Con respecto a los vs. 1-11, véanse las notas de Mt. 21:1-10.
Con respecto a los vs. 1-11, véanse las notas de Mt. 21:1-10.
La omnisciencia del Salvador-Esclavo proclamó Su deidad. Véase la nota Mr. 2:81b.
Indica humildad y mansedumbre (Mt. 21:5 y la nota 2).
Indica la conducta de la gente y las virtudes expresadas en su conducta (véase Is. 64:6; Ap. 19:8). Los discípulos pusieron sobre el pollino sus mantos con el fin de que el Señor se sentara en ellos, y muchos tendieron sus mantos en el camino para que pasara (v. 8), lo que significa por una parte que lo reverenciaban, y por otra, que su conducta, la cual era una expresión de las virtudes humanas de ellos, era un asiento donde Él podía reposar y un camino por el cual podía pasar (véase Mt. 21:7 y la nota 1). Nuestros hechos y nuestra conducta deben preparar el camino para el Señor y también deben servir de asiento donde Él pueda reposar.
Esto no sólo muestra que las ramas eran muchas y frondosas, sino también que la gente podía andar sobre ellas con seguridad.
La palabra griega principalmente denota capas de hojas, ramas, cañas o paja, tendidas para que la gente caminara o se acostara sobre ellas, y por extensión, ramas llenas de hojas tiernas. Aquí la multitud tendía capas de tales ramas como alfombra en el camino para que el Salvador-Esclavo, a quien reverenciaba y amaba, pasara sobre ellas al entrar en la capital.
Significa la abundancia y frescura de la vida humana; lo opuesto de hojas marchitas y secas (Sal. 1:3).
Con respecto a los vs. 12-14, véanse las notas de Mt. 21:18-19.
Lit., En la era.
En esta sección, que abarca los vs. 12-26, el relato de la maldición pronunciada por el Señor sobre la higuera, y la narración de cómo purificó el templo convergen para indicar que Él trató simultáneamente diferentes aspectos de la nación corrupta y rebelde de Israel. La higuera era símbolo de la nación de Israel (Jer. 24:2, 5, 8), y el templo era el centro de la relación que Israel tenía con Dios. Como higuera plantada por Dios, la nación de Israel no le dio fruto, y como centro de la relación que Israel tenía con Dios, el templo estaba lleno de corrupción. Así que, el Salvador-Esclavo maldijo la higuera que no daba fruto y purificó el templo contaminado. Esto puede considerarse un presagio de la destrucción predicha en Mr. 12:9 y Mr. 13:2.
En el ministerio del Salvador-Esclavo para la propagación del evangelio en Galilea, descrito en 1:14—10:52, Su obra consistía en proclamar el evangelio, enseñar la verdad, echar fuera demonios, y sanar a los enfermos. Al realizar tal obra, Sus virtudes humanas con Sus atributos divinos fueron expresados como aquello que le hacía apto para Su servicio divino y como la belleza en dicho servicio, el cual brindaba a los pecadores por Dios. Al prepararse en Jerusalén para Su obra redentora (11:15—14:42), Su tarea principal era enfrentarse a los líderes judíos, los cuales debían haber sido los edificadores del edificio de Dios (Mr. 12:9-10), pero que en realidad habían sido usurpados por Satanás e incitados a conspirar para matar al Salvador-Esclavo. En esta confrontación, bajo su interrogatorio, prueba y escrutinio astuto y maligno, Su dignidad humana fue expresada en Su autenticidad humana (vs. 15-18), y Su sabiduría y Su autoridad divinas fueron expresadas en Su conducta y perfección humana (Mr. 11:27-33; 12:1-37), de tal modo que finalmente Sus críticos llegaron a ser los que verificaron Su calidad. Esto preparó el camino para que Él manifestara a estos opositores ciegos que Él, el Cristo, el Hijo de David, era el Señor de David, es decir, Dios mismo (Mr. 12:35-37), a fin de que conocieran Su deidad en Su humanidad, esto es, que Él era Dios que vivía en el hombre.
Véase la nota Mr. 1:212.
Véase la nota Mr. 2:61. Así también en el v. 27.
Cuando perdonamos la ofensa de otro, nuestro Padre celestial tiene base para perdonarnos a nosotros. Esto se aplica especialmente a nuestro tiempo de oración. En un sentido estricto, no podemos orar si nuestro corazón tiene algo en contra de alguna persona, es decir, si nuestro corazón se siente ofendido por alguien o no puede perdonar la ofensa de otra persona.
Debido a la ofensa de otra persona.
Algunos mss. omiten este versículo.
Esto era mentira.
Véase la nota Mt. 21:272.