Dios reposó debido a que acabó Su obra y estaba satisfecho. La gloria de Dios sería manifestada debido a que el hombre portaba la imagen de Dios, y la autoridad de Dios sería ejercida para subyugar a Su enemigo, Satanás. Siempre y cuando el hombre exprese a Dios y ponga fin a Su enemigo, Dios estará satisfecho y tendrá reposo.
Posteriormente, el séptimo día fue conmemorado como el Sábado (Éx. 20:8-11). El día séptimo para Dios fue el primer día para el hombre. Dios lo había preparado todo para el disfrute del hombre. El hombre, después de haber sido creado, no se unió a la labor de Dios, sino que entró en el reposo de Dios. El hombre no fue creado para laborar, sino para ser satisfecho con Dios y reposar junto con Él (cfr. Mt. 11:28-30). El Sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el Sábado (Mr. 2:27).
El reposo, aquí, es una semilla que se desarrollará a lo largo de toda la Biblia hasta llegar a su cosecha final en Apocalipsis. El desarrollo de esta semilla incluye, en el Antiguo Testamento, el reposo sabático (Éx. 20:8-11) y el reposo hallado en la buena tierra (Dt. 12:9; He. 4:8); en el Nuevo Testamento, el reposo que corresponde al día del Señor (Ap. 1:10; Hch. 20:7; 1 Co. 16:2); y el reposo del reino milenario (He. 4:1, 3, 9, 11). Este tema tiene su consumación en el reposo hallado en el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén, donde todos los santos redimidos expresarán la gloria de Dios (Ap. 21:11, 23) y reinarán con la autoridad de Dios (Ap. 22:5b) por la eternidad. Véase la nota He. 4:91.