Una metáfora tocante a un tiempo venidero lleno de luz, como el amanecer de un día brillante con la estrella de la mañana que surge antes del alba, en los corazones de los creyentes, quienes son iluminados y alumbrados al estar atentos a la resplandeciente palabra profética de las Escrituras. En tiempos de apostasía, los creyentes hacen bien en estar atentos a este asunto para que la palabra profética, como una lámpara, resplandezca en las tinieblas de la apostasía hasta que aquel día amanezca en ellos. Esto los motivará y alentará a buscar diligentemente la presencia del Señor y a velar de tal modo que no pierdan la oportunidad de encontrarse con el Señor en la parte secreta de Su venida (Su parusía), cuando Él vendrá como ladrón (véase la nota Mt. 24:271 y la nota 2 Ts. 2:84e). Por tanto, esta metáfora debe aludir a la era venidera, la era del reino, un día que amanecerá cuando ocurra la manifestación (la venida) del Señor (v. 16) como el Sol de justicia (Mal. 4:2), cuya luz resplandecerá penetrando las penumbras de la noche oscura de esta era. Antes de esto, en la hora más oscura de la noche, el Señor aparecerá como la estrella de la mañana (Ap. 2:28; 22:16) a aquellos que velan y esperan Su querida aparición (2 Ti. 4:8). Ellos habrán sido iluminados por el resplandor de la palabra profética, la cual los llevará al amanecer del nuevo día.
Si estamos atentos a lo que dice la Biblia, lo cual resplandece como lámpara en lugar oscuro, Él se levantará en nuestros corazones para resplandecer en las tinieblas de la apostasía donde estamos hoy, antes de Su verdadera manifestación como la estrella de la mañana.