En el griego la palabra que aquí se traduce árbol, como en 1 P. 2:24, significa madero; no es la palabra normalmente traducida árbol. En la Biblia el árbol de la vida siempre representa a Cristo como Aquel que corporifica todas las riquezas de Dios (Col. 2:9) para ser nuestro alimento (Gn. 2:9; 3:22, 24; Ap. 22:2, 14, 19). Aquí representa al Cristo crucificado (implícito en el árbol como madero, 1 P. 2:24) y resucitado (implícito en la vida de Dios, Jn. 11:25), quien ahora está en la iglesia, la consumación de la cual será la Nueva Jerusalén, donde el Cristo crucificado y resucitado será el árbol de la vida para los redimidos de Dios a fin de que se alimenten de él por la eternidad (Ap. 22:2, 14).
La intención original de Dios era que el hombre comiera del árbol de la vida (Gn. 2:9, 16). A causa de la caída, el camino al árbol de la vida le fue cerrado al hombre (Gn. 3:22-24). Mediante la redención efectuada por Cristo, el camino por el cual el hombre puede llegar al árbol de la vida, que es Dios mismo en Cristo como vida para el hombre, fue abierto de nuevo (He. 10:19-20). Pero en la degradación de la iglesia, la religión se infiltró con su conocimiento para distraer a los creyentes de comer a Cristo como el árbol de la vida. Así que, el Señor les prometió a los vencedores que, como recompensa, les daría a comer de Sí mismo, el árbol de la vida, en el Paraíso de Dios. Esto les motiva a abandonar la religión y su conocimiento y a disfrutarle nuevamente. Esta promesa del Señor restaura la iglesia a la intención original de Dios conforme a Su economía. Lo que el Señor quiere que hagan los vencedores es lo que toda la iglesia debería hacer en la economía de Dios. Por causa de la degradación de la iglesia, el Señor llamó a los vencedores a reemplazar a la iglesia en el cumplimiento de la economía de Dios.
Comer del árbol de la vida no sólo constituía la intención original de Dios en cuanto al hombre, sino que también será el resultado eterno de la redención de Dios. Todos los redimidos de Dios disfrutarán del árbol de la vida, el cual es Cristo con todas las riquezas divinas como porción eterna de los redimidos, por la eternidad (Ap. 22:2, 14, 19). Debido a la distracción causada por la religión y a la degradación de la iglesia, el Señor en Su sabiduría ofreció a Sus creyentes la recompensa de disfrutarle a Él en el reino venidero, con el fin de animarlos a vencer el conocimiento absorbente de la religión, impartido en forma de enseñanzas, y a regresar a disfrutarle a Él mismo como suministro de vida en la vida de iglesia hoy en día, a fin de que la economía de Dios sea cumplida.
Comer del árbol de la vida, esto es, disfrutar a Cristo como nuestro suministro de vida, debe ser el asunto primordial en la vida de iglesia. El contenido de la vida de iglesia depende del disfrute que tenemos de Cristo. Cuanto más le disfrutemos, más rico será el contenido. Sin embargo, disfrutar a Cristo requiere que nosotros lo amemos con el primer amor. Si dejamos nuestro primer amor hacia el Señor, desaprovecharemos la oportunidad de disfrutar a Cristo y perderemos el testimonio de Jesús; como consecuencia, nos será quitado el candelero. Estas tres cosas —amar al Señor, disfrutarle y ser Su testimonio— van juntas.