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Capítulos de libros «Éxodo»
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  • A fin de ser hechos aptos para servir a Dios como sacerdotes, Aarón y sus hijos tenían que ser santificados, esto es, ser separados al ser marcados. La marca de que Aarón y sus hijos estaban separados, santificados, como corresponde a sacerdotes, era tener sus manos llenas con las ofrendas (v. 24 véase la nota Éx. 28:411), lo cual representa el hecho de que los creyentes sean llenos de las riquezas de Cristo (Ef. 3:8) al experimentar subjetivamente a Cristo, quien es la realidad de las ofrendas (He. 10:5-10). Los pasos en la santificación de Aarón y sus hijos incluían lavar sus impurezas (v. 4), cubrir su desnudez con las vestiduras sacerdotales (vs. 5-9), tomar medidas con respecto a su naturaleza pecaminosa mediante la ofrenda por el pecado (vs. 10-14) y alimentar tanto a Dios como a los sacerdotes con el holocausto (vs. 15-18) y la ofrenda de paz (vs. 19-28). Esto no era meramente una consagración u ordenación de Aarón y sus hijos. Véase también la nota Éx. 29:281.

  • El novillo era ofrecido a Dios como ofrenda por el pecado (vs. 10-14), el primer carnero era ofrecido a Dios como holocausto (vs. 15-18), y el segundo carnero, como ofrenda de paz (vs. 19-28). La ofrenda por el pecado tiene por finalidad la redención, el holocausto tiene por finalidad mantener la comunión con Dios, y la ofrenda de paz tiene por finalidad obtener disfrute y satisfacción juntamente con Dios. En este capítulo, el novillo tipifica al Cristo crucificado, y los dos carneros representan al Cristo resucitado. Cristo, como Aquel que fue crucificado y resucitó, no sólo nos representa, sino que además nos incluye. Por tanto, cuando Él fue crucificado, nosotros fuimos crucificados con Él (Gá. 2:20a), y cuando Él resucitó y se presentó delante de Dios, nosotros estábamos en Él (Jn. 20:17 y la nota 1; Ef. 2:6a).

  • El novillo y los dos carneros provenían de la vida animal, la cual representa a Cristo como la vida redentora (Jn. 1:29); los panes, las tortas y los hojaldres provenían de la vida vegetal, la cual representa a Cristo como la vida generadora (Jn. 12:24). La santificación de quienes sirven a Dios como sacerdotes conlleva que ellos experimenten para redención al Cristo representado por la vida animal y que experimenten para generación al Cristo representado por la vida vegetal.

  • Véase la nota Lv. 2:43. Así también en el v. 40.

  • El lavamiento de Aarón y sus hijos con agua representa el lavamiento de las impurezas de los creyentes con el agua en la Palabra (He. 10:22; Jn. 15:3; cfr. Ef. 5:26). Este lavamiento santifica y lava a los creyentes para que sirvan a Dios como sacerdotes.

  • Las vestiduras sacerdotales representan a Cristo como la expresión externa de los sacerdotes, llena de hermosura y gloria (Éx. 28:2 y las notas). Las vestimentas de Aarón y sus hijos servían al propósito de cubrir su desnudez, esto es, cubrir la manifestación externa de su carne, su ser natural, lo cual es desagradable y abominable a los ojos de Dios (Ro. 8:7-8).

    Los sacerdotes eran santificados externamente al ser vestidos con las vestimentas sacerdotales (vs. 5, 9), así como internamente al ser alimentados con las ofrendas (vs. 32-33). Para ser santificados como sacerdotes de Dios, externamente necesitamos vestirnos de Cristo, e internamente, nutrirnos de Él (cfr. Lc. 15:22-23).

  • Se refiere a la lámina de oro con grabaduras que era colocada en el turbante del sumo sacerdote (Éx. 28:36-38). Aquí, tal santidad es exaltada como una corona, lo cual indica que la santidad en la divinidad es exaltada para gloria.

  • Véase la nota Éx. 29:211, párr. 2.

  • La imposición de manos tanto aquí como en los vs. 15, 19 representa la identificación de Aarón y sus hijos con la ofrenda misma (cfr. Lv. 1:4; Hch. 13:3). A fin de ser sacerdotes, tenemos que ser uno con Cristo, el holocausto: todo lo que somos y hacemos tiene que ser inmolado, cortado en pedazos, lavado e incinerado sobre el altar (la cruz) hasta ser totalmente consumido para el disfrute y satisfacción de Dios. Véanse las notas de Lv. 1:5-9.

  • Esto significa que Cristo fue inmolado por Dios, representado por Moisés, ante Dios mismo enfrente de Su pueblo (Is. 53:10).

  • Aplicar la sangre de la ofrenda por el pecado a los cuernos del altar y derramar el resto al pie del altar significa hacer poderosa, con un firme fundamento, la redención efectuada por Cristo. Véase la nota Éx. 27:21a.

  • Las partes internas y la grosura representan las riquezas y la dulzura de lo que Cristo es, en Su ser interno, para la satisfacción de Dios.

  • Lit., lo harás elevar en el humo. Así también en los vs. 18, 25. Esta palabra se usa para referirse al acto de quemar (ofrendar) el holocausto y el incienso. En los vs. 13-14 se mencionan dos incineraciones diferentes. En este versículo, la grosura y las partes internas del novillo son quemadas en el altar no por causa del juicio, sino con miras a producir un grato olor para el disfrute de Dios; dicha incineración representa el ofrecimiento a Dios de las riquezas y dulzura del ser interno de Cristo a fin de satisfacer los requisitos de la justicia, santidad y gloria de Dios (véase la nota Gn. 3:241a). La incineración del v. 14, efectuada fuera del campamento (lo cual significa desechar y juzgar) al quemar la carne, la piel y el estiércol, era una incineración por causa del juicio, pues representa el sacrificio mediante el cual el ser externo de Cristo fue inmolado en beneficio de los creyentes en la tierra para su redención (cfr. He. 13:11-13). Mediante estas dos incineraciones diferentes, Cristo —como ofrenda por el pecado— satisfizo los requerimientos de Dios y llevó sobre Sí el juicio de Dios en nuestro lugar.

  • Cristo como ofrenda por las transgresiones (Lv. 5:1-19; 6:1-7; He. 9:28; 1 P. 2:24; 3:18) se encarga de nuestros pecados, nuestros actos pecaminosos externos, y Cristo como ofrenda por el pecado (Lv. 4:1-35; Ro. 8:3; 2 Co. 5:21; He. 9:26) se encarga de nuestro pecado, nuestra naturaleza pecaminosa interna. Siempre que nos presentamos ante Dios para servirle como sacerdotes, debemos comprender y confesar que todavía tenemos una naturaleza pecaminosa (Ro. 7:17-18a; 1 Jn. 1:8 y la nota 1) y que necesitamos experimentar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado para que se haga cargo de dicha naturaleza. Por la caída, el pecado se convirtió en nuestro elemento constitutivo (Ro. 5:19), y llegamos incluso a convertirnos en el pecado mismo (cfr. 2 Co. 5:21). Al disfrutar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado somos subyugados y resguardados, lo cual hace que no tengamos confianza en nosotros mismos (Fil. 3:3), y también se prepara el camino para que disfrutemos aún más de Cristo como el alimento sacerdotal, tipificado por los carneros y por el pan sin levadura, las tortas y los hojaldres (vs. 1-2, 32-33). Además, esto soluciona el problema del pecado suscitado entre nosotros y Dios, por lo que nos reconcilia con Dios y hace la paz con Dios en beneficio nuestro (1, Ro. 5:10), para que podamos servir Cristo a Dios como alimento en una atmósfera de paz (vs. 38-42).

  • Aquí la sangre tipifica la sangre que Cristo derramó para efectuar la redención (Ef. 1:7; He. 9:12; 1 P. 1:18-19).

  • El holocausto, que representa a Cristo como Aquel que se entregó absolutamente a Dios para satisfacerlo (Jn. 5:19, 30; 6:38; 7:18; 8:29; 14:24), era el alimento de Dios (Nm. 28:2-3). La sangre era esparcida sobre el altar en la tierra y alrededor del mismo (v. 16) para la redención y paz de los sacerdotes (cfr. He. 9:14), y el olor grato ascendía a los cielos para deleite y satisfacción de Dios. Debido a que somos pecadores, necesitamos la redención efectuada por Cristo, y debido a que no vivimos para Dios, necesitamos a Cristo como nuestro holocausto a fin de satisfacer plenamente a Dios. Véanse las notas de Lv. 1.

  • O, calmante. Así también en los vs. 25, 41.

  • Servir a Dios como sacerdotes requiere que nuestro oír (las orejas), nuestro laborar (las manos) y nuestro andar (los pies) sean lavados y santificados por la sangre redentora de Cristo. Al servir a Dios, tenemos que aprender a prestar atención a la palabra de Dios (cfr. Éx. 21:2-6; Is. 50:4-5; Lc. 10:38-42), hacer lo que Él nos exige y andar conforme a Su camino. En Lv. 14:14 se usó el mismo procedimiento para limpiar a un leproso, lo cual indica que a los ojos de Dios quienes hemos sido ordenados para ser Sus sacerdotes somos pecadores inmundos, leprosos.

  • La aspersión de la sangre y del aceite de la unción sobre Aarón y sus hijos y sobre sus vestiduras para santificarlos significa que Dios esparce sobre nosotros —los sacerdotes neotestamentarios— y sobre nuestra conducta (las vestiduras) la sangre redentora de Cristo y el Espíritu compuesto (el aceite de la unción, Éx. 30:22-33) a fin de hacernos santos, apartándonos, para Él. La sangre implica tanto aniquilamiento como redención, y el aceite de la unción implica germinación, experimentar un nuevo comienzo. Como personas a quienes se les ha dado fin, se ha redimido y se ha hecho germinar, los sacerdotes experimentaron un nuevo comienzo mediante el cual pudieron servir a Dios (cfr. Ro. 7:6).

    En el v. 7 Aarón fue ungido sin que se hiciera uso de la sangre. Esto tipifica el ungimiento de Cristo efectuado por Dios aparte de la redención (Sal. 133:2). Aquí existe la necesidad de un segundo ungimiento, con el aceite de la unción y con la aspersión de la sangre redentora, pues, a diferencia de Cristo, Aarón y sus hijos eran pecaminosos. Que la sangre sea mencionada primero indica que primero debemos experimentar la sangre redentora, y luego podemos ser partícipes del Espíritu que unge. Allí donde la sangre lava, el Espíritu unge. Véase la nota Éx. 30:251 y la nota Éx. 30:261a.

  • Las partes internas más ricas y dulces del carnero, el muslo derecho, un pan, una torta de pan con aceite y un hojaldre, eran quemados en el altar para servir de alimento a Dios a fin de satisfacerle (vs. 22-25). La mitad derecha del pecho del carnero era mecida delante de Dios primero, para después ser dada a Moisés como su porción (v. 26), y tanto la mitad izquierda del pecho del carnero como su muslo izquierdo eran elevados delante de Dios y, después, dados a Aarón y a sus hijos, junto con el pan, como su porción (vs. 27-28, 31-32).

    La grosura (v. 22) representa las partes tiernas y excelentes de Cristo como la porción reservada para Dios, y el muslo derecho representa a Cristo como nuestra fuerza para permanecer firmes. El pan sin levadura, la torta de pan con aceite y el hojaldre (vs. 2, 23) representan, respectivamente, a Cristo como alimento sin pecado, a Cristo como alimento que está mezclado con el Espíritu y a Cristo como alimento que está disponible, que se ingiere fácilmente y que es idóneo para alimentar a los más jóvenes (véase la nota Lv. 2:44). Poner todas estas porciones en las palmas de las manos de Aarón y de sus hijos, mecerlas como ofrenda mecida y quemarlas en el altar encima del holocausto como ofrenda de consagración (vs. 24-25) significa que las partes tiernas, excelentes y fuertes de Cristo, junto con Su humanidad sin pecado y mezclada con el Espíritu —Cristo como alimento en Sus diferentes aspectos—, son ofrecidas a Dios en la resurrección de Cristo (mecidas, véase la nota Éx. 29:241) como ofrenda que satisface, ofrenda fragante, en la comunión de Sus padecimientos que redunda en muerte de cruz para que podamos ejercer el sacerdocio neotestamentario.

  • El pan, la torta y el hojaldre representan a Cristo en Su comportamiento externo (véase la nota Lv. 2:12b). Tanto las riquezas y la dulzura del ser interno de Cristo (v. 22) como la preciosidad de la conducta externa de Cristo, son porciones santas que satisfacen a Dios.

  • Mecer, que indica movimiento, tipifica al Cristo que se mueve en Su resurrección. Por tanto, la ofrenda mecida tipifica a Cristo en resurrección. Las ofrendas primero eran “inmoladas” y después eran mecidas, o sea, resucitadas, llegando a convertirse así en ofrendas delante de Dios en la resurrección de Cristo.

  • Aquello de lo cual estaban llenas las manos de los sacerdotes (v. 24) era ofrecido a Dios, lo cual muestra que el servicio sacerdotal consiste en ofrecer, ministrar, Cristo a Dios de una manera detallada para Su satisfacción (Ro. 15:16; He. 13:15-16).

  • El pecho significa amor. Por tanto, el pecho mecido como ofrenda mecida tipifica al Cristo resucitado en amor.

  • Que el pecho mecido fuese la porción de Moisés significa que la capacidad para amar propia de Cristo en Su resurrección está reservada para quien nos haya ministrado a Cristo en relación con nuestra consagración al sacerdocio. Siempre que como servidores ministramos Cristo a los demás, merecemos disfrutar al mismo Cristo que hemos ministrado (cfr. 1 Co. 9:23).

  • El muslo representa fuerza y poder, y ser elevado representa ascensión. Por tanto, el muslo que era elevado representa al Cristo exaltado y ascendido en poder. La porción de los sacerdotes incluía el pecho mecido y el muslo elevado, lo cual significa que ellos disfrutaban a Cristo en resurrección con amor y a Cristo en ascensión con poder.

  • Al ser ofrecida la ofrenda de paz, Dios, Moisés y los sacerdotes tenían cada uno su propia porción (véase la nota Éx. 29:221). En tipología, los tres disfrutaban a Cristo, Aquel que es todo-inclusivo, como banquete. En tales circunstancias hay absoluta paz y satisfacción. Esto es tener las manos llenas para consagración (véase la nota Éx. 28:411), y esto es verdadera santificación. Para entonces, Aarón y sus hijos habían sido completamente santificados, separados, lavados de su inmundicia, vestidos para cubrir su desnudez, redimidos de su naturaleza pecaminosa y llenos de las ofrendas en calidad de tipos de Cristo. Ellos tenían en sus manos algo que ofrecer a Dios y también tenían una porción para su propia satisfacción. Por tanto, estaban plenamente equipados y capacitados para servir a Dios como sacerdotes.

    Como alimento sacerdotal, las ofrendas tipifican a Cristo. En tipología, al comer de la ofrenda de paz, los sacerdotes quedaban constituidos de Cristo y eran saturados de Él y transformados por Él. Por tanto, ellos eran santificados en cuanto a su posición y manera de ser; en cuanto a su posición eran separados, y en cuanto a su manera de ser eran transformados. Éste es el significado completo de la santificación en las Escrituras (Ro. 6:19 y la nota 3).

  • Siete días representa un curso completo de tiempo, esto es, toda nuestra vida cristiana, desde nuestra salvación hasta el retorno del Señor. Llevar vestiduras santas durante siete días significa que para ser sacerdotes apropiados al servicio de Dios tenemos que vivir a Cristo día a día, estando revestidos de Él en Sus diversos aspectos durante el curso completo de nuestra vida cristiana sobre la tierra.

  • Quemar implica el juicio de Dios. Todo cuanto es ofrecido a Dios para Su disfrute tiene que ser juzgado por Él, es decir, consumido por Su fuego santo (vs. 18, 25). Sin embargo, el alimento de los sacerdotes no era quemado, sino cocido, lo cual no implica juicio. Cfr. la nota Éx. 12:91.

  • El tabernáculo, la Tienda de Reunión, tipifica a la iglesia. Comer la carne y el pan a la entrada de la Tienda de Reunión significa que Cristo, Aquel que nos redime (la carne) con Su humanidad (el pan), es alimento para nosotros (Jn. 6:51), los sacerdotes neotestamentarios, sólo en la vida de iglesia.

    El alimento para los sacerdotes era la máxima porción de lo mejor del diezmo ofrecido a Dios por los hijos de Israel proveniente de la cosecha de la buena tierra (Nm. 18:26). Que esta porción fuese disfrutada a la entrada de la Tienda de Reunión significa que el máximo disfrute de Cristo es obtenido en las reuniones de la iglesia.

  • Véase la nota Lv. 16:11.

  • Cristo como alimento santo debía ser ingerido solamente por el pueblo santo en un lugar santo (vs. 31-32), esto es, en las reuniones de la iglesia.

  • Que algo sobrara después que se le ofrecía a Dios Su porción y después que los sacerdotes disfrutaban la suya, significa que el Cristo que ofrecemos a Dios para Su disfrute, al cual también disfrutamos, es inagotable. Que tales sobras debieran ser consumidas por el fuego significa que las inagotables riquezas de Cristo deben ser resguardadas en la santidad de Dios y por dicha santidad (el fuego).

  • En tipología, la mañana denota el tiempo del retorno del Señor (2 P. 1:19; Mal. 4:2). Que a los sacerdotes se les prohibiera comer de la carne y del pan que había quedado hasta la mañana y que tuvieran que incinerarlo para el disfrute de Dios, significa que debemos experimentar y disfrutar a Cristo hoy y no debemos postergar tal disfrute para el futuro, cuando Cristo retorne.

  • Ofrecer un novillo como ofrenda por el pecado cada uno de los siete días (v. 35) de la santificación de los sacerdotes indica que si hemos de servir a Dios como sacerdotes, debemos ofrecerle Cristo a Dios como nuestra ofrenda por el pecado todos los días de nuestra vida cristiana (cfr. la nota Éx. 29:301a). Véase la nota Éx. 29:141b.

  • Lit., harás del novillo pecado (cfr. 2 Co. 5:21).

  • El altar era purificado por la sangre del holocausto expiatorio ofrecido sobre él; además, era santificado al ser ungido con aceite. Después de santificado, el altar se volvía santísimo, y todo cuanto fuese ofrecido sobre él era hecho santo (v. 37).

  • El alimento diario de Dios consistía en dos corderos ofrecidos como holocausto (vs. 38-42a), la harina fina mezclada con aceite ofrecida como ofrenda de harina (vs. 40-41 véase la nota Lv. 2:43) y el vino ofrecido como libación (vs. 40-41), todo lo cual representa diversos aspectos de Cristo. El cordero representa a Cristo (Jn. 1:29) como Aquel que obedeció a Dios (Fil. 2:8; Ro. 5:18-19) y fue manso ante los hombres (Is. 53:7). La harina, por ser de trigo (v. 2), tipifica a Cristo como suministro de vida y como Aquel que produce vida (Jn. 6:41; 12:24). El aceite tipifica a Cristo como Espíritu que unge (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17), y el vino tipifica al Cristo disfrutado por nosotros y derramado en nosotros, así como con nosotros, delante de Dios para Su satisfacción (cfr. Fil. 2:17 y la nota 1). La harina de trigo se produce al moler los granos de trigo, y el aceite y el vino se producen al exprimir, respectivamente, las aceitunas y las uvas. Tanto moler como exprimir representan la obra de la cruz.

    Todo cuanto era ofrecido a Dios como Su alimento había sido cultivado, criado, cosechado y procesado por los hijos de Israel. Por tanto, todo ello era subjetivo a los hijos de Israel. Esto indica que el Cristo que ofrecemos a Dios como Su alimento tiene que haber sido experimentado subjetivamente por nosotros; tal ofrenda es producto de haber vivido a Cristo y haberle experimentado en todos los aspectos mencionados, sobre la base de haberlo ofrecido diariamente como nuestra ofrenda por el pecado (v. 36).

  • Lit., entre los dos anocheceres; en referencia al intervalo de tiempo entre la puesta del sol y la oscuridad total. Así también en el v. 41 y en Éx. 30:8.

  • Véase la nota Lv. 23:132a.

  • El resultado de la vida descrita en este capítulo, en la cual tenemos las vestiduras sacerdotales (vs. 29-30), el alimento para los sacerdotes (vs. 31-34) y el alimento ofrecido a Dios por los sacerdotes (vs. 35-42a), es que Dios viene a reunirse con nosotros, a comer con nosotros, a hablarnos y a morar en medio nuestro (vs. 42, 45-46).

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