Véase la nota Mt. 2:41a.
Véase la nota Mt. 2:41a.
Véase la nota Mt. 3:71a.
La ley requería que los israelitas hicieran flecos en los bordes de sus vestidos con un cordón azul. Los flecos indicaban que su conducta (tipificada por el vestido) era regulada por el gobierno celestial (indicado por el cordón azul), y debían servir de recordatorio para que guardaran los mandamientos de Dios (Nm. 15:38-39). Los escribas y los fariseos alargaban los flecos, aparentando que guardaban los mandamientos de Dios y que eran regulados por ellos a un grado sobresaliente.
Un título de honra que significa maestro, amo.
Cristo es nuestro único Maestro y Amo.
Dios es nuestro único Padre.
Lit., el Celestial.
O, guías, maestros, dirigentes.
Cristo es nuestro único Instructor, Guía, Maestro y Director.
Véase la nota Mt. 6:22b. Así también en todo este capítulo.
En el cristianismo de hoy algunas personas se comportan de la misma manera.
Este versículo no se encuentra en los mss. más antiguos.
O, sentencia.
Véase la nota Mt. 5:228d. Así también en el v. 33.
Lit., es deudor. Así también en el v. 18.
Esto significa que el oro llegaba a ser santo por su posición porque pasaba de un lugar común a un lugar santo. Véase la nota Ro. 6:193b.
Esto también era una santificación en cuanto a la posición, no en cuanto a su manera de ser, y era llevada a cabo al cambiar la ubicación de la ofrenda, mudándola de un lugar profano a un lugar santo. Véase la nota Ro. 6:193b.
O, juicio.
Aunque el Señor puso énfasis en los asuntos más importantes, nos exhortó a no dejar a un lado los asuntos de menor importancia.
Lit., sin ley. Véase la nota 1 Jn. 3:42.
Los apóstoles neotestamentarios enviados por el Señor.
Se refiere a todos los pecados por los cuales la sangre de los justos fue derramada sobre la tierra.
Dios se preocupaba siempre por Jerusalén, como ave que revolotea sobre sus polluelos (Is. 31:5; Dt. 32:11-12). Así que, cuando el Señor Jesús dijo: “Quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas”, daba a entender que Él era Dios mismo.
Puesto que casa está en singular, debe de denotar la casa de Dios, la cual era el templo (Mt. 21:12-13). Antes era la casa de Dios, pero ahora Él la llama “vuestra casa” porque los judíos habían hecho de ella una cueva de ladrones (Mt. 21:13).
Esta profecía corresponde a la de Mt. 24:2, la cual se cumplió cuando Tito y el ejército romano destruyeron Jerusalén en el año 70 d. C.