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Capítulos de libros «Éxodo»
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Mis lecturas
  • El altar del holocausto, ubicado en el atrio del tabernáculo, tipifica la cruz de Cristo (He. 13:10).

  • La madera de acacia de la que estaba hecho el altar representa al hombre Jesús (1 Ti. 2:5), que fue juzgado por Dios en la cruz como Sustituto nuestro. La madera de acacia era la esencia y sustancia tanto del Arca (Éx. 25:10) como del altar, lo cual significa que sólo aquella humanidad que corresponde al estándar del Arca —la humanidad de Jesús— puede sustituirnos para salvarnos.

  • Cinco es el número de responsabilidad, y cinco por cinco significa que Cristo en la cruz cargó con la plena responsabilidad de cumplir todo lo requerido por la justicia, la santidad y la gloria de Dios. Véase la nota Gn. 3:241a.

  • La forma cuadrada del altar representa que el hombre Jesús era recto, perfecto y sin deficiencia alguna, por lo cual era plenamente apto para ser nuestro Sustituto y Redentor (véase la nota Mr. 12:371).

  • Aquí el número tres representa al Dios Triuno. La redención lograda en la cruz no solamente fue efectuada por el propio Señor Jesucristo, sino por el Dios Triuno. Los Tres de la Trinidad Divina participaron en efectuar la redención (He. 9:14; Mt. 27:46; Col. 2:14-15).

  • Los cuernos en las cuatro esquinas del altar representan el poder y la fuerza de la redención de Cristo (cfr. Sal. 92:10a) para alcanzar los cuatro ángulos de la tierra. Que los cuernos fuesen de una sola pieza con el altar indica que el poder y la fuerza de la redención efectuada por Cristo son inseparables de Su cruz.

  • El bronce que recubría el altar procedía de los incensarios de los doscientos cincuenta rebeldes que fueron juzgados por Dios (Nm. 16:37-39). Por tanto, el bronce del altar se convirtió en recordatorio del juicio de Dios sobre la rebeldía. El bronce aquí representa el justo juicio de Dios que vino sobre Cristo, nuestro Sustituto (Is. 53:5; 2 Co. 5:21; 1 P. 3:18).

  • El hecho de que todos los utensilios fuesen de bronce significa que todo lo referente a la cruz tiene por finalidad el juicio de Dios.

  • La rejilla de bronce en forma de red que estaba dentro del altar representa a Cristo mismo en Su obra redentora. Esta rejilla se extendía horizontalmente de un extremo a otro, a la altura correspondiente a la mitad del altar (v. 5). La madera era colocada sobre esta rejilla, y los sacrificios eran puestos sobre la madera. Mientras la madera y los sacrificios ardían, las cenizas caían —a través de la rejilla— en la base del altar, y el humo ascendía a Dios como grato olor para Su satisfacción. Las cenizas eran prueba de que el sacrificio había sido aceptado por Dios y que el oferente había sido perdonado. Dios disfrutaba del aroma del sacrificio que ardía, y el oferente disfrutaba de paz.

    La rejilla de bronce, con sus anillos y varas, es el contenido del altar, y representa el contenido interno de la redención efectuada por Cristo. Que la rejilla estuviese dentro del altar significa que el juicio de Dios sobre Cristo como Sustituto nuestro no fue meramente algo externo, sino que llegó hasta las partes internas de Cristo (Sal. 22:14).

  • Los anillos de bronce en los cuatro extremos de la rejilla hacen referencia al Espíritu eterno (cfr. la nota Éx. 25:121), por el cual Cristo en la cruz se ofreció a Dios para efectuar la redención (He. 9:14 y la nota 2). El Espíritu eterno es el poder, la fuerza, la eficacia, de la obra redentora de Cristo. Los anillos cumplían una doble función:
    1) soportar el peso de la rejilla, sobre la cual la madera y los sacrificios eran incinerados y
    2) hacer posible que el altar fuese móvil (Éx. 38:5, 7).
    El fuego que ardía en el altar procedía de Dios (Lv. 9:24; cfr. 2 Cr. 7:1) y jamás cesaba (Lv. 6:13); mientras el altar era movido de un lugar a otro, el fuego ardía sin cesar. Tanto el fuego como el transporte dependían de estos cuatro anillos. Esto significa que el Espíritu eterno hace eficaz la obra redentora de Cristo y es el poder para que el mover de la cruz de Cristo alcance los cuatro ángulos de la tierra (1 Co. 1:18; Ro. 1:16; 15:18-19; Hch. 1:8; 1 Ts. 1:5). Que los anillos hayan sido hechos del mismo material que la rejilla y formasen una sola pieza con ella, indica que el Espíritu vivificante es resultado del Cristo redentor (1 Co. 15:45) y de Su obra redentora (Hch. 2:38; Gá. 3:13-14) e identifica a Cristo con el Espíritu (2 Co. 3:17). No debiéramos hacer separación entre el Espíritu y Cristo con Su obra redentora (Ap. 5:6).

  • Este reborde, ubicado en la parte interna del altar, probablemente servía para fortalecer la rejilla además de proteger las paredes del altar —hechas de madera de acacia— del fuego que ardía continuamente sobre la rejilla. Por tanto, este reborde podría representar el poder fortalecedor que sustentó a Cristo mientras Él sufría el fuego del justo juicio de Dios en la cruz, así como la protección que capacitó a Cristo en Su humanidad (representada por la madera de acacia) para soportar el juicio de Dios.

  • El codo y medio tanto por encima de la rejilla como por debajo de ella equivalía a la altura del Arca del Testimonio (Éx. 25:10). El hecho de que la rejilla del altar estuviera al mismo nivel con la cubierta expiatoria del Arca significa que la obra redentora de Cristo fue lograda conforme al estándar de los requisitos de la santidad, la justicia y la gloria de Dios (cfr. Ro. 3:24-25). Más aún, el hecho de que hubiera un codo y medio por encima de la rejilla significa que la eficacia de la redención efectuada por Cristo —indicado por el hecho de que Dios estaba satisfecho con el fragante aroma que ascendía de los sacrificios— también se conformaba al estándar de los requisitos de Dios.

  • Las varas hechas de madera de acacia recubierta de bronce, lo cual representa a Cristo como hombre sujeto al juicio de Dios, tenían por finalidad que el altar se pudiera mover (v. 7). Que las varas fuesen introducidas en los anillos para ser cargadas por los hombres representa el mover del Cristo redentor por el poder del Espíritu con la iglesia como el Cuerpo, una entidad corporativa, en la debida coordinación de los creyentes como un solo testimonio (1 Ts. 1:5; Lc. 10:1; Hch. 1:8; 13:1-4; 16:6-10).

  • El atrio del tabernáculo representa la esfera y los límites de la morada de Dios. El área del atrio formaba un rectángulo de cien codos de largo y cincuenta codos de ancho (vs. 9-13). Esto es la mitad de un cuadrado de cien codos por lado, lo cual significa que el atrio era un testimonio en el que una mitad estaba presente y la otra mitad estaba por venir. La Nueva Jerusalén, la consumación del edificio de Dios, será una entidad completa, un cuadrado, y no un rectángulo (Ap. 21:16). Cfr. la nota Éx. 25:103.

  • Observado a distancia, la característica más prominente del tabernáculo era los cortinajes de lino fino del atrio. Estos cortinajes eran tanto la expresión externa del edificio de Dios como sus límites perimétricos. Los cortinajes del atrio representan a Cristo, la justicia de Dios, quien fue hecho justicia a la iglesia (1 Co. 1:30) y es expresado en el vivir de la iglesia para ser tanto sus límites como su expresión (véase la nota Mt. 5:201a, la nota Fil. 3:95c y la nota Ap. 19:82b).

    En el caso del tabernáculo, la expresión del edificio de Dios era externamente la justicia, representada por el lino, e internamente la santidad, representada por el oro. La justicia es la expresión de Dios en Sus actos, y la santidad es la expresión de Dios en Su naturaleza. Externamente, delante de los hombres, la expresión de la iglesia debe ser la justicia, e internamente, delante de Dios, su expresión debe ser la santidad (cfr. Ef. 4:24). Es necesario que la justicia sea nuestra expresión externa antes de poder tener la santidad como expresión interna (véase la nota Is. 5:162 y la nota Ro. 6:192).

  • Véase la nota Éx. 25:42 y la nota Éx. 26:12. La expresión de la justicia por parte de la iglesia debe ser la expresión del vivir humano de Cristo.

  • En lo concerniente a los límites del edificio de Dios, las columnas de bronce representan al Cristo juzgado por Dios, en calidad de fuerza que sustenta y apoya, y las basas de bronce representan al Cristo juzgado por Dios, en calidad de base (véase la nota Éx. 26:372). En el atrio, los materiales más prominentes eran el bronce y el lino. Que los cortinajes de lino pendieran de las columnas de bronce que estaban apoyadas en las basas de bronce significa que la justicia de Dios es fruto del juicio de Dios. En Cristo está el elemento del juicio de Dios. Cuando vivimos al Cristo que fue juzgado, todo lo relacionado con nuestra persona está sujeto al juicio de Dios. Como resultado, nos convertimos en basas y columnas portadores de la justicia de Dios, que es la expresión de Dios como límite y esfera de Su morada.

  • Los ganchos y las varillas conectivas de las columnas eran de plata, y los capiteles de las columnas estaban recubiertos de plata (Éx. 38:17), la cual había sido recolectada entre el pueblo para su expiación (Éx. 30:11-16; 38:25, 28). Esto representa la redención efectuada por Cristo, la cual es producto del justo juicio de Dios. Los capiteles representan la gloria a manera de corona, los ganchos representan el poder para sostener, y las varillas, la fuerza para unir. La redención de Cristo es nuestra gloria así como el poder para sustentarnos y la fuerza para unirnos, lo cual nos vincula —a nosotros, las columnas— a la justicia de Dios y los unos a los otros. Los elementos del atrio del tabernáculo muestran que si nos sometemos al juicio divino de Dios (el bronce), simultáneamente experimentaremos la obra redentora de Cristo (la plata), la cual nos vincula a la justicia de Dios (el lino) como expresión y testimonio de Dios.

  • En el lado oriental del atrio había una puerta de veinte codos con sus cortinajes de lino de quince codos a ambos lados (vs. 13-16). El lienzo de lino fino torcido con hilos de color azul, púrpura y escarlata en la puerta (véase la nota Éx. 25:41a y la nota Éx. 25:42) representa al Cristo redentor como entrada al edificio de Dios. Que la puerta tuviese cuatro columnas con cuatro aberturas significa que el edificio de Dios está abierto a todo hombre proveniente de los cuatro ángulos de la tierra (véanse los vs. 2, 4). El hecho de que hubiera tres columnas con sus tres basas a cada lado de la puerta, y cuatro columnas con sus cuatro basas en la puerta misma, significa que la puerta del atrio del tabernáculo tiene la apariencia propia del hombre (representado por el número cuatro), quien porta al Dios Triuno (representado por el número tres) como testimonio (representado por el número dos). La meta del evangelio es que los pecadores arrepentidos pasen por la puerta del juicio de Dios, donde todo lo referente a ellos es juzgado, y entren al edificio de Dios, la iglesia, donde ellos portan —como testimonio— al Dios Triuno que se ha relacionado con el hombre.

  • Véase la nota Éx. 26:15.

  • Lit., cincuenta con cincuenta.

  • Los cortinajes de lino que pendían entre cada dos columnas de bronce medían cinco codos de ancho por cinco de alto (vs. 9-15, 18), lo cual coincide con el largo y ancho del altar (v. 1). Esto significa que la redención efectuada por Cristo (el altar) corresponde con los requisitos de la justicia de Dios (el lino) (cfr. Ro. 3:24; 5:18).

  • Los dos juegos de estacas de bronce, uno para el tabernáculo y otro para el atrio, representan el poder para mantener en pie y sostener. Este poder proviene del bronce, o sea, del juicio (véase la nota Éx. 26:372). En la escena que el atrio presenta abunda el bronce, el juicio de Dios. El juicio de Dios es tanto el sólido fundamento del edificio de Dios como la fuerza que lo mantiene en pie. En la vida de iglesia, cuanto más nos sometamos al juicio de Dios, mayor estabilidad tendremos.

  • Según los significados espirituales retratados en el tabernáculo y sus enseres, el bronce da como fruto la plata, y la plata tiene como resultado el oro. Al experimentar el juicio de Dios (el bronce) entramos en el atrio del tabernáculo, y mediante la redención efectuada por Cristo (la plata) como fruto del juicio de Dios, entramos en el Lugar Santo y en el Lugar Santísimo, donde todo es de oro, es decir, donde disfrutamos de la naturaleza divina y poseemos la santidad como expresión interna del ser divino de Dios.

  • El olivo representa a Cristo (cfr. Ro. 11:17), y el aceite de olivas machacadas representa al Espíritu de Cristo producido mediante los procesos de Cristo, es decir, Su encarnación, vivir humano, crucifixión y resurrección (1 Co. 15:45; Ro. 8:9 y la nota 4).

  • Lit., hacer que la luz de una lámpara ascienda. El candelero, que representa a Cristo como corporificación del Dios Triuno, era de oro puro (25:31), pero los pábilos que ardían para alumbrar procedían de la vida vegetal. A fin de poder emitir luz al arder, los pábilos tenían que estar saturados de aceite. Los pábilos representan la humanidad elevada de Cristo, la cual arde con el aceite divino a fin de resplandecer irradiando la luz divina.

  • El tabernáculo, la Tienda de Reunión, era el lugar donde Dios se reunía con Su pueblo redimido para hablarle (Lv. 1:1), y como tal, tipifica las reuniones de la iglesia. Por tanto, según la tipología, la iluminación provista por las lámparas indica la manera apropiada de reunirse. Todo cuanto se practica en las reuniones de la iglesia, ya sea orar, cantar, alabar o profetizar, deberá hacer que las lámparas alumbren.

  • Delante del Testimonio significa delante de la ley que estaba en el Arca, la cual estaba detrás del velo. Mayormente, la reunión del pueblo de Dios se lleva a cabo en el Lugar Santo, no en el Lugar Santísimo. Sin embargo, nos reunimos en el Lugar Santo con la expectativa de entrar en el Lugar Santísimo. La luz procedente de las lámparas nos permite ver los diferentes aspectos de Cristo —representados por los diversos elementos del mobiliario en el Lugar Santo— y también el camino que nos introduce al Lugar Santísimo, a las profundidades de Cristo en el interior de Dios.

  • El santo oficio de encender las lámparas era un servicio realizado por personas santas, los sacerdotes, no por la gente común. Según la totalidad de la Biblia, un sacerdote es alguien poseído por Dios, lleno de Dios, saturado con Dios y que vive absolutamente dedicado a Dios. Más aún, un sacerdote tenía que vestir las vestiduras sacerdotales (Éx. 28:2), que representan al Cristo expresado en la vida que lleva el sacerdocio. Para encender las lámparas en el Lugar Santo se requiere del servicio de esta clase de persona.

    La luz que alumbraba el Lugar Santo no era luz natural, ni tampoco luz manufacturada por el hombre; más bien, era la luz procedente del candelero de oro, esto es, de la naturaleza divina de Cristo. Para experimentar la iluminación genuina de las lámparas en las reuniones de la iglesia se requiere que tengamos lo siguiente: a Cristo, la corporificación del Dios Triuno, como el candelero; la naturaleza divina como el oro; la humanidad elevada de Cristo como el pábilo; el Espíritu de Cristo como el aceite que incluye todas las etapas del proceso experimentado por Cristo; además, se requiere que seamos personas santas, los sacerdotes, vestidos con la expresión de Cristo como nuestras vestiduras sacerdotales.

  • Aquí no se nos dice nada con respecto al día. La era presente es la noche, no el día. Por tanto, es ahora, durante esta era nocturna, que necesitamos que la luz resplandezca hasta que amanezca (cfr. Ro. 13:12; 2 P. 1:19).

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