Durante la última visita de Cristo a Jerusalén, el centro del judaísmo, Él fue rodeado por los principales sacerdotes, los ancianos, los fariseos, los herodianos y los saduceos, junto con un intérprete de la ley como vemos en Mt. 21:23-46; 22:1-46. Todos ellos trataron de enredarlo con enigmas y preguntas capciosas. Primero, los principales sacerdotes, que representaban la autoridad de la religión judía, y los ancianos, que representaban la autoridad del pueblo judío, le preguntaron acerca de la autoridad que Él tenía (Mt. 21:23). Ellos formularon la pregunta conforme a su concepto religioso. En segundo lugar, los fariseos, quienes eran los conservadores, y los herodianos, quienes eran celosos por la política, le hicieron una pregunta relacionada con la política. En tercer lugar, los saduceos, que eran los modernistas, le preguntaron con respecto a las creencias fundamentales. En cuarto lugar, un intérprete de la ley que se creía recto le hizo una pregunta acerca de la ley. Después de contestar sabiamente todas las preguntas, Él les hizo una pregunta acerca del Cristo. Ésta es la gran pregunta. Los interrogantes que ellos presentaron tenían que ver con la religión, la política, las creencias y la ley. La pregunta que Él hizo tenía que ver con el Cristo, quien es el centro de todas las cosas. Ellos conocían la religión, la política, las creencias y la ley, pero no prestaban atención a Cristo. Así que, les preguntó: “¿Qué pensáis acerca del Cristo?”. Todos debemos contestar esta gran pregunta.