Con respecto a los vs. 1-2, véanse las notas de Mt. 26:2-5.
Con respecto a los vs. 1-2, véanse las notas de Mt. 26:2-5.
Con respecto a los vs. 3-9, véanse las notas de Mt. 26:6-13.
Lit., ocurrió.
Véase la nota Jn. 6:71.
El Señor desea que le permitamos tener el primer lugar en todo (Col. 1:18).
Lit., lo que tenía, hizo.
O, aprovechado de la oportunidad para ungir Mi cuerpo para la sepultura.
Véase la nota Mr. 1:142b.
Mientras uno de los seguidores del Salvador-Esclavo expresaba con creces su amor por Él, otro estaba a punto de traicionarlo. Uno lo estimaba como un tesoro, y al mismo tiempo, otro lo traicionaba.
Véase la nota Mt. 26:171b.
En el calendario judío, que concordaba con las Escrituras que tenían hasta entonces, el día comenzaba en la tarde (Gn. 1:5). Al anochecer del último día de la Pascua, el Salvador-Esclavo primero comió la Pascua con Sus discípulos e instituyó Su cena para ellos (vs. 12-25). Luego fue con los discípulos al huerto de Getsemaní en el monte de los Olivos (vs. 26-42). Allí fue arrestado y llevado al sumo sacerdote, donde fue juzgado por el sanedrín bien avanzada la noche (vs. 43-72). En la mañana del mismo día, fue entregado a Pilato para ser juzgado por él, y fue condenado a muerte (Mr. 15:1-15). Luego fue llevado al Gólgota donde fue crucificado a las nueve de la mañana, y permaneció en la cruz hasta las tres de la tarde (Mr. 15:16-41), para que se cumpliera el tipo de la Pascua (Éx. 12:6-11 véase la nota Mr. 12:371).
Judas Iscariote.
Algunos mss. añaden: Y otro, ¿acaso seré yo?
Después de ser expuesto Judas, se fue (Jn. 13:21-30) antes de la cena del Salvador-Esclavo (Mt. 26:20-26). No participó de Su cuerpo y sangre, porque no era un verdadero creyente, sino un hijo de perdición (Jn. 17:12), a quien el Salvador-Esclavo consideraba un diablo (Jn. 6:70-71). En Lc. 22:21-23 parece indicar que Judas se fue después de la cena del Señor, según Lc. 22:19-20. Sin embargo, el relato de Marcos y el de Mateo muestran que el Salvador-Esclavo, antes de instituir Su cena (vs. 22-24), declaró que Judas era el traidor (vs. 18-21). El relato de Marcos sigue el orden cronológico, mientras que Lucas tiene una secuencia que corresponde a la moralidad. Véase la nota Mt. 8:161, párr. 2.
Esto se refiere a ir a la muerte.
Aquí la tristeza del Salvador-Esclavo y Su oración son las mismas que se mencionan en Jn. 12:27. Allí Él dijo que había venido para esa hora; es decir, Él sabía que la voluntad del Padre era que muriera en la cruz para el cumplimiento del plan eterno de Dios.
“Sobrecogido por un estremecimiento de horror ante la perspectiva espantosa que tenía delante de Sí” (Cranfield).
Con respecto a los vs. 32-42, véanse las notas de Mt. 26:36-46.
Algunos mss. añaden: a causa de Mí esta noche.
Esto se refiere al jugo de la uva.
En Éx. 24:3-8 Dios hizo un pacto con el Israel redimido (He. 9:18-21), que llegó a ser el antiguo testamento, y fue una base sobre la cual Él podía relacionarse con Su pueblo redimido en la dispensación de la ley. El Salvador-Esclavo vino a efectuar la redención eterna de Dios por medio de Su muerte, para el pueblo escogido de Dios, conforme a la voluntad de Dios (He. 10:7, 9-10), y con Su sangre instituyó un nuevo pacto, un mejor pacto (He. 8:6-13), el cual, después de Su resurrección, llegó a ser el nuevo testamento (He. 9:16-17). El nuevo pacto es la base sobre la cual Dios puede ser uno con Su pueblo redimido y regenerado en la dispensación de la gracia. Este nuevo pacto reemplazó el antiguo pacto y al mismo tiempo cambió la dispensación, de la antigua a la nueva. El Salvador-Esclavo quería que Sus seguidores supieran esto y que, después de Su resurrección, vivieran una vida basada en este hecho y en conformidad con ello.
Véase la nota Mr. 1:212.
Los opositores que abandonaban a Dios y ofendían a Dios, temían al pueblo que acogía al Salvador-Esclavo (Mr. 11:7-11) y se alegraba de Sus palabras (Mr. 12:37), y por eso no se atrevían a arrestarlo durante el día ni en un lugar público como el templo. En lugar de eso, lo arrestaron a escondidas, ya muy entrada la noche (v. 1), como si se tratase de un ladrón (v. 48).
Aquí comían la cena del Salvador-Esclavo, después que Él y Sus seguidores habían comido la pascua, como se menciona en los vs. 16-18. Él inició esta fiesta nueva, cuyo propósito era que los creyentes hicieran memoria de Él, a fin de reemplazar la Pascua, la fiesta del Antiguo Testamento que se celebraba para que los elegidos recordaran la salvación de Jehová (Éx. 12:14; 13:3). Esta nueva fiesta del nuevo pacto se celebra para recordar al Salvador-Esclavo al comer el pan, que representa Su cuerpo dado por Sus creyentes (1 Co. 11:24), y al beber la copa, que representa la sangre que Él derramó por los pecados de ellos (Mt. 26:28). El pan denota vida (Jn. 6:35), la vida de Dios, la vida eterna, y la copa denota bendición (1 Co. 10:16), que es Dios mismo, la porción de los creyentes (Sal. 16:5). Por ser pecadores, ellos merecían como porción la copa de la ira de Dios (Ap. 14:10). Pero el Salvador-Esclavo bebió esa copa por ellos (Jn. 18:11), y la salvación que Él efectuó llegó a ser la porción de ellos, la copa de salvación (Sal. 116:13), la que rebosa (Sal. 23:5), cuyo contenido es Dios, como la bendición todo-inclusiva de los creyentes. Este pan y esta copa son los constituyentes de la cena del Salvador-Esclavo, la cual es una mesa (1 Co. 10:21), un banquete, que Él estableció para que Sus creyentes lo recuerden disfrutándolo como tal fiesta. Así pues, al recordarlo a Él, Sus creyentes exhiben la muerte que los redime y les imparte vida (1 Co. 11:26, Su sangre separada de Su cuerpo declara Su muerte), dando testimonio a todo el universo de Su salvación rica y maravillosa.
Con respecto a los vs. 22-26, véanse las notas de Mt. 26:26-30.
En el plan divino que el Dios Triuno hizo en la eternidad pasada, Él decidió que el segundo de la Trinidad Divina se encarnara y muriera en la cruz para realizar Su redención eterna a fin de cumplir Su propósito eterno (Ef. 1:7-9). Así que, antes de la fundación del mundo, es decir, en la eternidad pasada (1 P. 1:19-20) fue designado que el segundo de la Trinidad Divina fuese el Cordero de Dios (Jn. 1:29); y a los ojos de Dios fue inmolado como Cordero de Dios desde la fundación del mundo, es decir, desde que Dios hizo la creación, la cual cayó (Ap. 13:8). A partir de la caída del hombre, los corderos, las ovejas, los becerros y los toros, se sacrificaban como tipos por causa del pueblo escogido de Dios (Gn. 3:21; 4:4; 8:20; 22:13; Éx. 12:3-8; Lv. 1:2) señalando al que iba a venir como el Cordero verdadero ordenado de antemano por Dios. En la plenitud de los tiempos, el Dios Triuno envió al segundo de la Trinidad Divina, el Hijo de Dios, para que viniera en encarnación con un cuerpo humano (He. 10:5) a fin de ofrecerse a Dios en la cruz (He. 9:14; 10:12) para hacer la voluntad del Dios Triuno (He. 10:7), esto es, para reemplazar los sacrificios y ofrendas, los cuales eran tipos, consigo mismo en Su humanidad, como único sacrificio y ofrenda por la santificación del pueblo escogido de Dios (He. 10:9-10). En la oración que hace aquí, inmediatamente antes de Su crucifixión, Él se preparó para tomar la copa de la cruz (Mt. 26:39, 42) al estar dispuesto a hacer esta voluntad única del Padre para la realización del plan eterno del Dios Triuno.
Véase la nota Mt. 5:226c.
Lit., a través de.
El aturdido sumo sacerdote que servía a la religión que había abandonado a Dios y que Dios había abandonado, llamó a Dios “el Bendito” para mostrar cuánto reverenciaba y honraba a Dios.
En cuanto a Su conducta, el Salvador-Esclavo no quiso contestar las falsas acusaciones de Sus críticos, pero con respecto a Su persona divina, Su deidad, no guardó silencio sino que les contestó clara y definitivamente, afirmando Su deidad en Su humanidad al declarar que como Hijo del Hombre Él se sentaría a la diestra de Dios.
Esto fue el rechazo y menosprecio supremo que los judíos manifestaron hacia el Salvador-Esclavo, como se profetizó en Is. 53:3.
Ésta fue una palabra de burla e irrisión.
Con respecto a los vs. 66-72, véanse las notas de Mt. 26:69-75.
Algunos mss. añaden: y tu manera de hablar es semejante a la de ellos.
Es decir, ponerse bajo maldición.
Lit., túnicas. Aunque la palabra griega es plural, vestidura es una traducción más apropiada.
Los cegados opositores condenaron al Salvador-Esclavo por blasfemar con la afirmación de Su deidad, sin darse cuenta de que en realidad ellos eran los que blasfemaban a Dios, la misma persona a quien calumniaban y de quien se burlaban en aquel momento.
Con respecto a los vs. 53-65, véanse las notas de Mt. 26:57-68.