Con respecto a los vs. 2-13, véanse las notas de Mt. 17:1-13.
Con respecto a los vs. 2-13, véanse las notas de Mt. 17:1-13.
O, transformó.
Véase la nota Mr. 1:441.
O, también.
Algunos mss. tienen estos verbos en singular: llegó, vio.
Véase la nota Mr. 2:61.
Con respecto a los vs. 17-29, véanse las notas de Mt. 17:14-21.
O, lo despedaza.
Ésta es una exclamación pronunciada por el Salvador-Esclavo debido a la incredulidad del hombre.
O, ayúdanos, mostrándonos compasión.
Lit., El “si puedes” (refiriéndose a lo dicho en el versículo anterior).
Véase la nota Mr. 1:231.
Véase la nota Mr. 8:231a.
Algunos mss. añaden: y el ayuno.
La humanidad del Salvador-Esclavo fue expresada en Su amor tierno para con los pequeños. Véase la nota Mr. 8:231a y la nota Mr. 10:142.
Lit., sobre, o en; es decir, basado en, según.
Esto muestra que el Salvador-Esclavo se hizo uno con los niños.
Éste fue un acto impetuoso de parte de Juan, hijo del trueno, lo cual era contrario a la virtud del Salvador-Esclavo, a quien acompañaba (véase la nota Mr. 3:171). La actitud de Juan fue como la de Josué en Nm. 11:28.
Esto muestra la tolerancia que, en la práctica del servicio del evangelio, el Salvador-Esclavo manifestó para con los creyentes que eran diferentes de aquellos que le rodeaban. Ésta fue la misma actitud del apóstol Pablo en Fil. 1:16-18 y de Moisés en Nm. 11:26-29, mas no la del impetuoso Juan. Es muy significativo que esta sección, los vs. 38-50, son una continuación a la sección anterior, los vs. 33-37, donde el Salvador-Esclavo enseñó humildad a Sus seguidores porque habían discutido entre sí en cuanto a quién era mayor. En esa disputa los dos hijos del trueno, Jacobo y Juan, probablemente desempeñaron los papeles principales (cfr. Mr. 10:35-45). Aquí el mismo Juan no estaba dispuesto a tolerar a un creyente diferente. Su acción impetuosa probablemente estaba relacionada con su ambición de ser grande. Es probable que esta ambición haya sido la causa de su intolerancia con respecto a las diferentes prácticas de otros creyentes. Éste es un factor básico causante de división entre los cristianos. Ciertamente el Salvador-Esclavo no podía estar de acuerdo con Juan en este asunto.
Estas palabras no contradicen lo dicho en Mt. 12:30. Las dos procedieron de la boca del Salvador-Esclavo y pueden considerarse como máximas. La máxima que se expresa aquí habla de conformarse exteriormente en la práctica y tiene que ver con personas que no se oponen a Él (v. 39); aquella que se ve en Mateo habla de la unidad interior de propósito y tiene que ver con las personas que sí se oponen a Él (Mt. 12:24). Para mantener la unidad interior, necesitamos practicar lo dicho en Mateo, y con respecto a la afinidad exterior, debemos practicar lo dicho aquí, esto es, tolerar a los creyentes que no son como nosotros.
Juan se comportó como alguien que afectaba a otros; pero aquí la palabra sabia del Salvador-Esclavo produjo un cambio en Juan y en los otros discípulos, convirtiéndolos en personas que eran afectadas por las acciones de otros. Esto implica que todos —ya sean los discípulos u otros creyentes— estaban bajo el cuidado del Señor porque todos le pertenecen a Él. Ya fuera la manera de tratar ellos a otros creyentes o la manera en que otros creyentes los trataban a ellos, todo lo que se hiciera en el nombre del Señor, incluso el acto de dar un vaso de agua, recibiría recompensa de parte de Él.
Esto indica que el Salvador-Esclavo reconoció que la persona a la cual Juan había prohibido echar fuera demonios era un creyente verdadero que le pertenecía a Él. Esto debe de haber sido una lección para Juan.
Esta recompensa será dada en la era del reino (Lc. 14:14). Véase la nota He. 10:351b y la nota 2 Co. 5:103b.
Aquí el Salvador-Esclavo cambió de tema y pasó de Juan y los otros discípulos a Sus creyentes en general, a todos los que Él consideraba pequeñitos (esto no tiene nada que ver con los niños a los que se alude en el v. 37), los cuales incluían a Juan, a los otros discípulos y a la persona a quien prohibieron echar fuera demonios. Esto puede considerarse una advertencia a Juan y a los otros discípulos, para que no hicieran tropezar a ninguno de los creyentes que le siguieran en una manera diferente a la de ellos.
Lit., una piedra de molino arrastrada por un asno.
Aquí lo que causa el tropiezo ya no es una persona, sino un miembro del cuerpo carnal del creyente. Los creyentes no deben ser tropiezo los unos a los otros, ni tampoco deben tropezar con sus propios miembros carnales. Esto indica cuán preciosos son los creyentes a los ojos del Salvador-Esclavo. Todos ellos deben ser preservados completamente para Él. Se debe tratar con seriedad todo lo que puede hacer tropezar a los creyentes.
Véase la nota Mt. 5:291. Así también en el v. 45.
Aquí vida se refiere a la vida eterna, la cual los creyentes vencedores disfrutarán en el reino venidero (Mr. 10:30; cfr. nota Mt. 19:293). Entrar en este disfrute en la era venidera es entrar en el reino venidero (v. 47) y allí participar del disfrute de la vida eterna.
Véase la nota Mt. 5:228d. Así también en los versículos siguientes.
Esto está en aposición con Gehena, y aquí denota, según el contexto, un castigo dispensacional (como por ejemplo ser dañado por la segunda muerte, lo cual se menciona en Ap. 2:11) sufrido por los creyentes derrotados; no es la perdición eterna. Véase la nota Mr. 9:492.
Algunos mss. insertan el v. 44: Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
Algunos mss. añaden: en el fuego que nunca se apaga.
Algunos mss. insertan el v. 46: Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.
Esto significa entrar en el disfrute de la vida eterna en la era venidera. Véase la nota Mr. 9:433.
Es decir, matar y eliminar los microbios de corrupción que entraron por medio del pecado, para salvaguardar a los creyentes pecadores (cfr. Lv. 2:13; Ez. 43:24).
Éste es el fuego que refina (Mal. 3:2), que purifica, como en 1 Co. 3:13, 15 (cfr. Is. 33:14), el cual, aplicado como castigo durante la dispensación del reino, purificará a los creyentes que hayan cometido pecados y no se hayan arrepentido en la era actual (véase la nota Mr. 9:435b). Incluso en esta era Dios purifica a los creyentes por medio de pruebas como por fuego (1 P. 1:7; 4:12, 17). El castigo por fuego que tendrá lugar en la dispensación venidera, la era del reino, se infligirá según el mismo principio que el del castigo infligido por Dios mediante los sufrimientos como por fuego en esta era.
Algunos mss. añaden: y todo sacrificio será salado con sal.
Véase la nota Mt. 5:132a. La manera en que se aplica la palabra aquí es diferente de como se aplica en Mt. 5:13 y Lc. 14:34. En Mateo y Lucas la sal, la cual representa la influencia de los creyentes en el mundo, tiene como fin salar al mundo corrupto; la sal aquí, en aposición con el fuego purificador, sirve para salar a los creyentes pecadores, tal como los castigos de Dios que reciben los creyentes pecadores en la era actual. Por lo tanto, los creyentes deben tener sal en sí mismos para poder ser purificados no sólo de los pecados, sino también de cualquier elemento que cause división (como el que se vio en el acto impetuoso de Juan al prohibir actuar a un hermano que no era como él y al discutir con los demás acerca de quién era mayor) y así estar en paz unos con otros. Esta sal purifica el hablar de los creyentes para que mantengan la paz unos con otros (Col. 4:6). Aquí lo dicho por el Señor indica que las palabras que Juan dirigió al hermano que era diferente de él no habían sido purificadas. Así que, toda la sección, que incluye los vs. 38-50, presenta la enseñanza del Salvador-Esclavo acerca de la tolerancia que los creyentes deben ejercer por el bien de la unidad.
Véase la nota Mt. 5:133b.