Elevar es alzar a lo alto. La ofrenda elevada tipifica al Cristo alzado, al Cristo que fue elevado en Su ascensión (Hch. 1:9); con frecuencia dicha ofrenda era ofrecida junto con la ofrenda mecida, que tipifica al Cristo resucitado (Éx. 29:26-28; Lv. 7:30-32; Nm. 18:11). El hecho de que los materiales para la edificación del tabernáculo fuesen ofrecidos a Dios por Su pueblo en calidad de ofrenda elevada significa que la iglesia no es edificada con ningún material natural, sino con el mismo Cristo que el pueblo de Dios ganó, poseyó, disfrutó y experimentó en resurrección y en los lugares celestiales (Fil. 3:7-14; Ef. 3:8; 2:5-6). Cfr. 1 Co. 3:12 y las notas.
Todos los materiales usados en la edificación del tabernáculo representan las virtudes de la persona y obra de Cristo. Se usaron doce clases de materiales, agrupados en tres categorías: los minerales, que representan la vida edificadora de Cristo (1 Co. 3:9-12); las plantas, que representan la vida generadora de Cristo (Jn. 12:24) y los animales, que representan la vida redentora de Cristo (Jn. 1:29). La vida que redime tiene como finalidad la vida que genera, y la vida que genera tiene como finalidad la vida que edifica. El hecho de que los minerales fuesen mencionados como la primera de estas categorías indica que todo cuanto Cristo es, todo cuanto Él ha hecho y todo cuanto Él hace hoy, tiene como objetivo el edificio de Dios (Mt. 16:18). En la Nueva Jerusalén, la máxima consumación del edificio de Dios, sólo habrá minerales: oro, perla y piedras preciosas (Ap. 21:18-21). Sin embargo, para alcanzar la meta de Dios, son necesarias la vida que redime y la vida que genera.
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