Aquí se inicia el gobierno humano. En el huerto, antes de la caída, el hombre se hallaba directamente bajo el gobierno de Dios. Después de la caída, el hombre era regido por su propia conciencia (Gn. 3:7-10); sin embargo, tal gobierno fue ineficaz, y el hombre se degradó aún más hasta sumirse en perversidad (Gn. 6:5, 11). Por tanto, después del diluvio, Dios autorizó al hombre a regir sobre sus semejantes, y esto dio comienzo al gobierno humano (Ro. 13:1 y las notas 3 y 4).
En aquel tiempo, Noé era la autoridad delegada de Dios; esto era una sombra del reino de Dios, cuya realidad es la vida de iglesia en la economía neotestamentaria de Dios y cuya manifestación será el reino milenario (véase la nota Mt. 5:34b y la nota He. 12:281a).