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Capítulos de libros «Génesis»
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  • Jacob profetizó con bendición (v. 28) respecto a sus doce hijos; esto fue una manifestación adicional de su madurez en la vida divina. Al tener a Dios mismo como su elemento constitutivo, Jacob estaba saturado de Dios; por tanto, su hablar era el hablar de Dios, y su palabra era la palabra de Dios (cfr. 1 Co. 7:25, 40 y las notas).

    Los doce hijos de Jacob se convirtieron, con el tiempo, en las doce tribus de la casa de Israel, la cual tipifica la iglesia como casa de Dios compuesta por todos los creyentes (1 Ti. 3:15; He. 3:5-6). Por tanto, todo lo que Jacob anunció proféticamente con respecto a sus hijos constituye un tipo, un cuadro, de la iglesia y se aplica a la iglesia y a las experiencias espirituales de los creyentes, además de aplicarse a los hijos de Israel (cfr. 1 Co. 10:6).

  • Aunque Rubén tenía la preeminencia que corresponde a la primogenitura, a causa de su contaminación perdió la primogenitura (cfr. Ef. 5:5 véase la nota Mt. 1:23c) y estuvo en riesgo de morir o ser grandemente reducido (Dt. 33:6). Ésta debe ser una solemne advertencia para nosotros.

  • A causa de su crueldad (Gn. 34:25-30), Simeón y Leví no recibieron bendición alguna de parte de Jacob; más bien, Jacob pronunció juicio sobre ellos, dispersándolos entre los hijos de Israel (v. 7) para impedirles actuar cruelmente según su manera de ser (Jos. 19:1, 9; 21:1-3, 41). Después, Leví se valió de su manera de ser en forma renovada y transformada al aniquilar a quienes adoraron el becerro de oro (Éx. 32:26-28). Debido a su entrega incondicional, su sentido de urgencia y su fidelidad a Dios, Leví recibió la bendición del sacerdocio junto con el Urim y el Tumim (Dt. 33:8-9).

  • Cfr. la nota Nm. 35:81.

  • Los vs. 8-12 contienen tres maravillosas semillas de tres verdades principales en el Nuevo Testamento con respecto a Cristo, las cuales son el contenido del evangelio: la semilla de la victoria de Cristo (vs. 8-9), la semilla del reino de Cristo (v. 10) y la semilla del reposo hallado al disfrutar de las riquezas de la vida de Cristo (vs. 11-12). Estas tres verdades son un resumen del Nuevo Testamento.

  • Judá, comparado poéticamente con un león joven, tipifica a Cristo como el Vencedor máximo, el León que lucha y obtiene la victoria (Ap. 5:5 y la nota 1).

  • Al león joven, en su lozanía y vigor, le corresponde salir a pelear y atrapar la presa. Cuando un león sale en busca de su presa, desciende de su morada en el monte y, habiendo atrapado la presa, la lleva al monte para devorarla. Después de disfrutar de su presa, el león se recuesta, es decir, se echa, para reposar satisfecho. Éste es un cuadro de la victoria de Cristo sobre Sus enemigos en Su crucifixión (Col. 2:15; He. 2:14) así como de Su satisfacción y reposo en Su ascensión como resultado de Su victoria (Ef. 4:8 y las notas).

  • A una leona le corresponde producir cachorros de león. Cristo no solamente es el león que lucha y el león que halla reposo, sino también la leona fecunda, que dio a luz muchos vencedores como Sus “cachorros de león”.

  • Que nadie se atreva a despertar a Judá significa que el pavoroso poder de Cristo en Su resurrección y ascensión ha subyugado todas las cosas (Mt. 28:18; Fil. 2:9; Ef. 1:21-22).

  • La victoria de Cristo introduce el reino. El cetro, símbolo del reino (Sal. 45:6), denota la autoridad que como rey ejerce Cristo. Que el cetro jamás se apartaría de Judá significa que el reinado jamás se apartará de Cristo (2 S. 7:12-13; Dn. 2:44-45; 7:13-14; Ap. 11:15; 22:1, 3).

  • Entre sus pies es un término poético que denota linaje o posteridad. Esto significa que siempre surgirían reyes de entre los descendientes de Judá (1 Cr. 5:2). Cristo, el Rey en el reino de Dios, es un descendiente de Judá (He. 7:14).

  • Que significa el que trae paz, lo cual hace referencia a Cristo en Su segunda venida como el Príncipe de paz, quien traerá paz a toda la tierra (Is. 9:6-7; 2:4).

  • Equivalente a las naciones, las cuales se sujetarán a Cristo y le obedecerán en Su segunda venida (Is. 2:1-3; 11:10).

  • El pollino o asno es un animal que sirve como medio de transporte (cfr. Mt. 21:5). Atar un pollino indica que la travesía ha terminado y uno ha llegado a su destino. Aquí la vid tipifica al Cristo viviente, quien está lleno de vida (Jn. 15:1, 5). Atar nuestro pollino a la vid significa detener nuestra labor y esfuerzo en la vida natural y reposar en Cristo, el Viviente que es la fuente de vida (cfr. Mt. 11:28-30). Debido a que Cristo obtuvo la victoria y el reino, Él se ha convertido en la rica vid para ser nuestro disfrute, reposo y satisfacción.

  • Las vestiduras representan el comportamiento que manifestamos en nuestro diario vivir, y el vino representa la vida (Jn. 2:3). Por tanto, lavar en el vino nuestro vestido y en la sangre de uvas nuestro manto significa empapar nuestro comportamiento, nuestro andar diario, en el disfrute de las riquezas de la vida de Cristo (Mt. 9:17 y la nota 1).

  • O, rojos. Que los ojos estuvieran rojos por el vino y los dientes blancos por la leche representa la transformación en la cual somos trasladados de muerte a vida al disfrutar de la rica vida de Cristo. Los dientes cumplen la función de recibir los alimentos en la boca y nos ayudan en la articulación de las palabras. En términos espirituales, la blancura de los dientes indica la función sana y saludable de ingerir la Palabra de Dios como alimento y de declarar a los demás Su palabra a fin de que sean nutridos.

  • La profecía respecto a Judá presenta los contenidos del evangelio (véase la nota Gn. 49:81a). La profecía de Jacob respecto a Zabulón es un cuadro de la predicación del evangelio. Zabulón era una región de Galilea, donde el Señor Jesús comenzó Su ministerio en el que predicó el evangelio del reino (Mt. 4:12-23; 28:7, 10, 16-20). Esta región era puerto para las naves, un puerto marítimo. En tiempos antiguos los barcos, una vez cargados, partían del puerto impulsados por el poder del viento. Éste es un cuadro representativo del envío de las buenas nuevas del evangelio por parte de los predicadores galileos, quienes fueron impulsados por el poder del Espíritu Santo como viento celestial (Hch. 1:8; 2:2-41). Véase la nota Sal. 68:273c.

  • Que Sidón, un puerto gentil, fuese mencionado, indica que el evangelio habría de alcanzar el mundo gentil y propagarse hasta lo último de la tierra (Hch. 1:8; 13:46-47).

  • El asno fuerte representa al hombre natural; recostarse es descansar en satisfacción; y los rediles representan las diferentes denominaciones y religiones que se basan en la ley (cfr. Jn. 10:1-9, 16 y las notas). Este versículo retrata poéticamente la genuina vida de iglesia que es fruto de la predicación del evangelio, donde nuestro hombre natural reposa en satisfacción al hallarse entre (fuera de) los rediles religiosos.

    Según la bendición dada por Moisés en Dt. 33:18b, Isacar debía regocijarse por sus tiendas. Allí, las tiendas representan las iglesias locales como expresiones del único Cuerpo de Cristo (Ef. 4:4a), donde los creyentes se regocijan al disfrutar de las riquezas de Cristo (Fil. 4:4; 1 Ts. 5:16).

  • La tierra tipifica a Cristo como los verdes pastos (Jn. 10:9 y la nota 2) que los creyentes disfrutan en la vida de iglesia.

  • Un siervo realiza la labor que le asigna su amo. Esto representa a los miembros del Cuerpo de Cristo, cuyo servicio en el Cuerpo les fue asignado por la Cabeza (1 Co. 12:4-6, 18, 28; Ef. 2:10; 4:11-12). Dicho servicio, con el tiempo, se convierte en un tributo ofrecido al Amo para Su satisfacción (cfr. Ro. 15:16).

  • El segundo grupo de hijos de Jacob retrata: el evangelio, representado por Judá y cuyo cumplimiento se halla en los cuatro Evangelios; la predicación del evangelio, representada por Zabulón y cuyo cumplimiento se halla en Hechos; y la vida de iglesia, representada por Isacar y cuyo cumplimiento se halla en los libros restantes del Nuevo Testamento. La consumación de la profecía de Jacob respecto a Judá, Zabulón e Isacar es vista en Dt. 33:19, donde dice que los pueblos, las naciones, serán llamados al monte, que representa el reino de Dios (Dn. 2:35), y allí ofrecerán sacrificios de justicia y disfrutarán de la abundancia de los mares (la iglesia compuesta principalmente por los creyentes gentiles, véase la nota Mt. 13:11a) así como de los tesoros escondidos en la arena (el reino escondido en la tierra, Mt. 13:44). Esto muestra que el evangelio, la predicación del evangelio y la vida de iglesia, la cual es fruto del evangelio, tienen como resultado tanto el disfrute de la vida de iglesia como la vida del reino (cfr. Ro. 14:17 y la nota 1).

  • Esta palabra hebrea también significa cetros. Esta profecía acompañada de bendición indica que a Jacob le preocupaba que Dan fuese raído del pueblo a causa de su apostasía (v. 17; Dt. 13:5-18). Lo dicho por Jacob aquí significa que Dan no sólo permanecería como tribu, sino que sería un cetro, una autoridad. En 1 Cr. caps. 2—9 y en Ap. 7 se omite a Dan al enumerar el pueblo santo de Dios (cfr. Ap. 3:5), pero Dan todavía será una de las tribus en el milenio debido a la bendición pronunciada por su padre (Ez. 48:1). Véase la nota Ap. 7:61a, párr. 2.

  • En Dt. 33:22 Dan es comparado a un cachorro de león que salta desde Basán; como tal, Dan combatió para ganar más tierra (Jos. 19:47; Jue. 18:27-29), la cual representa a Cristo (véase la nota Dt. 8:71). Después de su éxito al obtener esta victoria, Dan se convirtió en una serpiente, una víbora, que en su orgullo actuó de manera independiente e individualista al establecer un ídolo y un centro divisivo de adoración e, incluso, ordenar a su propio sacerdote asalariado en la ciudad de Dan todo el tiempo que la casa de Dios estaba en Siloh (Jue. 18:30-31; cfr. Dt. 12:5 y la nota). En su condición de serpiente Dan mordió los talones del caballo haciendo que su jinete cayera hacia atrás, lo cual significa que la apostasía introducida por Dan se convirtió en una enorme piedra de tropiezo para la nación de Israel. A lo largo de la historia de la iglesia muchas personas espirituales han seguido el ejemplo de Dan, impidiendo así que el pueblo de Dios avance conforme a la manera ordenada por Dios. Un cumplimiento adicional de la profecía de Jacob respecto a Dan es visto en 1 R. 12:26-31 (véanse las notas allí).

  • Jacob anticipó una salvación de la piedra de tropiezo, piedra que sería producto de la apostasía de la tribu de Dan.

  • La victoria de Gad descrita en este versículo corresponde a su victoria mencionada en Dt. 33:20. Ella representa el recobro de la victoria de Cristo, la cual Dan había perdido a causa de su apostasía. Según Dt. 33:20-21, Gad fue ensanchado a causa de su victoria; por medio de Gad fue provista la primera parte de la buena tierra (la tierra al este del Jordán) —que sería para él mismo—, pero antes de disfrutar de su porción, acompañó a sus hermanos y combatió junto a ellos para conquistar la porción de territorio al oeste del Jordán (Nm. 32:1-32) cumpliéndose así, en Israel, con la justicia de Jehová y con Sus juicios. El fracaso de Dan se debió a que era individualista y sólo se preocupaba por sí mismo, mientras que el éxito de Gad se debió a que era corporativamente solidario y atendía a las necesidades de sus hermanos. En términos neotestamentarios, para seguir el ejemplo de Gad tenemos que estar llenos del sentir corporativo del Cuerpo y atender solícitamente a los miembros del Cuerpo con miras a cumplir la voluntad de Dios, la cual consiste en que experimentemos la vida del Cuerpo (Ro. 12:1-21).

  • Esto es según algunas versiones antiguas. El texto en hebreo dice: procedente de Aser.

  • Lit., sustancioso. Tanto la profecía de Jacob en este versículo como la bendición de Moisés en Dt. 33:24-25 nos muestra la suficiencia de Aser, manifestada después del recobro efectuado con Gad (v. 19). Aser fue bendecido con ricos alimentos, con el rico suministro de vida. Que él mojase en aceite su pie (Dt. 33:24) representa el disfrute de la abundante suministración del Espíritu para su diario andar (Fil. 1:19; Gá. 3:5). El resultado de una provisión tan rica es el disfrute de absoluto reposo con paz, fortaleza, seguridad y suficiencia.

  • La cierva tipifica al Cristo resucitado (véase el título de Sal. 22 y la nota). Las palabras hermosas son pronunciadas por Cristo y por quienes experimentan a Cristo en Su resurrección (Lc. 4:22; Jn. 7:46; Mt. 28:16, 18-20; Hch. 2:32-36). Según Dt. 33:23, Neftalí es colmado de favores (el equivalente en el Antiguo Testamento de la gracia neotestamentaria) y está lleno de la bendición de Jehová (refiriéndose a las bendiciones espirituales en los lugares celestiales, Ef. 1:3). Más aún, Neftalí tomará posesión del mar (el mundo gentil, véase la nota Mt. 13:11a) y del sur (la tierra de Israel), lo cual representa que quienes experimenten al Cristo resucitado tomarán posesión de toda la tierra por medio de su proclamación de Cristo (Mt. 28:19; Hch. 1:8; Ro. 15:19). Véase la nota Sal. 68:274d.

  • Que José sea rama fructífera tipifica a Cristo en calidad de vástago (Is. 11:1), cuya finalidad es que Dios se extienda ramificándose en Sus creyentes, Sus pámpanos (Jn. 15:1, 5). En este versículo la fuente representa a Dios mismo, el origen de todo lo fructífero (Sal. 36:9; Jer. 2:13), y que los vástagos se extiendan sobre el muro significa que los creyentes de Cristo, Sus pámpanos, propagan a Cristo superando toda restricción, magnificándole en toda circunstancia (Fil. 1:20; 4:22; Flm. 1:10).

  • O, fuertes. Los vs. 23-24 se refieren al sufrimiento padecido por José a manos de sus hermanos (Gn. 37:18-31). José venció en medio de sus sufrimientos (cfr. Ro. 8:36-37) porque fue fortalecido por Dios, el Poderoso de Jacob y Aquel que es todo-suficiente, en quien él confió (cfr. 2 Ti. 2:1; Fil. 4:13).

  • Heb. Shaddai. Véase la nota Gn. 17:12a.

  • Las bendiciones otorgadas a José, tal como se describe en los vs. 25-26 y en Dt. 33:13-16, abarcan todo tiempo, desde la antigüedad hasta la eternidad (v. 26; Dt. 33:15), y abarcan todo espacio, desde los cielos hasta la tierra, incluyendo las profundidades debajo de la tierra (v. 25b; Dt. 33:13-14, 16a). El tiempo y el espacio abarcados conforman el universo. Como aquel que fue universalmente bendecido por su padre, José tipifica a Cristo, designado como el Heredero de todas las cosas (He. 1:2; Col. 1:16), y tipifica también a los creyentes de Cristo, quienes, como socios Suyos, son partícipes de Su herencia (1 Co. 3:21-22; Ro. 8:17; He. 1:9, 1:14; 3:14 y la nota). La bendición universal dada a José alcanzará su consumación en el cielo nuevo y la tierra nueva, en donde todo será una bendición para Cristo y Sus creyentes (Ap. 21:1, 4-5; 22:3, 5).

  • Heb. nazir; en Jue. 13:5, 7 y Jue. 16:17 se traduce nazareo. Aquí José tipifica a Cristo, el Nazareo, Aquel que fue separado de la gente común a fin de vivir íntegramente para Dios (véase la nota Nm. 6:22b). La bendición universal reposa sobre la coronilla de la cabeza de tal nazareo (cfr. Dt. 33:16b).

  • Lit., que despedaza. Como lobo que despedaza, Benjamín tipifica a Cristo, quien destruye al enemigo reduciéndolo a pedazos (Ef. 4:8; 2 Co. 10:5).

  • La bendición dada por Moisés en Dt. 33:12 afirma que Benjamín morará seguro al lado de Jehová y que Jehová mismo morará entre los hombros de Benjamín. Jerusalén y el templo de Dios, Su morada, estaban en el territorio de Benjamín (Jue. 1:21). Por tanto, la bendición dada a los doce hijos de Jacob concluye hablando de la morada de Dios, cuya máxima consumación será la Nueva Jerusalén, la morada mutua de Dios y Sus redimidos por la eternidad (Ap. 21—22). Ésta es la mayor bendición dada al pueblo de Dios.

    Génesis 49:1-28 es un extracto de toda la Biblia y un resumen de la historia del pueblo de Dios, según puede ser vista en los doce hijos de Jacob, la nación de Israel y la iglesia. En este pasaje también se ve retratada la historia personal de todo creyente. Los primeros cuatro hijos de Jacob —Rubén, Simeón, Leví y Judá— eran pecadores, lo cual indica que la historia del pueblo de Dios comienza con pecadores. Sin embargo, dos de estos pecadores, Leví y Judá, fueron transformados hasta llegar a ser sacerdotes y reyes. Del reinado de Judá se produjo una salvación real, la cual fue predicada como evangelio en el mundo gentil por Zabulón y que, con Isacar, tuvo como fruto la vida de iglesia. Pero la apostasía fue introducida por Dan, seguida por el recobro con Gad, lo cual redundó —con Aser— en la suficiencia propia de las riquezas de Cristo y —con Neftalí— en la resurrección. Finalmente, la historia del pueblo de Dios concluye con José y Benjamín, quienes tipifican a Cristo como Aquel que es victorioso y perfecto en todo aspecto, sin defecto alguno. Según la profecía de Jacob y las palabras de Moisés, José trajo la bendición de Dios, que es universal y sin límites (vs. 22-26; Dt. 33:13-16), y Benjamín, la morada eterna de Dios (Dt. 33:12). Por tanto, la conclusión de Gn. 49 corresponde con la conclusión de la Biblia entera, a saber: la bendición universal en el cielo nuevo y la tierra nueva, donde está la morada eterna de Dios, la Nueva Jerusalén, como fruto y meta final de la bendición universal de Dios (cfr. Ef. 1:3; 2:22).

  • Véase la nota Gn. 47:301.

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