La iglesia, que es la corporificación del reino en la tierra, debe ser como una hierba que produce alimento. Sin embargo, su naturaleza y su función fueron cambiadas de modo que se hizo un “árbol”, un nido de aves. (Esto es contrario a la ley de la creación de Dios, es decir, que toda planta debe dar fruto según su especie, Gn. 1:11-12). Este cambio sucedió en la primera parte del cuarto siglo, cuando Constantino el Grande unió a la iglesia con el mundo. Él introdujo en el cristianismo a miles de falsos creyentes, convirtiéndolo en el sistema de la cristiandad, y haciendo que dejara de ser la iglesia. Por lo tanto, esta tercera parábola corresponde a la tercera iglesia de las siete mencionadas en Ap. 2 y Ap. 3, la iglesia en Pérgamo (Ap. 2:12-17, véase la nota Ap. 2:121). La mostaza es una hortaliza anual, mientras que el árbol es una planta perenne. La iglesia, según su naturaleza celestial y espiritual, debe ser como la mostaza, debe ser peregrina en la tierra. Pero cambiada su naturaleza, la iglesia se estableció y se arraigó profundamente como un árbol en la tierra, y floreció echando las ramas de sus proyectos y operaciones, donde se alojan muchas personas y cosas malignas. Como resultado de esto se formó la organización exterior de la apariencia del reino de los cielos.