Un voto privado que los judíos, rapándose la cabeza, hacían en cualquier lugar como acción de gracias. Difería del voto nazareo, el cual se tenía que llevar a cabo en Jerusalén, rasurándose la cabeza (Hch. 21:24 y la nota 3; Nm. 6:1-5, 18; cfr. 1 Co. 11:6, donde se muestra que existe una diferencia entre raparse y rasurarse). Pablo era judío y guardaba el voto, pero no lo quería imponer a los gentiles, y de hecho no lo hizo. Conforme al principio de su enseñanza con respecto a la economía neotestamentaria de Dios, Pablo debió haber renunciado a todas las prácticas judías, las cuales pertenecían a la dispensación del Antiguo Testamento. Sin embargo, guardó ese voto, y al parecer Dios lo toleró, probablemente porque era un voto efectuado en privado, en un lugar que no era Jerusalén, y que no tendría mucho efecto en los creyentes.