Véase la nota Jon. 1:21a. Tanto la profecía de Jonás como la de Nahúm se relacionan con la ciudad de Nínive. Mientras que Jonás trajo, o extendió, a aquella ciudad pecaminosa la salvación provista por Dios, Nahúm trajo el juicio de Dios sobre ella. Jonás revela que Dios, en Su salvación, es el Dios de todos los pueblos de la tierra, no solamente de los judíos sino también de los gentiles (véase la nota Jon. 4:111). Nahúm revela que Dios, en Su juicio, también es el Dios de todos los pueblos. Por tanto, Dios es el Dios de todos los pueblos tanto en lo concerniente al juicio como en lo concerniente a la salvación.
Aunque Él había extendido Su salvación a Nínive, Dios juzgó a Nínive porque ella era pecaminosa y había invadido a Israel (2 R. 15:19-20, 29; 17:3-6; 18:9-37; 19:1-37). Asiria fue la primera nación en devastar a Israel, invadiendo a Israel más de cien años antes de la invasión babilónica efectuada bajo el liderazgo de Nabucodonosor (2 R. 24:1-20; 25:1-21).