Es decir, alabado, ensalzado.
Es decir, alabado, ensalzado.
Véase la nota Mr. 1:211d y la nota Jac. 2:2.
Véase la nota Mr. 1:212. Así también en el v. 31.
O, salieron informes respecto a Él.
Véase la nota Lc. 3:221a.
Indica que el diablo buscaría otro momento y regresaría para tentarle una y otra vez, en cualquier momento que considerase apropiado (Mt. 16:22-23; Jn. 8:40; Lc. 22:53; Jn. 6:70-71).
Véase la nota Mt. 4:72.
Véase la nota Mt. 4:51.
Lit., servirás como sacerdote.
Algunos mss. añaden: Vete, quítate de delante de Mí, Satanás.
Esto debe de haber sucedido en la era preadamítica. Aquí lo dicho por el diablo indica que cuando Dios ungió al arcángel y lo hizo cabeza de la era anterior a Adán (Ez. 28:13-14), la autoridad y la gloria del reino de la tierra ciertamente le fueron dadas. Lo dicho por el Señor en Jn. 12:31 confirma esto. Después de haberse rebelado el arcángel contra Dios y de haberse convertido en Su enemigo, Satanás, Dios lo juzgó (Is. 14:12-15), pero la ejecución plena del juicio de Dios sobre él no se completará sino hasta el final del milenio (Ap. 20:7-10). Por eso, él tiene autoridad sobre los reinos de la tierra hasta que llegue aquel tiempo. Él tentó al Señor Jesús ofreciéndole esta autoridad y esta gloria. Su oferta maligna fue rechazada por el Cristo de Dios, pero será aceptada por el anticristo, el hombre de iniquidad (2 Ts. 2:3-4), al final de esta era (Ap. 13:4) para que los ardides malignos de Satanás contra Dios sean ejecutados. Nosotros podemos rechazar al tentador maligno solamente por medio de Cristo, quien vive en nosotros.
Algunos mss. añaden: sino de toda palabra de Dios.
O, en.
Véase la nota Lc. 3:221a.
Con respecto a los vs. 1-13, véanse las notas de Mt. 4:1-11.
Véase la nota Lc. 3:221a.
Véase la nota Lc. 4:431a. Anunciar el evangelio fue la primera comisión del Salvador como Ungido de Dios, como Mesías.
Pobres en las cosas celestiales, espirituales y divinas (Lc. 12:21; Ap. 3:17; cfr. Mt. 5:3).
Prisioneros de guerra, exiliados y prisioneros bajo el cautiverio de Satanás (Is. 42:7).
Véase la nota Mr. 1:221.
Véase la nota Mr. 1:231.
Una interjección de enojo o consternación. La palabra griega puede ser traducida: Déjanos en paz.
Lit., Qué a nosotros y qué a Ti. Un modismo hebreo.
Véase la nota Mr. 1:271c.
O, informes.
En los vs. 38-41; 5:12-14 y Lc. 7:1-10 la secuencia de los eventos narrados concuerda con la moralidad; esto difiere de Mt. 8:2-16 y Mr. 1:29-45; 2:1. Véase la nota Mt. 8:161, párr. 2.
Ciegos tanto física como espiritualmente (Sof. 1:17; Jn. 9:39-41; 1 Jn. 2:11; Ap. 3:17).
Recobrar la vista está relacionado con ser liberado del poder de Satanás (Hch. 26:18).
De un verbo que significa partir en pedazos. Aquí denota estar bajo la opresión de Satanás en enfermedad o en pecado (Lc. 13:11-13; Jn. 8:34).
La era neotestamentaria, tipificada por el año del jubileo (Lv. 25:8-17), es el tiempo en el cual Dios recibe y acepta a los cautivos del pecado que regresan (Is. 49:8; 2 Co. 6:2), y en el cual los que están oprimidos bajo el cautiverio del pecado disfrutan de la liberación, la obra salvadora de Dios, y guardan el jubileo neotestamentario.
Muestra Su firmeza ante la amenaza de Sus opositores.
Ellos conocían al Salvador según la carne (2 Co. 5:16), no según el Espíritu (Ro. 1:4).
El nombre antiguotestamentario es Sarefat (1 R. 17:9).
Mt. 15:21 y la nota
Este caso muestra que el Señor alimenta a los hambrientos (Jn. 6:33, 35). El caso de Naamán en el versículo siguiente es un caso de purificación, que muestra que el Señor purifica a los pecadores (1 Co. 6:11). El Salvador menciona estos dos casos dando a entender que Su evangelio se volvería a los gentiles (Hch. 13:45-48 véase la nota Mt. 15:211b y la nota Mt. 15:221a); no porque Su nivel de moralidad le impidiera abrazar a los judíos, sino debido a que éstos le rechazaron por la dureza de su corazón.
La palabra griega significa anunciar buenas noticias, declarar (llevar) buenas nuevas, predicar (el evangelio). Por lo tanto, anunciar el evangelio del reino de Dios es predicar el reino de Dios como evangelio, como buenas noticias.
Véase la nota Mr. 1:301 y la nota Mr. 1:311.
Lit., constreñida.
El reino de Dios es el Salvador (véase la nota Lc. 17:211) como la semilla de vida sembrada dentro de Sus creyentes, el pueblo escogido de Dios (Mr. 4:3, 26), quien se desarrolla hasta llegar a ser una esfera en la cual Dios puede gobernar como reino Suyo en Su vida divina. La entrada al reino es la regeneración (Jn. 3:5), y su desarrollo es el crecimiento de los creyentes en la vida divina (2 P. 1:3-11). El reino es la actual vida de iglesia que llevan los creyentes fieles (Ro. 14:17), y se desarrollará hasta ser el reino venidero, una recompensa que han de heredar (Gá. 5:21; Ef. 5:5) los santos vencedores en el milenio (Ap. 20:4, 6). Finalmente, tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén como el reino eterno de Dios, un dominio eterno que contiene la bendición eterna de la vida eterna de Dios, la cual todos los redimidos de Dios disfrutarán en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad, Ap. 21:1-4; 22:1-5, 14 (véase la nota Mr. 1:151b y la nota Mr. 4:31a, la nota Mr. 4:32, la nota Mr. 4:261a y la nota Mr. 4:263b). Este reino, el reino de Dios, es lo que el Salvador anunció aquí como evangelio, como buenas nuevas para quienes eran ajenos a la vida de Dios (Ef. 4:18).
Véase la nota Mr. 1:382.
Véase la nota Mr. 1:142b.
Algunos mss. dicen: Galilea; esto corresponde a Mr. 1:39 y Mt. 4:23. Galilea era una parte del país de los judíos, que era comúnmente llamado Judea (véase la nota Lc. 7:171 y la nota Lc. 23:51a).