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Capítulos de libros «El Evangelio de Mateo»
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Mis lecturas
  • La sexta sección, los vs. 1-12, de la promulgación del nuevo Rey en el monte trata de los principios que rigen al pueblo del reino en su manera de relacionarse con los demás.

  • Las personas del reino, que viven en un espíritu humilde bajo el gobierno celestial del reino, siempre se juzgan a sí mismas, y no a los demás.

  • Bajo el gobierno celestial del reino, los ciudadanos del reino serán juzgados con el juicio con que ellos juzgan. Si ellos juzgan a otros con justicia, el Señor los juzgará a ellos con justicia; si juzgan a otros con misericordia, serán juzgados por el Señor con misericordia, y la misericordia triunfa sobre el juicio (Jac. 2:13).

  • Nosotros, los que pertenecemos al reino y vivimos en un espíritu humilde sujeto al gobierno celestial del reino, debemos tener en cuenta la viga que está en nuestro propio ojo cada vez que miremos la paja que está en el ojo de nuestro hermano. La paja que está en el ojo de nuestro hermano debe recordarnos la viga que está en nuestro propio ojo.

  • Véase la nota Mt. 6:22b.

  • Mientras permanezca la viga en nuestro ojo, veremos borrosamente sin ninguna claridad.

  • La expresión lo santo debe de referirse a la verdad objetiva, la cual pertenece a Dios; la expresión vuestras perlas debe de referirse a las experiencias subjetivas, las cuales son nuestras.

  • Los perros no tienen pezuña ni tampoco rumian; los cerdos tienen pezuña dividida pero no rumian. Así que, ambos animales son inmundos (7, Lv. 11:27). Conforme a lo revelado en 2 P. 2:12, 19-22 y Fil. 3:2, aquí perros y cerdos representan a las personas que son religiosas pero no limpias.

  • Primero hay que pedir, luego buscar y por último llamar. Pedir es orar de una manera general, buscar es suplicar de una manera específica, y llamar es exigir de la manera más íntima y sincera.

  • Esta parte de la promesa del Rey puede aplicarse a la oración que el pueblo del reino hace acerca de guardar la nueva ley del reino. Ellos piden esto y lo recibirán.

  • Esta parte de la promesa del Rey puede aplicarse a Mt. 6:33. El pueblo del reino busca el reino del Padre y Su justicia y los hallará.

  • Esta parte de la promesa del Rey puede aplicarse al v. 14. La puerta estrecha se le abrirá al pueblo del reino porque llama.

  • Ésta es una gran promesa. Tal promesa afirma que el pueblo del reino disfruta del cuidado y del suministro de su Padre que está en los cielos. Así que, ellos pueden cumplir perfectamente la nueva ley del reino y vivir en la realidad de éste para entrar en su manifestación.

  • El versículo análogo, Lc. 11:13, dice el Espíritu Santo en vez de buenas cosas, porque Lucas pone énfasis en la bendición del evangelio, cuyo centro es el Espíritu (Gá. 3:8, 14). Puesto que Mateo da énfasis al reino de los cielos, las buenas cosas deben de referirse a las bendiciones de la realidad del reino, como se revela en los caps. 5—7, las cuales serán otorgadas al pueblo del reino.

  • La nueva ley del reino no contradice la ley y los profetas; más bien, los cumple e incluso los complementa.

  • La séptima y última sección de la promulgación del Rey, los vs. 13-29, tiene que ver con la base para la vida y obra del pueblo del reino.

  • Lit., desvía. Así también en el versículo siguiente.

  • Aquí destrucción no se refiere a la perdición de la persona misma, sino a la destrucción de sus hechos y de su obra (1 Co. 3:15).

  • La puerta es estrecha y el camino es angosto porque la nueva ley del reino es más estricta y la exigencia del reino es más elevada que la ley y la exigencia del viejo pacto. La puerta estrecha afecta no sólo la conducta exterior, sino también el motivo interior. El viejo hombre, el yo, la carne, los conceptos humanos y el mundo con su gloria están completamente excluidos; solamente lo que corresponde a la voluntad de Dios puede entrar. El pueblo del reino necesita primeramente entrar por esta puerta y luego andar por este camino, y no lo contrario, es decir, andar primero por el camino y entrar luego por la puerta. Entrar por la puerta es sencillamente empezar a andar en el camino, un camino que abarca toda la vida.

  • Aquí vida se refiere a la eterna bienaventuranza del reino, a estar lleno de la vida eterna de Dios. Esta vida está hoy en la realidad del reino y se encontrará en su manifestación en la era venidera (Mt. 19:29; Lc. 18:30).

  • Lit., que extorsionan.

  • Para entrar en el reino de los cielos necesitamos hacer dos cosas: invocar al Señor y hacer la voluntad del Padre celestial. Invocar al Señor basta para ser salvos (Ro. 10:13), pero para entrar en el reino de los cielos también necesitamos hacer la voluntad del Padre celestial. Por lo tanto, no todo el que dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos; sólo entrarán aquellos que invocan al Señor y hacen la voluntad del Padre celestial.

    Entrar en el reino de los cielos requiere que hagamos la voluntad del Padre celestial, y obviamente difiere de entrar en el reino de Dios por medio de la regeneración (Jn. 3:3, 5). La entrada a éste se obtiene naciendo de la vida divina; la entrada a aquél se obtiene viviendo esa vida.

  • Aquel día se refiere al día del tribunal de Cristo (1 Co. 3:13; 4:5; 2 Co. 5:10).

  • Aquí conocer significa aprobar. La misma palabra se traduce admitir en Ro. 7:15. El Señor nunca aprobó a los que profetizaron, echaron fuera demonios e hicieron muchas obras poderosas en Su nombre (v. 22) pero no según la voluntad del Padre celestial (v. 21). El Señor no negó que hubieran hecho esas cosas, pero sí consideró que habían obrado ilícitamente porque no habían obrado según la voluntad del Padre celestial, de acuerdo con la voluntad divina. Por eso, los que hacen tales cosas, aun en el nombre del Señor, no entrarán en el reino de los cielos, sino que tendrán que apartarse del Señor, o sea que serán excluidos de la manifestación del reino en la era venidera.

  • Lit., obras ilícitas. Véase la nota 1 Jn. 3:42.

  • La roca no se refiere a Cristo, sino a Sus sabias palabras, las palabras que revelan la voluntad de Su Padre que está en los cielos. La vida y obra del pueblo del reino deben fundarse en la palabra del nuevo Rey para la realización de la voluntad del Padre celestial. Esto significa entrar por la puerta estrecha y andar en el camino angosto que lleva a la vida.

  • La lluvia, la cual desciende de los cielos, es de Dios; los ríos, los cuales vienen de la tierra, son del hombre; y los vientos, los cuales proceden de los aires, son de Satanás. Todo esto pondrá a prueba la vida y la obra del pueblo del reino.

  • La casa edificada sobre la roca, una casa que no se derrumba, es como la obra que se edifica con oro, plata y piedras preciosas, una obra que puede resistir la prueba de fuego (1 Co. 3:12-13).

  • Con la arena se alude a los conceptos humanos y los métodos naturales. Si vivimos y obramos según nuestros conceptos humanos y nuestros métodos naturales, nuestro vivir y nuestra obra estarán fundados en la arena. Esto equivale a entrar por la puerta ancha y andar en el camino espacioso que lleva a la destrucción.

  • La casa edificada sobre la arena, una casa que puede caerse, es semejante a la obra que se edifica con madera, hierba y hojarasca, obra que será quemada por el fuego de la prueba. No obstante, el edificador mismo será salvo (1 Co. 3:12-15).

  • Cristo, como nuevo Rey del reino de los cielos, habló con autoridad al promulgar la nueva ley del reino.

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