La palabra griega tiene diferentes acepciones, como sigue: en Mt. 25:34; Jn. 17:5; Hch. 17:24; Ef. 1:4 y Ap. 13:8, denota el universo material como un sistema creado por Dios. En Jn. 1:29; 3:16 y Ro. 5:12, denota la humanidad caída, a la cual Satanás corrompió y usurpó para que los seres humanos fueran hechos componentes de su sistema mundial maligno. En 1 P. 3:3 denota adorno u ornamento. Aquí, como en Jn. 15:19; 17:14 y Jac. 4:4, denota un orden, algo preestablecido, un conjunto de cosas dispuestas en forma ordenada, por ende, un sistema ordenado (establecido por Satanás, el adversario de Dios), y no denota la tierra. Dios creó al hombre para que viviese sobre la tierra con miras al cumplimiento de Su propósito. Pero Su enemigo, Satanás, a fin de usurpar al hombre creado por Dios, estableció en la tierra un sistema mundial opuesto a Dios al sistematizar a los hombres con la religión, la cultura, la educación, la industria, el comercio, el entretenimiento, etc., por medio de la naturaleza caída de los hombres, por sus concupiscencias, placeres, pasatiempos, y aun por el exceso con que atienden a cosas necesarias tales como: el alimento, la ropa, la vivienda y el transporte (véase la nota Jn. 12:312). La totalidad de este sistema satánico yace en poder del maligno (1 Jn. 5:19). No amar tal mundo es la base para vencer al maligno. Amarlo sólo un poco, da lugar a que el maligno nos derrote y ocupe nuestro ser.