a alguien que recoge y distribuye fragmentos de noticias” (Vincent).
Lit., demonios.
La Colina de Marte (en Atenas), sede de la antigua y venerable corte ateniense, la cual juzgaba los problemas religiosos más solemnes.
Denota mayor dignidad que simplemente “atenienses”.
Esta palabra griega significa temer a un demonio, a un espíritu sobrenatural; así que, significa estar entregado a la adoración de demonios, reverenciar mucho a las deidades. La misma palabra se usa en forma de sustantivo en Hch. 25:19.
Lo que el apóstol dijo en los vs. 24-25 constituyó una vacuna eficaz tanto contra los epicúreos ateos, quienes no reconocían al Creador ni a Su providencia sobre el mundo, como contra los estoicos panteístas, quienes con respecto a su destino se sometían a la voluntad de muchos dioses (cfr. v. 18).
Adán. Algunos mss. antiguos dicen: una sangre.
Las migraciones a América en los tiempos y los linderos en que se efectuaron constituyen prueba contundente de lo dicho aquí y en la primera parte del versículo siguiente.
Porque Dios es el Espíritu omnipresente.
Denota que la vida, la existencia y hasta las acciones del hombre están en Dios. Esto no significa que los incrédulos tengan la vida de Dios, y que vivan, existan y actúen en Dios como lo hacen los que creen en Cristo, quienes nacen de Dios, poseen Su vida y naturaleza divinas, y viven, existen y actúan en la persona de Dios.
Probablemente se refiere a Arato (270 a. C.) y a Cleantés (300 a. C.), quienes expresaron las mismas palabras en sus poemas a Zeus (Júpiter), a quien consideraban el Dios supremo.
Tal como se creía que Adán era hijo de Dios (Lc. 3:38 y la nota 2). Puesto que Dios es el Creador, el origen, de todos los hombres, Él es el Padre de todos ellos (Mal. 2:10) en un sentido natural, y no en el sentido espiritual según el cual es Padre de todos los creyentes (Gá. 4:6), quienes son regenerados por Él en su espíritu (1 P. 1:3; Jn. 3:5-6).
En los escritos de los dos poetas, Suyo se refiere a Zeus como el Dios supremo.
Gr. théion; significa lo que es divino. No es la palabra theiótes, usada en Ro. 1:20, la cual denota las características de la divinidad, ni tampoco la palabra theótes, usada en Col. 2:9, la cual se refiere a la Deidad, a Dios mismo. Théion es un término más vago y abstracto que theiótes, y no es tan preciso como theótes, el cual se refiere con mucha precisión a la Deidad, a Dios mismo. Cfr. nota Ro. 1:201.
O, pensamiento, diseño.
Algunos mss. dicen: declara.
El día en que Cristo, desde el trono de Su gloria y antes del milenio, juzgará a los vivos, es decir, a las naciones que existan en la tierra cuando Él regrese (Mt. 25:31-46). Esto probablemente no incluye el día en que juzgará a los muertos en el gran trono blanco después del milenio (Ap. 20:11-15), como en Hch. 10:42 (véase la nota), 2 Ti. 4:1 y 1 P. 4:5, porque en el día aquí mencionado juzgará al mundo, lo cual quizá sólo se refiera a los vivos. El día en que Cristo regrese, comenzará a juzgar al mundo. Dios dispuso que Cristo llevara a cabo este juicio, y que Dios lo haya resucitado de entre los muertos es prueba contundente de esto. Al predicarle a los gentiles, tanto Pedro en Hch. 10:42 como Pablo aquí y en Hch. 24:25 , hicieron énfasis en el juicio que Dios efectuará.
O, fe, certeza, garantía. La resurrección de Cristo es la prueba y garantía de que Él volverá a fin de juzgar a todos los habitantes de la tierra. Esto está garantizado para que tengamos fe en ello y seamos llevados al arrepentimiento (v. 30).
Hch. 17:18; 23:6, 8; He. 6:2