Véase la nota Hch. 11:21a.
Hch. 17:14; 18:5; 19:22; 20:4; Ro. 16:21; 1 Co. 4:17; 1 Ts. 3:2; 1 Ti. 1:2, 18; He. 13:23
Véase la nota Hch. 11:21a.
Esto indica que la tradición judía aún ejercía una gran influencia sobre los creyentes judíos. Esto perturbó y estorbó el avance del evangelio del Señor (véase la nota Hch. 10:141c).
Véase la nota Hch. 8:11c y la nota Hch. 9:311a.
Tal como en la obra evangelizadora de Felipe (Hch. 8:29, 39), el avance del apóstol Pablo y sus colaboradores para la propagación del evangelio no se efectuó según la decisión y preferencia de ellos, ni de acuerdo con ningún programa ideado por algún concilio humano, sino por el Espíritu Santo conforme al consejo de Dios. Ellos quisieron predicar la palabra en Asia, pero el Espíritu Santo se los prohibió. Prohibir de este modo forma parte de cómo el Espíritu Santo lo guía a uno.
El y el Espíritu Santo en el versículo precedente se usan de modo intercambiable, lo cual revela que el Espíritu de Jesús es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es un título general del Espíritu de Dios en el Nuevo Testamento; el Espíritu de Jesús es una expresión particular acerca del Espíritu de Dios y se refiere al Espíritu del Salvador encarnado, Jesús, quien pasó por el vivir humano y la muerte en la cruz. Esto indica que el Espíritu de Jesús no solamente contiene el elemento divino de Dios, sino también el elemento humano de Jesús y los elementos de Su vivir humano así como también la muerte que sufrió. Tal Espíritu, el Espíritu todo-inclusivo, era necesario para el ministerio de predicación del apóstol, un ministerio de sufrimientos llevado a cabo entre los seres humanos y para ellos en la vida humana.
El hecho de que el Espíritu Santo les prohibiera ir a la izquierda, a Asia (v. 6), y que el Espíritu de Jesús no les permitiera ir a la derecha, a Bitinia, les indicó al apóstol y a sus colaboradores que debían ir hacia adelante. Por tanto, ellos prosiguieron con rumbo directo a Macedonia, pasando por Misia y Troas (v. 8).
No un sueño ni un éxtasis. Véase la nota Hch. 10:103a.
Una provincia del Imperio romano en el sudeste de Europa, cerca del mar Egeo, entre Tracia y Acaya.
Aquí se usa por primera vez el plural para incluir al escritor, Lucas. Esto indica que desde Troas, Lucas se unió al apóstol Pablo en su viaje ministerial.
Lit., buscamos. Éste fue un gran paso en el mover del Señor para la propagación de Su reino a otro continente, a Europa. Explica la intención del Espíritu Santo al prohibir una cosa, la del Espíritu de Jesús al no permitir otra, y la aparición de la visión nocturna. Para cumplir con el guiar específico en el mover estratégico del Señor, se requería que el apóstol y sus colaboradores se esforzaran, lo cual hicieron de inmediato.
Después de recibir la visión enviada por Dios, todavía era necesario llegar a una conclusión, es decir, llegar a entender cuál era el significado de aquella visión ejercitando la mente —una mente dirigida por el Espíritu y saturada de Él (Ef. 4:23)— conforme a la situación presente.
Un puerto marítimo en el mar Egeo, en el extremo noroeste del Asia Menor, al otro lado de Macedonia.
Una isla en el mar Egeo, entre Troas y Filipos.
El puerto marítimo de Filipos.
Un puesto fortificado del Imperio romano en un país extranjero, donde los ciudadanos tenían iguales derechos que los de la capital, Roma. Por consiguiente, Filipos era un punto estratégico para la propagación del evangelio cuando comenzó en Europa.
Esto indica cuánto se había extendido el judaísmo y su influencia, aun en Europa.
La oración del hombre le proporciona a Dios la oportunidad para llevar adelante Su mover entre los hombres en la tierra.
Aquí el Señor, quien abrió el corazón de Lidia para que estuviese atenta a la predicación del evangelio, debe ser el Espíritu, quien es el Señor mismo (2 Co. 3:17).
El bautismo siguió de inmediato a la acción de creer, como el Señor mandó en Mr. 16:16.
Lidia, después de creer y ser bautizada, entró en comunión con el apóstol y con sus colaboradores —la comunión del Cuerpo de Cristo— lo cual era evidencia de que fue salva. Ésta es una verdadera expresión del hecho de que había recibido gracia.
La primera casa que el Señor ganó en Europa mediante Su evangelio y para Su evangelio (v. 40).
Véase la nota Mr. 1:231.
Usado para referirse a un demonio que profetiza, y también para referirse a un adivino.
El arte o práctica en el que, mediante la ayuda de poderes sobrenaturales, se intenta ver de antemano o predecir eventos futuros o descubrir conocimientos ocultos.
Los pretores romanos.
Nos indica que la familia del creyente es una unidad completa para la salvación de Dios, tal como en los casos de: la familia de Noé (Gn. 7:1), las familias que participaron de la pascua (Éx. 12:3-4), la familia de Rahab la ramera (Jos. 2:18-19), la familia de Zaqueo (Lc. 19:9), la familia de Cornelio (Hch. 11:14), la familia de Lidia (v. 15), la familia del carcelero en este caso y la familia de Crispo en Hch. 18:8.
Una vez más vemos que el bautismo se realizaba inmediatamente después que la persona creía. Véase la nota Hch. 16:151. Esto sucedió probablemente en el estanque del lugar donde estaban, el cual, según el versículo siguiente, quizá estaba en la planta baja. Esto nos muestra y testifica que los creyentes de los primeros días no tenían ninguna regulación ni rito, sino que tomaban las medidas que fueran adecuadas a las circunstancias.
Véase la nota Hch. 16:331a.
Después de creer y ser bautizado, el carcelero no se preocupó por los oficiales, quienes tenían autoridad sobre él, ni por los criminales. Él también entró en comunión con los apóstoles, la comunión del Cuerpo de Cristo, como evidencia de que había sido salvo. Véase la nota Hch. 16:152.
Los lictores romanos, quienes llevaban las varas para abrir paso a los magistrados y ejecutar el castigo de los criminales.